Ya había pasado más de un mes desde el funeral de Mercedes.
Agustín con Víctor trabajaban juntos en lo que correspondía a finanzas y coordinación de la empresa. Ambos trabajaban a la par, ya que Víctor estaba demostrando sus capacidades para liderar, lo que hizo que su relación sea más estrecha y de confianza, prácticamente parecían buenos amigos, ambos se pedían consejos y bromeaban.
Padre e hijo estaban en el despacho revisando finanzas. Agustín despega la cabeza de los cálculos que estaba realizando y mira a su hijo que estaba haciendo lo mismo.
— Víctor...
— Dime papá — dice Víctor, quien sigue en su trabajo sin mirar a su padre.
— Me preguntaba, si te gustaría vivir a solas con tu esposa.
Víctor levanta la mirada sin entender.
— No quería tocar el tema, ya que me alegra que ambos estén aquí, pero creo que lo mejor para ti y Amelia, es que tengan su propia casa, porque siempre me preguntas sobre cosas que puedes o no hacer aquí y por el trato con los sirvientes.
— Sí... en realidad no lo había pensado. Me gustaría tener mi propio hogar con mis propias reglas, pero no quiero dejarte solo, además que los padres de Amelia están aquí.
— Por mí no te preocupes, sabes que Celenia me acompaña, pero recuerda que tienes la casa que te heredaron tus abuelos, no la he ido a ver hace tiempo, se debe limpiar y reparar algunas cosas.
— Hablaré con Amelia
— Hazlo... continuaremos trabajando ya sea aquí o en tu casa, si es que decides reclamar la propiedad, luego podremos dividir las finanzas de las minas. Solo deseo que no te sientas obligado por estar aquí para hacerme compañía.
Víctor le comentó esto a Amelia, la cual acepto gustosa, ya que era algo que necesitaba, tener su intimidad y no ver con culpa a sus antiguas compañeras de trabajo. Víctor también deseaba tener un lugar propio, quería volver a ser independiente como lo era en la Ciudad del Puerto.
Agustín coordinó un día con todos los sirvientes para dedicarse a limpiar aquella mansión al completo, fueron además los padres de Amelia, ya que deseaban conocer en donde viviría ahora su hija. Ese día sería muy especial, por el hecho de que esa casa no se había abierto desde hace más de 5 años, luego de la muerte de sus anteriores dueños.
Al ingresar todos a la mansión, se dieron cuenta de que tenían mucho trabajo que realizar. La mansión estaba cubierta de una gruesa capa de polvo, los muebles estaban protegidos por grandes sábanas y un olor a humedad y a biblioteca vieja se sentía. Inmediatamente todos se pusieron manos a la obra, incluido los Fortunato.
Víctor toma a su esposa de la mano y la acerca hacia él.
— ¿Qué te parece tu nueva casa?, ¿Te gusta? Cuando esté limpia será mucho mejor.
Amelia mira sorprendida en todas direcciones mientras caminaba con su esposo.
— Es increíble... digo, es mucho más grande que la mansión de tus padres, tiene tantas esculturas de maderas y detalles por todos lados, parece un palacio.
— Sí, es mucho más grande que la casa de papá, pero no se lo digas, se pondrá celoso y se querrá quedar con ella — ríe de manera discreta Víctor.
— Creo que eso ya lo sabe, pero este lugar es demasiado grande para los dos
— No te preocupes, tenemos mucho lugar para jugar a las escondidas, además que lo bueno de que sea tan grande, es que será difícil que alguien escuche tus gemidos por la noche — Víctor lo dice susurrándole al oído, sentía como Amelia se sonreía y encogía los hombros como si lo que le dijo le provocaba unas cosquillas en la nuca.

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Un Amor Tan Intenso
Historical FictionLos Fortunato, una rica y poderosa familia del siglo XIX, comprometen a su único hijo a contraer un matrimonio por conveniencia y heredar el gran imperio de los reyes del Carbón. Pero él, no tenia los mismos planes, amaba a otra mujer y abandona tod...