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Eventualmente el par bajó a la sala para esperar la llegada de sus padres, podría decirse que los aparentes nervios dentro del ojiazul no se habían calmado del todo; pues aún contaba con una pequeña inseguridad sobre el como reaccionarían sus padres al verlo con el brazo vendado y peor aún... Si se llegaban a enterar que llegó realmente tarde de la eskuela.

Ambos se sentaron en uno de los sofás, mientras que al parecer Gir lucía realmente concentrado en cada movimiento realizado por la pelimorada en su consola de videojuegos. Lo que cualquier otro día hubiesen sido horas y horas de pláticas completamente aleatorias, ahora era totalmente opacado por un silencio... Pero sin duda uno verdaderamente sepulcral; aparentemente ninguno de los dos tenía un buen tema de conversación.

Irónicamente eso era más que perfecto para Zim, pues nunca fue alguien conocido por "iniciar las conversaciones" (por decirlo así) el castaño prefería mil veces quedarse callado y simplemente relajarse con cualquier otra cosa antes que tener la obligación de hablar con alguien que seguramente terminaría por aburrirlo.

Puesto que al parecer las cosas durarían así un buen rato, optó por buscar sus audífonos y reproducir algo de música para pasar el rato; eventualmente comenzó a sonar la canción"Dig Down" interpretada por la banda Muse. Convenientemente no pudo preferir escuchar una mejor, pues consideraba dicha canción como una realmente relajante.

Los minutos transcurrían de un modo extremadamente lento a su parecer, el de camiseta rosa observaba ocasionalmente el reloj colgado en la pared; tan sólo deseando que su aburrimiento fuese interrumpido por la abrupta llegada de sus padres. Por otro lado, Dib sólo se dedicaba a mirar de reojo al contrario; quien se encontraba con su cabeza descansando suavemente sobre su mano.

Inconscientemente le dedicó una pequeña sonrisa, una que el ojiazul no notó; pues seguía concentrado de lleno en la música que escuchaba y en observar el gran y llamativo reloj colgado sobre la pared. El azabache debía admitir que era realmente adorable el ver a Zim cuando estaba totalmente concentrado en algo.

Tras unos minutos, el castaño se percató de la mirada del contrario; sólo se limitó a devolvérsela un poco confundido.

—...¿Qué?– Preguntó Zim un tanto confuso. Irónicamente su respuesta sólo lo confundió aún más, pues el de gabardina esbozó una pequeña sonrisa para posteriormente abrazarlo suavemente con uno de sus brazos.

De un modo inconsciente, y prácticamente como si fuera la única cosa que se le ocurrió, el ojiazul recostó su cabeza en el hombro del azabache; haciendo que este último se sonrojase un poco al sentir el contacto.

La paz entre ambos no duró mucho tiempo, pues tan pronto como se escucharon ruidos en la puerta principal indicando que alguien estaba por entrar; el par se separó rápidamente e intentaron actuar de un modo más natural posible. Después de todo su aparente relación sería un secreto... O al menos hasta que Dib estuviese seguro de que lo que sentía no se trataba de una simple fantasía hormonal.

El profesor ingresó al lugar siendo acompañado por los padres de Zim y Gir, aparentemente los había invitado a cenar según mencionó al darse cuenta que los mencionados se encontraban en la sala.

La incomodidad eventualmente volvió a instalarse entre los presentes durante y después de la cena, al parecer nadie tenía nada mejor de que hablar... Al menos hasta que uno de ellos notó la herida en el brazo del ojiazul.

—¿Qu-Qué te pasó en...–

—Me corté accidentalmente con un sacapuntas– Habló antes de que su padre pudiese continuar, el mayor sólo asintió un poco confundido; pues eso parecía demasiado vendaje para tratarse de una cortada tan simple como la que el chico describió. Sin embargo no tenía planeado discutir eso ahora.

Tras unos minutos (y en vista de que cada vez era más tarde) los adultos decidieron volver a casa. El ojiazul se despidió del de lentes dedicándole una sonrisa mientras movía ligeramente su mano, cosa que el contrario eventualmente imitó.

La familia abandonó el lugar y emprendió el camino hacia su hogar; una vez ahí los adultos detuvieron a su hijo mayor, pues tenían algo importante que decirle.

—Zim, ¿recuerdas a Roger?– Preguntó su madre, mientras que el chico ya tenía una idea de a donde iba todo eso al escuchar el nombre de aquel hombre.

—... Bi-Bien– Continuó su padre —Creemos que sería una buena idea, ya sabes... Que él te atienda en pequeñas sesiones– Al escuchar eso último la mente del ojiazul se llenó de múltiples dudas, "¿por qué demonios necesitaría más sesiones?", pensaba, "maldición, ojalá pudiera decirles sobre las que ya estoy teniendo junto a Dib".

—¡P-Pero no te preocupes!– Añadió la mujer en un tono entusiasta —No será por mucho tiempo, hablamos con él y creemos que estaría bien si pudiera trabajar contigo una vez a la semana... ¿Qué te parece?– Concluyó, el de camiseta rosa tenía todo un revoltijo en su mente; por un lado estaba el interés por aceptar (pues ya había descubierto que Roger no era tan malo como creía).

Mientras que por otro aún temía que el azabache tomará ello como una "traición", puesto que ya habían avanzado demasiado como para que alguien mandara todo a la mierda.

A•U•T•I•S•M  AU! [Invader Zim]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora