Capítulo 22

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Amelia comenzó a retornar sola al cuarto en el burdel. Su amiga Perla, todas las tardes la esperaba en su habitación para acompañar, hasta que llegará su esposo.

— Perla, eres una mujer tan bonita ¿No has pensado en salir de aquí? — pregunta Amelia, mientras bordaban las nuevas sábanas que habían confeccionado.

— No. Este lugar no me molesta, además que no sé hacer otra cosa y me siento protegida con el resto de mujeres.

— Pero, tal vez, tener una familia.

— Nada de eso. No me imagino una vida como la tuya Jazmín, con un esposo y una historia romántica, siempre he estado sola y me gusta estar así.

Perla era huérfana, cuando tenía suficiente edad dejó el orfanato, ya que, para ella, cualquier lugar era mejor que ese sombrío antro, ya muchas decían que lo mejor era trabajar en los campos o los burdeles, porque la vida era más fácil para conseguir dinero y optó por lo último. Varios hombres le ofrecieron una vida con ellos y ella aceptó a uno que creía estar enamorada, pero no fue una historia bonita, ese hombre solo quería a una sirvienta que mantuviera la casa limpia por el día, y una amante por la noche. Entre el trabajo y el alcohol también la ocupaba como la fuente de desquite de sus frustraciones, golpeándola frecuentemente.

—Pero es que no has encontrado a un buen hombre — insistía Amelia.

— Tú has tenido suerte, las lobas vemos a los hombres como objetos. Cuando llegaron y pidieron la ayuda como enamorados, no estábamos ayudando a Luis, solo te ayudamos a ti, puesto que eres una excepción a nuestras reglas. Yo no puedo ver a los hombres como seres con sentimientos.

— No digas eso Perla, Luis no es así, el padre Maxi es un hombre bondadoso, mi padre y mis hermanos son de buenos sentimientos.

— Por eso te lo digo, tú has tenido suerte, a mí solo me gustan los hombres mientras tengan dinero en el bolsillo.

— Me es difícil comprenderlo, porque yo no he vivido tu vida — responde Amelia cabizbaja. Siempre hablar con Perla de esos temas la llenaba de amargura.

— Yo elegí vivirla y con el tiempo aprendí a disfrutar de los hombres, mis trucos son lo que te he enseñado, con la diferencia que para ti eso tiene un lado simbólico y romántico, pero para mí ya no significa nada.

Víctor abre la puerta y entra en la habitación, viendo cómo las mujeres charlan sentadas al lado de la estufa.

— Buenas noches — saluda alegremente Víctor.

— Traeré tu cena y el agua caliente — dice Perla levantándose y dirigiéndose a la cocina.

Al ver llegar a su esposo, Amelia corre para abrazarlo, se sentía triste cada vez que hablaba con Perla o las lobas sobre sus vidas, dándole gracias a Dios de que Víctor fuera su marido. Víctor la aparta un poco para verla, tenía los ojos rojos al contener las lágrimas.

— Pero mi amor, ¿has vuelto a hablar con Perla sobre historias del burdel?

— Es que no entiendo cómo se puede tener vidas de amarguras.

— Pero ya sabes que han tenido historias malas, pero a pesar de eso ellas viven bien aquí, si un lugar es tan horrible ya habrían salido, ya te dijeron eso ellas mismas — respondía Víctor para consolarla.

— Aquí está la cena — dice Perla ingresando nuevamente a la habitación con los platillos y ríe al ver a su amiga frotando su rostro contra el pecho de su marido — Jazmín eres una deseosa, apenas ves a tu esposo y corres a buscarlo.

— No, es solo que lo extrañe — responde Amelia frotándose los ojos.

— Es por escuchar las historias del Burdel, siempre se vuelve sentimental — Víctor acompaña en las risas a Perla.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora