[0 5]

733 60 27
                                    

El de gabardina tardó un poco más en notar los aparentes nervios e incomodidad por parte del castaño, al notar la acción que el menor hizo para intentar tranquilizarlo decidió incorporarse de igual forma.

—... ¿Ocurre algo?– Preguntó Dib al notar como Gir tomaba la mano del ojiazul e intentaba mantenerlo calmado.

—Oh, no es nada– Contestó el niño de goggles —Sólo está un poquito nervioso... Hermanito, recuerda lo que mamá dice que hagas cuando te sientas así– Mencionó el menor, inmediatamente el de vestimenta rosada comenzó a rebuscar entre su mochila.

El azabache observaba con curiosidad, pues creyó que Zim sacaría una pelota anti-estrés o algo parecido que lo ayudase a disminuir los nervios. Sin embargo no estaba ni cerca de ello; el castaño sacó de su mochila un par de audífonos que posteriormente conectó a su teléfono celular y comenzó a reproducir algo de música.

Zim dejó escapar un suspiro de tranquilidad, pues de no ser porque su hermano le recordó sobre ello bien hubiera sido finalmente vencido por los nervios y la ansiedad. Por otro lado, Dib se encontraba un poco curioso ante lo ocurrido.

—¿Él siempre hace eso?– Preguntó con curiosidad al menor.

—¡Claro!– Contestó Gir con entusiasmo —Mamá y papá dicen que esas cosas son mágicas, cuando Zim los usa a veces se pone de muy buen humor– Contó el niño, Dib continuó observando el estado de plena tranquilidad en la que el castaño se encontraba, eventualmente no pudo evitar sonreír. Debía admitir que le parecía algo adorable verlo así.

—¿Qué clase de música escucha?– Cuestionó nuevamente el azabache

—No lo sé, nunca me deja escuchar... Creo que debe ser algo realmente agradable– Comentó el menor en un tono de inocencia.

Dib no estaba seguro si el ojiazul haría una excepción con él, pero de igual modo decidió intentarlo. Dio unos suaves toques en su hombro llamando la atención del contrario, este eventualmente lo miró con una sonrisa; al parecer lo que Gir había dicho era verdad, Zim parecía estar de buen humor.

—¡Hola Zim!– Habló con un tono dulce —¿Crees noque puedas dejarme escuchar música contigo?– Preguntó amablemente.

El de vestimenta rosa dudó un poco sobre si dejar al de gabardina escuchar junto a él, pues temía que se burlase o que no le agradara la clase de música que escuchaba. Al final decidió dejar que lo hiciera, después de todo no tenía nada que perder.

Dib tomó uno de los audífonos con delicadeza y se lo colocó en su oído, quedando estupefacto al escuchar. Podría decirse que el chico reconoció la canción prácticamente al instante gracias a la melodía de esta, y debía admitir que era increíble que alguien más escuchase a uno de sus artistas favoritos.

—¿T-Te gusta Owl City?– Preguntó un tanto sorprendido, a lo que Zim respondió asintiendo con su cabeza —¡Ese tipo es genial!, ¿sabes?; a mi también me encanta su música– Comentó Dib con entusiasmo

Ante el comentario por parte del azabache, el ojiazul no pudo evitar emocionarse; "¡increíble!", pensaba, "¡Dib si que tiene buenos gustos!". Ambos pasaron las siguientes horas escuchando música juntos, ocasionalmente el de gabardina coreaba algunas de las canciones; sacándole unas cuantas risas al castaño.

Eventualmente el miedo y preocupación de Zim se desvaneció por completo, pues debía admitir que se lo estaba pasando realmente bien al lado del azabache.

•••

Después de unas horas la tarde estaba por llegar a su fin, dando paso a un ciertamente llamativo atardecer. El profesor Membrana se encontraba listo para volver a casa después de un día de arduo trabajo en su laboratorio, cuando notó que uno de sus empleados lucía realmente preocupado.

—¿Sucede algo?– Preguntó el científico acercándose al hombre

—N-No es nada señor– Mencionó aquel afligido hombre —E-Es sólo que mi esposa viene para acá... Mis hijos no aparecen por ningún lado– Habló, a simple vista se notaba realmente asustado. Pues temía que algo malo les hubiese pasado.

—No te preocupes, te ayudaré en lo que necesites– Propuso el científico —¿Donde los vieron por última vez?– Preguntó

—E-Esta mañana, mi esposa y yo los llevamos a la eskuela– Mencionó el contrario —Se suponía que pasaríamos por ellos cuando terminarán las clases, pero cuando llegamos no estaban ahí– El profesor notó el miedo y aflicción en el rostro del hombre, él también era padre; por lo que entendía perfectamente lo que se sentía perder a sus hijos.

—Tranquilo, veré que puedo hacer... ¿Te parece si tú y tu esposa vienen a mi casa?, necesitan mantener la calma y relajarse un poco– Propuso nuevamente el superior

—De verdad no tiene que hacerlo señor, no creo que...–

—¡Tonterías!, yo también soy padre, insisto en que me dejes ayudarte– Interrumpió

—M-Muy bien, lo haremos– Aceptó el hombre, posteriormente ambos esperaron la llegada de la mujer para ir camino a la casa del profesor.

Después de unos minutos, los tres emprendieron camino en el auto del científico. Una vez llegaron a su destino, el profesor abrió la puerta dispuesto a dejar entrar a sus invitados; encontrándose con una sorpresa dentro del lugar.

—¡Mamá, papá!– Exclamó Gir al verlos entrar, posteriormente corrió a ambos para darles un abrazo. Ambos adultos estaban ciertamente confundidos ¿estuvieron aquí todo el tiempo?, ¿por qué nadie dijo nada?; preguntas como esas comenzaron a formulaste en sus cabezas.

Cuando sus padres pasaron a la sala no podían creer lo que estaban viendo, Zim estaba junto a un chico escuchando con atención lo que este decía; ocasionalmente riéndose y escuchando música juntos. El castaño no se había percatado de la presencia de sus padres, al menos hasta que Dib lo mencionó.

—Oh, ¡mira Zim!– Mencionó el de lentes —Tus padres están aquí–El de vestimenta rosa volteó y sacudió su mano en un ademán de saludo, no quizo ir con ellos; pues seguía concentrado en lo que Dib le contaba.

A•U•T•I•S•M  AU! [Invader Zim]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora