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La luz de la mañana inundaba cada vez más las cercanías del vecindario. En aquella casa era distinguible la figura de aquel científico caminando a través del pasillo, el profesor se encontraba camino a la habitación de su hijo mayor para despertarlo a él y su "amigo"; pues el almuerzo estaba casi listo.

—Dib, el desayuno ya está...– Repentinamente se detuvo al presenciar la escena, el chico con peinado de guadaña abrazaba delicadamente al ojiazul; quien se encontraba durmiendo plácidamente junto a él.

El hombre con bata de laboratorio se quedó estático un momento, por un lado debía admitir que eso era algo un tanto adorable de observar... Pero por otro había algo en su interior que inmediatamente le hizo pensar en cosas verdaderamente desagradables. Cerró lentamente la puerta mientras intentaba convencerse a si mismo que todo se trataba de un simple malentendido.

Mientras tanto, en la habitación podía verse al par durmiendo tiernamente abrazados; al menos hasta que Zim eventualmente despertó y rompió con este al percatarse de que no podría levantarse por completo si aún se encontraba entre los brazos del contrario. 

—Oye... Despierta– Mencionó el ojiazul al percatarse de que el pelinegro seguía dormido, en vista de que obviamente parecía ser que Dib no le había hecho caso optó moverlo esperando que eso lo despertara.

Pasaron unos muy largos minutos y aparentemente no había logrado nada; frustrado, el castaño decidió intentar con la última opción que le quedaba (y que, a su perspectiva, le pareció la más "viable" dada la situación). Comenzó a darle al contrario pequeños y ocasionales golpes con uno de sus codos.

Al final, dado que al parecer no parecía obtener ningún resultado y principalmente porque Zim ya se había hartado notablemente, terminó por darle un codazo relativamente fuerte (obviamente no lo suficiente como para llegar sofocar o lastimar al contrario).

—¡Despierta de una maldita vez!– Exclamó, como si el sólo golpe no hubiese sido ya suficiente.

—¡¿Qu-Qué fue eso?!– Mencionó el azabache, un poco desorientado y adolorido por el golpe —¿Por qué demonios lo hiciste?– Preguntó Dib mientras se reincorporaba y tomaba eventualmente asiento junto al contrario.

—¿Qué era lo que esperabas?, llevas dormido más de quince minutos– Comentó el ojiazul

—¿Y no podías despertarme de un modo más amable?, ¡casi me rompes una costilla!– Ante eso último, Zim pareció preocuparse repentinamente; al parecer temía que lo dicho por el contrario hubiese sido verdad.

—¿De-De verdad?... Lo siento, y-yo no quería...– Se le escuchó hablar mientras su voz se encontraba un poco y su mente era invadida por una gran paranoia y miedo.

—Está bien, sólo fue un chiste– Interrumpió el pelinegro al notar el aparente nerviosismo en el castaño —Pero que esto te sirva como una lección, no puedes despertar a las personas de ese modo; ¿entiendes?– Preguntó, el contrario asintió por lo bajo mientras procedía a revisar al azabache para estar seguro de que no le hubiese pasado nada. 

Dib dejó escapar una pequeña risa, debía admitir que le parecía verdaderamente adorable el ver cuando Zim se preocupaba de ese modo.

Un rato después ambos decidieron bajar para el desayuno... Cosa que (al menos para Dib) no salió del todo bien. Pues tan pronto como el par se sentó a la mesa, el pelinegro se percató de la mirada con aparente seriedad que el profesor le dedicaba; poniéndolo un poco nervioso sobre lo que pudo haber hecho para merecerla.

Un largo minuto lleno de abrumador y ciertamente incómodo silencio se instaló entre los presentes, al menos hasta que el adulto decidió hablar.

—Dib... Hay algo que quiero que sepas– Mencionó el científico, mientras que los nervios en el mencionado solamente empeoraban —... No me molesta en absoluto el camino que elijas respecto a quién decidas amar, para mí tú siempre serás mi hijo– Prosiguió, repentinamente los nervios en el azabache pasaron convertirse en múltiples dudas, "¿por qué está diciend.... ¡Oh mierda!", pensó.

—N-No sé de qué hablas– Comentó intentando evadir el tema, aunque en el fondo sabía perfectamente el por qué comenzó la "charla" en primer lugar.

—Escucha, no creas que "me opondré" a lo que hay entre tú y este jovencito– Señaló el mayor refiriéndose al castaño, quien pareció confundirse un poco al percatarse —Lo entiendo, son jóvenes e inexpertos; sé que tal vez esten ansiosos por "experimentar cosas nuevas"... Pero sólo les pido que no se apresuren demasiado, ¿entienden?– Ante esas últimas palabras, el rostro de Dib estaba prácticamente hirviendo en un gran sonrojo; mientras que Gaz sólo se limitó a soltar una carcajada.

—¿P-Podrías disculparnos un momento?– Comentó repentinamente mientras le indicaba al ojiazul que debían dirigirse a la sala.

Una vez ahí, el pelinegro soltó todo con un grito que fue rápidamente ahogado por uno de los cojines del sofá.

—Ehh, ¿qué te sucede?– Preguntó Zim —Tu cara otra vez está muy roja y...–

—¿No te das cuenta?, ¡mi padre nos vio durmiendo juntos en la maldita cama!– Exclamó molesto mientras nuevamente volvía a cubrir su rostro con el cojín.

—Ohh... ¿Y cuál es el problema?, parece que se lo tomó bastante bien, no veo por qué deberías estar molesto– Comentó el de suéter rosa, aparentemente no notaba el "lío" en el que se metieron. 

Pues eso no sólo había delatado indirectamente su relación, si no que también había hecho que el profesor los interpretara erróneamente como un par de "urgidos" que no pudieron esperar antes de tener relaciones sexuales (cosa que obviamente no era verdad).

El castaño se sentó junto a Dib y procedió a depositar un corto beso en una de las mejillas de este esperando que ello lo ayudara a relajarse un poco. Cuando finalmente pareció tranquilizarse, ambos regresaron a la cocina para continuar con el desayuno.

El resto de la mañana las cosas parecieron relativamente tranquilas, al final podría decirse que el par se quitó un gran peso de encima; sin embargo era claro que no había terminado del todo... Pues aún faltaba que los padres de Zim se enteraran de ello. El profesor ofreció contárselos él mismo para evitar que el ojiazul cayera en la ansiedad y miedo si es que ambos decidían hacerlo.

Aunque sonara a una oferta tentadora, fue eventualmente rechazada; pues ambos esperaban poder hacerlo por su cuenta... Y en dado caso de que Zim se llegase a sentir nervioso o incómodo, sabía que Dib estaría ahí para él.

A•U•T•I•S•M  AU! [Invader Zim]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora