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—Y... Listo– Mencionó Dib mientras terminaba de acomodar la "cama" donde el ojiazul dormiría esa noche, una pequeña colcha doblada de modo que funcionase como un colchón improvisado sobre el cual se encontraba una cobija y su respectiva almohada.

—... ¿Quién diseñó esta cosa?– Preguntó el castaño al notar el peculiar estampado de la figura de un tigre con el que dicha cobija contaba —Sin ofender, pero de verdad luce horrible– Comentó, el azabache simplemente soltó una ligera risa; verdaderamente le encantaba lo brutalmente sincero que Zim podía llegar a ser en ocasiones.

—Sólo intenta no pensar mucho en eso, después de todo, lo importante es que te mantenga cálido por la noche; ¿está bien?– Habló mientras tomaba asiento en su cama, el de pijama azul eventualmente se recostó sobre la suya y abrazó a mini alce mientras procedía a taparse con la cobija.

—... ¿Tú crees que soy un idiota?– Soltó el ojiazul repentinamente, confundiendo un poco al pelinegro.

—¿Por qué dices eso exactamente?– Preguntó Dib, pues temía que la autoestima del contrario estuviera cerca de recaer.

—Por el chiste que hizo mi tío Rojo en la tarde...– Mencionó —¿D-De verdad piensas que soy un imbécil?– Claramente se notaba cómo la voz de Zim comenzaba a quebrarse indicando que estaba por romper a llorar, el azabache se percató de ello y decidió tranquilizarlo antes de que lo hiciera.

Se levantó y envolvió al contrario en un suave abrazo, esa clase de abrazos eran los que el castaño consideraba "mágicos" al ser prácticamente los únicos que toleraba a la perfección sin oponerse ni empujar al contrario cada vez que se los daba; sinceramente le encantaba la seguridad que Dib le brindaba cada vez que se encontraba entre sus brazos.

—... Tú sabes que eso no es verdad– Habló el azabache para intentar tranquilizar al contrario —Tal vez parezcas un "idiota" para los demás... Pero no para mí– Menciono, mientras el ojiazul permanecía con su cabeza apegada al hombro del pelinegro.

Pasaron algunos minutos y eventualmente se separaron, el de peinado de guadaña depositó un suave beso en la comisura de los labios ajenos; haciendo que se sonrojara ligeramente.

Un rato después las luces fueron apagadas indicando que la hora de dormir había llegado, Zim se empeñaba en mantener abrazado a su pequeño alce de peluche esperando conciliar el sueño lo más pronto posible. Mientras que, por otro lado, Dib se dedicaba a observar ocasionalmente la ciertamente adorable imagen que el contrario le brindaba al verlo profundamente dormido después de unos minutos.

—¿Qué mierda haces?– Se le escuchó a Gaz preguntar mientras se dirigía a su habitación y se percataba eventualmente de lo que el mayor estaba haciendo.

Curiosamente no hubo una respuesta, pues el azabache simplemente se limitó a sonreír como todo un imbécil enamorado mientras se sonrojaba un poco; algunas veces balbuceando aparentes idioteces sin sentido.

—... Eso es algo enfermo, ¿lo sabías?– Volvió a hablar la pelimorada —Imagina lo incómodo que se sentiría si mañana le dijera que lo estuviste observando como todo un maníaco mientras dormía– Al parecer, eso último pareció sacar a Dib de su aparente "trance" pues tan rápido como se percató de que Gaz le había dicho eso se apresuró en recostarse nuevamente e intentar dormir.

Un silencio tranquilizador y relajante inundaba la habitación, ocasionalmente opacado por el también relajante sonido de los grillos o luciérnagas. La luz de la luna entraba un poco a través de una de las ventanas iluminándola un poco y, en menor medida, golpeando con suavidad el rostro del chico sobre la "cama" en el suelo de la misma.

Pasaron unas horas y rápidamente se pudieron ver algunas gotas de agua caer del cielo nocturno, al parecer estaba por dar comienzo una de las ya acostumbradas tormentas de verano... Cosa que se confirmaría en su totalidad al escuchar imponentes truenos retumbar, acompañados de relámpagos que iluminaban momentáneamente el obscuro cielo.

Claramente esto no pasó desapercibido para Zim, quien se despertó de golpe e instintivamente se cubrió sus oídos a causa del miedo. En vista de que obviamente no tenía planeado molestar a Dib (puesto que lo que el castaño menos quería era despertarlo) optó por hacer la segunda mejor opción que tenía en situaciones así.

Comenzó a caminar de un lado a otro mientras mantenía las manos sobre sus oídos en un intento por bloquear el desastre de la tormenta... Irónicamente ello igualmente terminó por despertar al contrario, pues este encontraba un tanto molesto el tener que escuchar múltiples pasos durante casi un minuto.

—... ¿Qué pasa?– Preguntó el pelinegro al percatarse que se trataba del ojiazul, este agachó su mirada un tanto apenado sin despegar sus manos de sus orejas.

En vista de que aparentemente no habría una respuesta (y principalmente porque Dib notó lo apenado que el contrario se sentía) decidió volver a hablar intentando ser más específico.

—Zim, ¿estás bien?...– Cuestionó de nueva cuenta —No estoy enojado ni nada por el estilo, sólo quiero saber lo que te pasa– Especificó, pues presentía que fuera el mismo temor de que estuviese molesto por ser despertado el que le impidiera al castaño hablar.

—... Tengo miedo– Comentó el contrario casi en un susurro, inmediatamente Dib pareció anticipar lo que se vendría.

Se movió haciendo un poco de espacio en su cama para que Zim pudiese recostarse a su lado... Sólo que al parecer este último no pareció comprenderlo muy bien.

—¿Qué estás haciendo?– Preguntó el ojiazul al notar como el contrario hacía espacio en su propia cama, este sólo le indicó que lo hacía en caso de que quisiera dormir junto a él. 

Sería una mentira decir que Zim no se sintió un poco nervioso al principio, pues jamás había tenido que compartir la cama con nadie (exceptuando a sus padres cuando era más pequeño y tenía pesadillas).

Al final decidió aceptar y recostarse delicadamente a su lado, el azabache lo abrazó esperando que ello calmara sus nervios y temor.

A•U•T•I•S•M  AU! [Invader Zim]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora