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El par de hermanos regresaban finalmente a casa, Zim se encontraba bastante orgulloso de si mismo. No podía esperar para contarle a Dib sobre su aparente nuevo amigo y lo que, se supone, haría para ayudarlo.

Irónicamente la felicidad del ojiazul no duró mucho tiempo, pues al llegar a su hogar fueron recibidos por múltiples utensilios de limpieza... Al parecer había olvidado que era día de limpiar la casa.

Sin perder el tiempo, sus padres le dieron una de las múltiples escobas con las que contaban; eventualmente le ordenaron subir a ordenar y limpiar su habitación. El castaño obedeció de mala gana para posterioremente subir las escaleras un tanto molesto.

Ingresó a su habitación, rápidamente se dio cuenta de que al parecer la tendría fácil; pues casi no había nada en el suelo que necesitara ser recogido (a excepción de muy pocos juguetes) o limpiado. Pues el de sudadera magenta era alguien sumamente ordenado cuando se trataba de sus cosas.

Comenzó por sacar algunos juguetes de debajo de su cama, aparentemente dejados ahí por Gir en una de sus múltiples "visitas" para jugar.

Estiró su brazo con dificultad para sacar algunos que se encontraban casi hasta el fondo de esta, repentinamente pudo sentir algo que lo hizo emocionarse notoriamente. Rápidamente se dispuso a sacar dicho objeto para verificar que se trataba de lo que él imaginaba... Y en efecto, lo era.

Una gran sonrisa se formó en el rostro del chico al contemplar su hallazgo; un pequeño alce morado de peluche al que solía tenerle bastante aprecio cuando tenía aproximadamente la edad de Gir (si no es que desde antes).

El castaño revisó que nadie lo estuviese mirando, cerró la puerta y abrazó fuertemente aquel peluche; estaba ciertamente feliz de verlo después de tantos años. Posteriormente dejó al pequeño alce sobre su cama, era claro que tenía pensado dormir con él.

Sí, Zim aún duerme con sus juguetes o peluches favoritos. Quizás muchos tachen ello como algo inmaduro o infantil, pero es algo que lo hace sentir cómodo y ciertamente tranquilo durante las noches.

Procedió a recoger el resto de juguetes del suelo y guardarlos en su respectivo lugar; curiosamente le tomó menos de dos minutos terminar. Eventualmente se recostó en su cama, tomó a "minialce" (como lo llamaba) y comenzó a revisarlo detalladamente en busca de alguna parte descosida o rota que necesitara arreglo.

Todo parecía estar relativamente bien en el pequeño alce de peluche (con excepción de varias manchas, pero eso podría resolverse con ponerlo a lavar).

—¡Woow!, ¿qué es eso?– Se escuchó hablar repentinamente al pequeño de goggles azules, al parecer ya había terminado con su tarea.

Zim escondió rápidamente el peluche tras él, irónicamente no sirvió de mucho puesto que Gir ya lo había visto. El menor subió a la cama junto al chico; realmente se encontraba curioso ante el juguete que el mayor ocultaba en sus espaldas.

—¿Puedo jugar con él?– Preguntó, el ojiazul abrazó casi de un modo protector al pequeño alce.

—... No, e-es mío– Habló el castaño, era claro que no permitiría que el pequeño empeorara el estado del juguete si se lo daba.

Gir pensó un momento, sonrió alegremente y salió de la habitación; al parecer se notaba mejor de lo que Zim esperaba tras negarle el jugar con minialce.

—¡Tengo una idea!– Se le escuchó hablar tras regresar de su habitación después de una pequeña búsqueda —¿Por qué no juegas conmigo?– Propuso el menor mientras mostraba un cerdito igualmente de peluche, al que aparentemente le tenía mucho cariño.

El de sudadera magenta lo observó extrañado, eventualmente decidió aceptar. Después de todo no tenía nada mejor que hacer... O al menos hasta que llegara la tarde para ir a sus sesiones junto a Dib.

A•U•T•I•S•M  AU! [Invader Zim]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora