Capítulo 76

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En los días siguientes, Víctor estuvo ocupado en reuniones con los Jeques y sus familias. Debido a que cada jeque tenía hijos, nietos, y a cada uno al cumplir la mayoría de edad se les obsequiaba un gran capital para invertir en sus emprendimientos, el patrimonio familiar siempre aumentaba. Es por eso que, en cada familia, podían existir más de alguno con una gran empresa y a todos ellos Víctor mostraba sus ofertas de inversión y de firmar contrato con sus minas de carbón.

Jamal lo acompañaba a todas las reuniones y traducía lo que Víctor decía. Con el pasar de los días, a Jamal le fue interesando también las propuestas que su amigo hacía, ya que él poseía una gran flota naviera y sería provechoso que sus barcos ahora hagan también viajes hasta América. Su flota era tan grande, que incluso el barco en el que viajó Víctor por el mar Rojo era propiedad de Jamal. Todos estaban entusiastas de expandirse a estas nuevas tierras y le pedían consejos a Víctor sobre qué ciudad sería mejor para establecer sus industrias. Pero los inversionistas eran precavidos y no negaban la posibilidad de que Víctor sea un estafador, ya que era muy joven y todo se veía prometedor al entablar acuerdos con sus minas de carbón, por eso antes de firmar cualquier contrato, viajarían sus asistentes a este país para investigar a Víctor y a los Fortunato, de esta forma asegurarse que todo lo que ha dicho sea real, es por eso que Víctor no tenía permitido marcharse, puesto que si se trataba de una estafa, lo enjuiciarían bajo sus leyes.

Víctor sabía que, si viajaban hasta España, lo primero que escucharían de él, sería el altercado que tuvo con su anterior inversionista, es por eso que decide dar a conocer esta información a los Jeques y el motivo por el cual emprendió este viaje en búsqueda de nuevos inversionistas, ya que, sin nuevos contratos, las minas de carbón caerían en quiebra financiera.

— Lo lamento, debe ser difícil para familia lo que han pasado — Jamal se lo decía mientras estaban en una terraza bebiendo té y comiendo unos frutos secos, luego de haber regresado de hablar con el consejo de ancianos.

— No espero lástima... pero gracias por decirlo — contesta Víctor.

— Muy mal... un hombre no debe obligar a mujer a eso... pero culpa tuya.

— ¿Mi culpa? ¿Por qué dices eso? — pregunta Víctor sorprendido y molesto

— Me has dicho que esposa hermosa, pero tú eres débil... hombre débil no impone respeto

— Pero ¿por qué débil?... te dije que casi mate al bastardo si no fuera por mi padre que me detuvo.

— Pero no lo mataste, hombre viejo, fácil de romper cuello. Tu débil, mira tu cuerpo muy mal... mírame a mí, nadie intentaría tocar una de mis mujeres

Jamal se levanta y se quita la parte superior de su traje que enseñaba un cuerpo escultural, musculado y fornido, en él no se notaba ni un rastro de grasa.

— Quita camisa, te enseñaré cómo matar rápido a quien falte respeto a mujer.

— No soy débil ¿Sabes? También realizaba ejercicios físicos... no siempre fui rico.

— ¿Cómo cuál?

— Labrar la tierra

Esto provocó una explosión de risa en Jamal, que le cortaba la respiración como si lo que dijera Víctor fuera muy gracioso

— Wajajaja... labrar la tierra... ja, ja, ja... labrar... labrar la tierra

Víctor lo mira ofendido y molesto, ya que lo hizo sentirse realmente un enclenque.

— Eso... ríete, eres muy grosero — dice Víctor apartando la vista.

— Quita camisa, no quiero romper ropa

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora