Capítulo 28

1.4K 143 0
                                    

Víctor y Amelia ya tenían más de un año de matrimonio, significa que ya hace más de un año que no veían a sus padres después de escapar. Víctor ya tenía 18 y Amelia 17 años. Sus vidas eran alegres y llenas de esperanzas.

La pareja ya tenía una rutina establecida desde que vivían en su nueva casa. Los fines de semana, después de la iglesia y del lavado de ropa, acudían a la playa a recolectar mejillones, los cuales los secaban y ahumaban en una habitación que crearon afuera de la casa. Este producto que preparaban, era muy solicitado por sus vecinos, ya que se podían preparar sabrosos caldos, así que realizaban intercambios de carnes, leche o gallinas vivas. Ahora Amelia tenía un criadero de unas cuantas gallinas y pollos, lo que les daban también huevos.

Aquel cálido día de verano los acompañaba esa tarde, mientras estaban recolectando mejillones en la orilla y las suaves olas le refrescaban los pies.

— Estaba pensando, que ya ha pasado bastante tiempo desde que perdimos a nuestro bebé — comenta Víctor mirando a la joven rubia a su lado — Deberías cortar los lavados con vinagre.

Amelia levanta la vista al escucharle decir eso. Los lavados con vinagre se los realizaba para no quedar embarazada, puesto que se le aconsejó que su cuerpo se reponga después de la pérdida, para poder tener nuevamente un embarazo.

— También pensaba en eso, ¿estás seguro?

— Claro que sí, ya tenemos una casa y yo estoy ganando muy bien. Me gustaría ya tener familia.

Yo también. Ese bebé será lo más nuestro que tendremos — Amelia sonríe alegremente

Víctor comienza a quitarse sus prendas y a dejarlas en una roca.

— ¿Qué haces?... aquí no — dice preocupada Amelia, mirando en todas direcciones.

— Solo quiero entrar en el agua ¿Qué pensabas pervertida? — ríe de manera divertida Víctor.

Amelia comienza a hacer lo mismo, retirándose sus prendas, para quedar en ropa interior y entrar en el mar. El agua estaba refrescante, calmando el calor del verano.

Víctor se acerca para abrazarla bajo el agua. Le gustaba verla con el cabello mojado y tan alegre chapoteando en el agua, que necesitaba besarla, y es que a pesar del tiempo que estaban juntos y tener una rutina, el deseo que sentía hacia ella, seguía siendo intenso.

Luego de un rato de abrazar y besarse en el agua, ella sentía la excitación de su esposo que sobresalía de su ropa interior, acariciándolo y frotándolo. También estaba deseosa y entre el calor, el agua salada, besos y caricias, notaba como su él quería estar con ella, ocultos por el agua, puesto que la estaba tratando de desnudar.

— Espera... aquí no, vamos a la casa — Susurra Amelia.

Ambos salen del agua, toman sus prendas y Víctor lleva el saco con mejillones, que, al llegar, los deja fuera de la puerta e ingresan a la casa. Se desprenden de sus ropas mojadas y las dejan en el suelo. Víctor toma a Amelia en brazos, para llevarla a la habitación.

— No en la cama, estamos mojados y las sabanas se arruinarían — advertía Amelia.

Víctor mira fuera de la habitación y la lleva a la mesa de la sala, recostándola encima de ella, acariciando su cuerpo húmedo, besándolo, pasando sus labios desde su abdomen, pechos y cuello, hasta llegar a sus labios, bebiendo de ellos.

Amelia lo abraza con las piernas para atraerlo hacia ella y lo presiona con fuerza, su excitación estaba al máximo al tener el cuerpo húmedo y realizar este acto en un lugar que no fuera la cama. Esto era demasiado estimulante para sus sentidos.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora