El matrimonio ya llevaba un día de viaje. Se habían detenido en una ciudad a comprar una camisa y chaqueta para Víctor y un nuevo vestido para Amelia, ya que el cazarrecompensas quería que Víctor se viera presentable al llegar a la mansión Fortunato.
El viaje era muy aburrido y Amelia charlaba con el cazarrecompensas para hacer más ameno el viaje de regreso. Por su lado, Víctor no le dirigía la palabra al hombre en frente de él, lo odiaba, pero aún no diferenciaba si lo hacía por su insistencia o porque se logró salir con la suya.
— No... también vengo de la Capital, fue una apuesta arriesgada llegar a esa ciudad — charlaba el cazarrecompensas con Amelia mientras viajaban.
— ¿Y cómo sabía que estaba ahí? ¿Solo por las cartas?
— Deje anuncios en el periódico, al igual que otros, para tener información de Víctor. Uno de sus colegas de correos tenía las sospechas y me contactó. Envió una carta de las que redactaba y solicité en la mansión Fortunato algo escrito por don Víctor Fortunato.
— ¿Los Fortunato le ayudaron? — pregunta sorprendida la joven rubia.
— Ayudaban a todos los que solicitaban información. Realmente se encuentran desesperados... algo muy malo tenía que hacer, para que lo busquen así — Ríe el cazarrecompensas mirando a Víctor, pero este solo le lanza una mirada malhumorada, volviendo a fijar su vista por la ventana.
— ¿Un compañero de trabajo lo delató? Quiere decir que ¿él le entregó la carta cuando se envió a la casa Fortunato?
— Claro que no... le pagué por la información de la carta y viaje a la ciudad, pero no sabe que yo era con quien se contactó, para evitar que pida parte de la recompensa.
— Entonces, ¿cómo consiguió la carta?
— Otro de sus colegas... solicité que cualquier carta enviada por don Víctor se me sea entregada — el cazarrecompensas vuelve a hablarle al joven de ojos azules que estaba de malhumor — Usted no tenía tantos amigos como creía, la mayoría de sus colegas lo estaban vigilando.
Víctor escuchaba lo que decía aquel hombre y trataba de no mostrar expresión... se sentía decepcionado, pensaba que sus colegas de correos eran amables y lo ayudaban. Ahora entendía que, el interior de una persona no se podía conocer y era fácilmente corrompido por el dinero.
— Algo que no entiendo... si usted viene de la capital, ¿dejó a su familia por todo este tiempo para buscar a alguien que no sabía si era realmente? — pregunta Víctor con intención de crear conflicto con el cazarrecompensas.
— Esa es la vida de un cazafortunas, estuve por un año aquí hasta que cometiera un error que lo delatara.
— Así que prefirió abandonar a su familia solo por dinero. Acaso ¿el dinero le devolverá todo ese tiempo perdido que pudo estar con los suyos? Sus prioridades en esta vida están erradas
— Al contrario... el tener que trabajar a diario era dejar a mi familia, pero en esta oportunidad, sacrifiqué un año para tener una vida junto a los míos sin preocuparme por el dinero, tanto para mí como para mis socios. Creo que he ganado más de lo que he perdido... ¿No le parece?
***
Agustín Fortunato trabajaba en finanzas en la habitación de Mercedes, para que esta no se sintiera sola al estar en cama todo el día, así que traslado un escritorio al lugar y conversaban frecuentemente, más de lo que alguna vez lo hicieron en su matrimonio. Esto le traía paz a la señora Fortunato y solo lamentaba que su hijo no estuviera ahí también, para ser nuevamente una familia.
Celenia toca a la puerta y entra, traía una bandeja con agua tibia y unas toallas, en su bolsillo tenía una pastilla de jabón aromatizado. Al ver a Celenia, Agustín deja los papeles y se levanta para salir de la habitación, ya que estaba ahí para darle el baño en cama a Mercedes.

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Un Amor Tan Intenso
Narrativa StoricaLos Fortunato, una rica y poderosa familia del siglo XIX, comprometen a su único hijo a contraer un matrimonio por conveniencia y heredar el gran imperio de los reyes del Carbón. Pero él, no tenia los mismos planes, amaba a otra mujer y abandona tod...