Lo más difícil de la partida de Dorotea, era explicarles a los niños el concepto de muerte, puesto que la buscaban y no entendían por qué no la volverían a ver.
El funeral de Dorotea fue una tarde tranquila de primavera. Perla y Amelia estaban devastadas, fueron acompañadas por su círculo más cercano, y nuevamente todos estaban reunidos, a excepción de Víctor, quien no salió de la sala para despedir a su amiga.
Amelia estaba cansada de tratar de motivar y alegrar a su esposo, ya no sabía que más hacer y su ánimo decayó; temblaba y se sobresaltaba por nada, ya no controlaba sus nervios y constantemente estaba intranquila. Ahora, con la partida de Dorotea, no podía preocuparse por otros, tenía que ser fuerte por ella y por Sergio, pero, aun así, sentía que su vida estaba fuera de control.
Celenia se le acerca a su nuera que estaba sentada con su hijo en el amplio salón de reuniones luego del funeral, quien seguía llorando abrazando a Sergio. El niño tenía un rostro triste y su carita estaba apoyada en el hombro de su madre.
— Sergio, cariño... ve con Sebastián, tiene caramelos.
Sergio se aparta para ver a su madre, le seca las lágrimas con sus manitas y le besa las mejillas.
— No estés triste mamá.
— No mi amor, ve con Sebastián — responde Amelia con voz poco audible.
Sergio se baja de las rodillas de su madre y se marcha donde se encontraba Sebastián, quien inmediatamente le muestra algo que traía en los bolsillos.
— Querida Amelia, sabemos que estás cansada y queremos ayudarte — Celenia toma asiento al lado de su nuera.
La joven rubia se secaba las lágrimas y toma un sorbo de agua del vaso que tenía en la mesita de al lado.
— Ya no sé qué más hacer. Víctor no mejora y ahora Dorotea se ha ido. Siento que es tragedia tras tragedia.
— Déjanos a Sergio, solo por un tiempo... él está preocupado, ya que su padre no quiere verlo, Dorotea ahora no está y tu tristeza no se puede ocultar.
Agustín, que estaba al lado de su esposa, interviene para sumarse a la propuesta de Celenia.
— Solo será por un tiempo, regresará cuando tú lo digas y puedes venir a quedarte con nosotros las veces que quieras.
Amelia negaba con la cabeza.
— Él me necesita
— Claro que sí, pero los niños quieren ver a sus padres felices, una mentira lo hará más feliz que la realidad — insistía Agustín.
— Así es querida, Sebastián lo ayudará. Temo por Sergio, que se vuelva un niño triste con todo lo que está pasando.
Amelia aceptó, ya que tenían razón, la depresión de Víctor y su creciente angustia, solo arrastrarían a Sergio al mundo de la tristeza. Ahora debía preocuparse por el bien de su hijo y protegerlo incluso de ella misma y en este momento, no era la madre que él necesitaba.
Al día siguiente Jamal habla con sus amigas, ya que no podía retrasar más su viaje y debía marcharse ese día. Amelia y Perla hablaban en el salón Rosales y Jamal estaba preparando su viaje para partir.
— Me quedaré contigo — dice Perla.
— No Perla, ve con él
— No Amelia, tú me necesitas más. Además, que no me encuentro con ánimos de coquetear después de lo de Yoyi.
— Despreocúpate de nosotros, estaremos bien.
Perla mira el rostro de Amelia y nota que su expresión había cambiado en todo este tiempo, tenía ojeras y sus labios constantemente tenían una mueca triste.

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Un Amor Tan Intenso
Ficción históricaLos Fortunato, una rica y poderosa familia del siglo XIX, comprometen a su único hijo a contraer un matrimonio por conveniencia y heredar el gran imperio de los reyes del Carbón. Pero él, no tenia los mismos planes, amaba a otra mujer y abandona tod...