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—¿Qué pas... Oh mierda– Mencionó el azabache casi en un susurro, pues (al igual que el castaño) se había percatado de la aterradora presencia de la pelimorada.

—¡Zim!, ¡feliz cumpleaños!– Mencionó la adolescente mientras se acercaba de un modo ciertamente amenazador al chico parado en medio de las escaleras. Prácticamente de un modo instintivo, el ojiazul se apresuró en subir nuevamente a su habitación en compañía de Dib.

El par se encerró en la habitación del castaño, la respiración de Zim comenzaba a agitarse mientras los nervios lo invadían de nueva cuenta. Retomó su posición entre las sabanas de su cama; de sus ojos poco a poco comenzaban a brotar pequeñas lágrimas debido al miedo, o mejor dicho...Terror que tenía de bajar.

—Dejame adivinar... Nadie vio eso, ¿cierto?– Habló el de gabardina con bastante fastidio y odio de por medio, pues no podía creer posible que absolutamente NADIE se hubiera percatado del modo en que el castaño reaccionó después de ver a Tak.

Afortunadamente, sólo hubo alguien que sí lo hizo.

—¿Hermanito?– Se escuchó a Gir hablar afuera de la habitación -¿Estás bien?, ¿puedo entrar?- Era claro que (junto con Dib) el menor era el único que realmente notaba la actitud nerviosa y aterrada del ojiazul estado junto a la adolescente.

—¿Gir?... ¿Tak está contigo?– Preguntó Dib un tanto inseguro mientras abría un poco la puerta, pues quería asegurarse de que la pelimorada no estuviese cerca.

—No, no lo está– Negó con la cabeza —Pero no creo que tarde mucho tiempo en subir– Mencionó el pequeño de goggles, dando a entender que la chica gótica estaba por subir en cualquier momento.

El de lentes dejó pasar al menor, posteriormente ambos intentaron tranquilizar a Zim; ya que lucía realmente aterrado. Era claro que eso ya no se trataba de un simple miedo o inseguridad... Eso ya era resultado de algún horrible trauma después de años de fastidios por parte de la chica.

Pasó un minuto y nada parecía calmarlo, palabras suaves, tonos de voz tranquilos; cualquier cosa que en algún otro momento pudiera haber tranquilizado al castaño... Ahora era completamente inútil.

—Sólo, calmate ¿bien?– Susurraba el de gabardina estando lo suficientemente cerca del contrario —Estoy aquí... Todo estará bien, ella no vendrá; lo prometo– Mencionó mientras envolvía a Zim en un cálido abrazo, Dib debía admitir que le dolía enormemente ver al ojiazul en esas situaciones; podía sentir al más bajo temblando entre sus brazos. Mientras unas cuantas lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos y llegando eventualmente a su hombro, mojando un poco su gabardina.

Mientras tanto, en la sala de la casa se encontraban la chica gótica y sus padres; un tanto incómodos y ciertamente preocupados (o al menos sólo los adultos) pues Zim aún no bajaba a saludar.

—Entonces... ¿Creen que pueda subir para ver que sucede?– Propuso la adolescente a sus padres

Rojo y Púrpura se miraron con incertidumbre, eventualmente se lo permitieron; pues (según ellos) creían que la pelimorada podría ayudar a que el chico bajara. La adolescente subió las escaleras, sin tener ni idea de la horriblemente abrumadora situación por la que Zim atravesaba allá arriba.

Llegó a la puerta de la habitación y llamó tocando un par de veces, dentro de esta podia apreciarse al azabache abrazando al castaño en un intento por mantenerlo calmado; al escuchar los golpes que indicaban a alguien queriendo entrar, la sangre del ojiazul se heló repentinamente. Pues ya sabía de quien se trataba.

—Maldita sea– Susurró Dib para sus adentros —Gir... Dile que se largue, por favor– Pidió amablemente al menor, este fue directamente hacia la puerta; se paró junto a ella y posteriormente habló.

—¡Vete de aquí!– Exclamó con bastante odio, pues no permitiría que su hermano mayor lo pasara más mal de lo que ya estaba.

—¿Gir?, ¿qué demonios hacen ahí adentro?– Preguntó la pelimorada, pues no esperaba que el menor estuviese ahí.

—¡Sólo largate!, ¡y no te acerques a mi hermanito!– Era claro que Gir defendería al mayor cueste lo que cueste.

—¡Escucha pequeño bastardo!– Exclamó la chica, quien ya se había hartado —¡O me dejas entrar, o te juro que le diré a sus padres!– Amenazó desde afuera, sin embargo era obvio que no la dejarían entrar; no si Zim se encontraba aterrado.

A•U•T•I•S•M  AU! [Invader Zim]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora