Capítulo 86

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Durante la cena de esa noche, Amelia y Celenia contaban de manera jocosa como Jamal se enfrentó a aquel miembro del club de Caballeros. Todos reían y se divertían, excepto Agustín.

Luego de que se marcharán a su mansión la familia de Víctor y su amigo, se quedaron a solas Agustín y Celenia, quien seguía contándole lo que hicieron esa tarde, mientras se preparaban para dormir en su habitación.

— ¿Te gusta?... hace mucho tiempo que no escuchaba esta melodía, me recuerda la época en que era una niña. Es increíble que pudiera encontrar esta cajita de música.

Celenia miraba la pequeña caja de música de madera tallada, que sonaba al darle cuerda y que tenía entre sus manos.

— Déjame adivinar, ¿te lo ha regalado Jamal? — pregunta Agustín con un tono de voz de enfado.

— Sí, ha sido tan amable, además que les ha comprado regalos tan hermosos a los niños. ¿Viste el perro de felpa? A Sebastián le ha gustado, ya le mordió la cola — ríe Celenia.

— No quiero que aceptes sus regalos, si quieres algo, pídemelo a mí.

— Pero Agustín, fueron regalos, además que ahora podemos ir al Restaurante Lisandro sin miedo a que nos expulsen, Jamal fue muy convincente...

— Jamal, Jamal, Jamal... lo único que haces es hablar de él. Te marchaste de casa sin decirme, para dar un paseo con ese hombre. Dejaste a tu hijo por salir con él. Sebastián estaba asustado al no verte cuando despertó de su siesta — Agustín estaba malhumorado mientras se lo decía, que daba tirones a sus prendas para quitárselas para ir a dormir.

— Pero salimos con Amelia también, cuando regresamos, los niños ni cuenta se dieron que no estábamos — Celenia comienza a lanzar una risita nasal al ver a su esposo molesto — nunca te he visto tan celoso, te vez adorable y creo que me lo dices porque quieres que te dé amor.

Ella se acerca para acariciarle el rostro, pero su esposo le aparta la mano con fuerza.

— No estoy celoso, estoy preocupado por mi esposa que no sabe comportarse como una mujer casada y parece otra mujer tonta que habla de lo encantador que es aquel árabe.

— Eso no te lo permito Agustín, no me faltes el respeto de esa manera que no he hecho nada malo — dice Celenia mirando a su esposo seriamente.

— No te das cuenta de que él tiene malas intenciones y creo que te gusta seguirle el juego

— Pero, ¿de qué estás hablando?

— Como te mira, como te habla, las cosas que te dice. Sabes muy bien que es un hombre lujurioso, lleno de perversiones. No me sorprendería que esté intentando algo contigo para tener dentro de su historial de conquista, el yacer con la madre de su amigo.

Celenia estaba roja de rabia al escuchar de esa manera a Agustín.

— Tienes razón, quizás le sigo el juego a aquel hombre, ya sabes que soy una mujer tonta...

— Ay Celenia, sabes que no es eso.

— Claro que si, ya le seguí el juego anteriormente a un hombre casado y tuve a su hijo de manera ilegítima, además de aceptar humillaciones por él... así que tienes toda la razón, no me doy cuenta de las malas intenciones — Celenia se cubre con una manta para salir de la habitación.

— ¿A dónde vas?

— No puedo dormir en la misma habitación que un hombre que cree que soy una tonta

— Vamos Celenia, no actúes de esa manera

— ¿De qué manera? No me merezco esta clase de tratos. Jamal solo ha tenido consideraciones conmigo. El pervertido y lujurioso eres simplemente tú Agustín, ya que todas esas teorías solo están en tu retorcida cabeza. Buenas noches — Celenia cierra la puerta con un golpe.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora