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Los días siguientes las cosas parecieron cambiar para mal en el hogar del castaño, sus padres cada vez se volvían más "sobre-protectores" de lo que eran antes de esa reunión con el psiquiatra. De un día para otro en lugares como el baño, la cocina e inclusive su propia habitación; habían comenzado a aparecer pequeñas tarjetas con ilustraciones indicando cómo se debían hacer las cosas según la habitación en la que estuviese.

"¿Por que demonios necesitaría que me digan como cepillarme los dientes?", se preguntaba, "¡tengo trece malditos años!". Sin dudas el ambiente en el lugar era realmente tenso para Zim.

Aunque claro, siempre suele haber calma después de la tormenta, y para el ojiazul esa calma era Dib. A diferencia de sus padres, el de gabardina no cambió tanto; seguía siendo el tipo amable y divertido que fue desde el principio.

•••

—¡Vamos Zim!– Se escuchó al de lentes —¡Llegaremos tarde!– Exclamaba con entusiasmo indicando que el almuerzo había terminado, ambos amigos caminaban a paso un tanto rápido por los pasillos de la eskuela. Ocasionalmente rozando ligeramente a los alumnos a su alrededor, cosa que Zim detestaba.

Dib notó la obvia incomodidad en el rostro del castaño, por lo cual decidió tomarlo suavemente de la mano y eventualmente sacarlo de la enorme aglomeración de estudiantes; una vez se aislaron lo suficiente continuaron con su camino. El ojiazul no dejaba de acariciar con suavidad la mano de la cual tomaba en ese momento, "vaya... Sus manos son muy suavecitas", pensaba.

Eventualmente ambos llegaron a su aula, se sentaron en sus respectivos asientos y después de unos minutos la clase inició. Podría decirse que no había tanta diferencia de distancia entre ambos, pues la  única cosa que los "separaba" (por así decirlo) era nada más ni menos que... Keef irónicamente; ocasionalmente el pelirrojo intentaba sacar alguna conversación con el de vestimenta rosada, siendo ignorado en cada una de ellas.

—Pssst, Dib– Llamó el de camiseta azul intentando captar la atención del pelinegro

—¿Qué pasa Keef?– Preguntó Dib, al notar la insistencia por parte del pelirrojo

—¿Qué le pasa a Zim?– Cuestionó —Intenté hablar con él, pero sólo me está ignorando– Mencionó un tanto cabizbajo, pues (hasta ese momento) casi nadie se había negado a hablar con él y que ahora el ojiazul lo hiciera le parecía algo un tanto raro.

—Oh, no te sientas mal– Habló el de lentes en un intento por animar al de camiseta azul —Él sólo está concentrado, tal vez te haga caso después de clases– Mencionó, Keef decidió hacerle caso y esperar a que las clases llegaran a su fin para poder entablar una conversación con el castaño.

Los minutos pasaban y el pelirrojo no dejaba de lanzar una que otra mirada al chico de ojos azules sentado a su derecha, debía admitir que le parecía un tanto curioso el observar lo concentrado que estaba Zim en su trabajo; sin ser perturbado por nada que ocurriese a su alrededor.

Después de unas agotadoras y tediosas horas, la eskuela eventualmente llegó a su fin; el par de amigos se encontraban prácticamente a punto de salir del aula cuando Keef los detuvo.

—¿Creen que podría acompañarlos?– Preguntó el de camiseta azul

—¡Por supuesto!– Contestó el de gabardina con entusiasmo —¿Tú que opinas, Zim?– Preguntó a su acompañante, el castaño soló desvío ligeramente su mirada mientras asentía desinteresado; pues lo único que quería era largarse de ahí.

Los tres continuaron con su camino hacia la salida de aquel edificio, mientras el pelirrojo y el de lentes ocasionalmente hablaban de prácticamente cualquier cosa;  Zim permaneció el resto del camino con la vista en el suelo y con sus manos metidas en sus bolsillos, algunas veces jugando inocentemente con sus dedos.

•••

—¡Nos vemos mañana Zim!– Se despidió el de gabardina dejando al castaño y su hermano a una cuadra de su hogar.

El contrario se despidió de igual forma con una sonrisa mientras movía ligeramente su mano, los hermanos continuaron el resto del camino mientras Gir le contaba al mayor como había estado su día en la eskuela.

—... ¡Si!– Se escuchó al menor exclamar de repente con entusiasmo —¡Están aquí!, ¡vamos hermanito!– El pequeño de goggles corrió entusiasta hasta su casa, mientras el ojiazul sólo observaba estupefacto al vehículo frente a él.

Un auto que aparentaba ser un modelo estándar pintado de un color rojo obscuro, en la parte superior podían verse algunas maletas tanto rojas como moradas sobre él. Zim sólo pudo observar mientras unos cuantos nervios comenzaban a invadirlo por dentro

"Oh... Mierda, ahora no por favor", maldijo internamente para entrar a su casa, confirmando todas y cada una de sus sospechas al ver de quienes se trataba.

A•U•T•I•S•M  AU! [Invader Zim]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora