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Residencia Membrana, 6:24 de la tarde.

Aquel chico de lentes se encontraba recostado en su cama, mirando el techo de la habitación mientras se perdía completamente en sus pensamientos; pues había estado realmente confuso desde la reunión en casa de Zim el día anterior.

No podía olvidar la felicidad de este al abrir su regalo, así como tampoco olvidaba lo aterrado que estaba tras la llegada de Tak; aún tenía en mente la ciertamente desgarradora escena del ojiazul llorando a su hombro mientras temblaba a causa del miedo.

Soltó un ligero suspiro para intentar olvidar dicha escena, irónicamente las cosas "empeoraron" (por decirlo así). Pues, si bien logró sacar la escena de su mente, aún tenía la imagen del castaño rondando en ella; su sonrisa, su mirada y sobretodo su inexplicablemente adorable inocencia eran la clase de cosas que Dib más resaltaba respecto al ojiazul.

¿Desde cuando había comenzado a ver de ese modo al de vestimenta rosa?, pues bien; todo comenzó unas semanas después de su investigación respecto a la condición de este. El pelinegro había comenzado a poner en práctica todo lo que había visto en dicha investigación; desde informarse adecuadamente sobre las múltiples crisis por las que Zim podría pasar (y de ese modo saber que hacer en medio de estas) hasta ser lo más específico posible con él.

Todo parecía ir relativamente bien, casi no había malentendidos y el de gabardina procuraba que Zim estuviese "a salvo" (claro, sin llegar a ser sofocante).... Hasta que la pelimorada apareció.

Desde el momento en el que el castaño se mostró incómodo tras la llegada de Tak al aula, Dib supo que debía protegerlo más que nunca; y claramente no se equivocó. Después de la situación abrumadora e incómoda por la que Zim atravesó aquel día, y de la pequeña pelea que tuvo con la adolescente; el de lentes fue prácticamente consciente de una cosa... Para el castaño el mundo no era nada más que un desastre en toda la expresión de la palabra.

Por ende estaría dispuesto a cambiar esa perspectiva, le demostraría que en el mundo no sólo existen personas y situaciones malas; si no también cosas buenas que lo hacían un lugar más agradable.

Sin embargo, antes había una duda en su cabeza que debía responder... ¿Estaba enamorándose de él?; sería algo estúpido si se lo hubieran preguntado poco después de haber conocido al castaño. Irónicamente, ahora Dib no tenía idea de como responder a ello.

"¿Si?" ,"¿no?"... "No lo sé", eran algunas de las respuestas que tenía; al menos hasta el día anterior.

Después de desenmascarar las verdaderas intenciones de la pelimorada, ambos pasaron el resto de la tarde en la habitación del ojiazul; durante el tiempo que duró la visita del de gabardina, Zim aparentó estar más apegado a este. Podría decirse que ese era su modo de agradecerle por haberlo salvarlo del "infierno" que vivió durante años junto a Tak.

Cualquiera creería que eso debió haber incomodado a Dib, irónicamente estaría rotundamente equivocado; el pelinegro estaba encantado con la cercanía del ojiazul. Algunos pequeños abrazos y ocasionales risas abundaban entre ambos.

Mientras que el castaño creía que eso era algo "normal" entre amigos, podría decirse que Dib actuaba literalmente sin pensar ni una mierda en lo que hacía; pues no recordaba el momento en que comenzó a depositar suaves besos en las mejillas del ojiazul.

Tan rápido como había empezado, el de lentes reaccionó separándose del contrario mientras un ardor intenso se manifestaba en su rostro; Zim ladeó su cabeza confundido ante la acción del de gabardina, "no sabía que las personas podían cambiar de color", pensó al notar el gran sonrojo en el rostro de Dib. El castaño río inconscientemente al hacer una comparación mental entre el chico de lentes y un camaleón; pues (a juzgar por el modo en que su rostro cambió de color debido al sonrojo) no pudo evitar notar que parecía dicho animal.

A•U•T•I•S•M  AU! [Invader Zim]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora