Los amantes se resguardaron en la habitación de Agustín, cerraron la puerta y se decían tiernas palabras de amor.
—Siempre seré tuya... solo tuya, nunca me casaré... no podría pertenecer a otro hombre — suspiraba Celenia con una sonrisa, pero aun su mirada era triste.
—Siempre te amaré, quiero ser todo para ti, darte la mayor felicidad que pueda otorgarte, dedicaré mi vida a complacerte, así que sígueme acompañándome, no me abandones — en la voz de Agustín se denotaba incertidumbre, ya que aún temía que Celenia pueda dejarlo.
—Nunca te abandonaré, mi amor y pensamientos siempre estarán contigo.
—Te deseo... quiero poseerte, que seas mi mujer, quiero demostrarte cuán grande es mi pasión por ti ¿Puedo? — Agustín le acaricia el rostro, sus ojos demostraban la necesidad de estar con ella, su cuerpo lo pedía a gritos.
—Sí... quiero ser solo tuya, jamás me arrepentiré de este momento y lo guardaré como un preciado tesoro
Inmediatamente dicho lo último, Agustín la abraza y besa con tal pasión que ambos rápidamente quedaron sin aliento por la emoción, sintiendo cómo la piel se erizaba, ya sin pensar en nada más.
Mientras tanto, Mercedes se encontraba en la habitación que les dejaron para que fuera su lecho nupcial, pero su esposo aún no llegaba. Ya estaba aburrida y cansada, sale de la cama a la terraza y ve cómo los invitados a la boda seguían ahí, bebiendo y riendo.
Celenia y Agustín estaban en la cama recostados, acariciando y descubriendo el cuerpo desnudo del otro, depositando en ellos tiernos besos, lo que hacía que los cuerpos de ambos aumentaran en temperatura, este era el momento que más habían esperado.
Celenia estaba tranquila recibiendo los besos de su amor que se había colocado encima de ella, le agradaba sentir la piel cálida de Agustín y como unía su cuerpo al suyo. No tenía pudor, sentía que ya había compartido tanto con él, que su desnudez no le incomodaba. Cuando por fin la posee, siente como una corriente viaja por la espalda de ambos y se alojaba en el vientre en forma de cosquillas que terminaban en pequeñas contracciones.
—Celenia... Celenia mi amor — Agustín susurraba en el cuello de ella para entender que esto era la realidad y no una más de sus fantasías. Había deseado este momento y ahora Celenia era completamente suya. Sentía cómo su corazón palpitaba con fuerza que, por momentos, pensaba que saldría de su pecho.
Los amantes se miraban a los ojos como si estuvieran hipnotizados por el momento, solo sentían su respiración, pequeños y tímidos gemidos que se escapaban, todo al compás de los suaves y seguros movimientos que daba Agustín, lo que los transportaba a ambos a un mundo lleno de emociones.
Pasaron varios minutos y Celenia estaba agotada y su cuerpo estaba húmedo por el sudor, había alcanzado el máximo de su placer, liberando espasmos en serie, lo que provocaba que apretara sus piernas y presionara el cuerpo de su amante.
Agustín sabía que debía dejarla descansar, pero no podía. Ya había alcanzado el clímax dos veces, pero la excitación del momento impedía que se detuviera y continuaba sin pausas, tocando el cuerpo de Celenia de manera provocadora y atrevida, jugando con sus piernas, elevándolas o abriéndolas para poder ingresar más profundo en su interior, con movimientos muchos más rápidos y constantes.
—Celenia... Celenia mi amor —Volvía a repetir Agustín. Durante esa noche no podía dejar de decir su nombre. Estaba por alcanzar la cima nuevamente, lanzando un gemido agónico que provocó que Celenia lo abrazara con fuerzas cuando este se detuvo, en ese momento Agustín sintió el cansancio de su cuerpo y se coloca a un costado arrastrando a su amante con él.
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Un Amor Tan Intenso
Historical FictionLos Fortunato, una rica y poderosa familia del siglo XIX, comprometen a su único hijo a contraer un matrimonio por conveniencia y heredar el gran imperio de los reyes del Carbón. Pero él, no tenia los mismos planes, amaba a otra mujer y abandona tod...