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Las millones de estrellas eran visibles sobre el cielo nocturno, la imponente luna brillaba ligeramente dándole al lugar un aspecto relajante. A la distancia era divisible un pequeño velero flotando suavemente sobre las tranquilas aguas del océano, estas últimas actuando como espejo; pues estaban tan apacibles que perfectamente era posible ver el reflejo del hermoso cielo estrellado sobre ellas.

Eventualmente el ligero toque de una mano fue el encargado de perturbar momentáneamente la paz con la que el agua gozaba, Zim debía admitir que le agradaba bastante el sentir la humedad provocada al mojar ligeramente sus dedos con el agua bajo su aparente embarcación. El ojiazul esbozó una pequeña sonrisa y volvió a retomar su posición sobre aquel pequeño bote de vela.

Tras pasado un rato decidió recostarse a admirar las estrellas que abundaban sobre él, respiró hondo mientras sentía como el velero era suavemente mecido por el agua a su alrededor; cerró sus ojos para tomar una pequeña siesta y relajarse por completo. Irónicamente su tranquilidad no duraría mucho tiempo, pues rápidamente se percató de una pequeña perturbación... Curiosamente, esta vez no había sido su culpa.

Asustado, el castaño retomó rápidamente su posición y se puso alerta ante cualquier cosa que pudiese estar pasando. Revisó temeroso a los costados del bote en busca del causante de la aparente perturbación. Eventualmente pareció encontrarlo al distinguir la silueta de lo que aparentaba ser una especie de tiburón rondando cerca de la embarcación.

—¡Mierda!...– Exclamó ciertamente asustado, pues (al no contar con el viento necesario para que el velero avanzara) prácticamente podía darse por muerto.

Si bien el escualo no se encontraba lo suficientemente arriba en la superficie como para preocuparse, era claro que el sólo hecho de estar en la mira de uno de los grandes depredadores del océano ya era algo para preocuparse demasiado.

En medio de un aparente ataque de pánico, Zim había comenzado a moverse con desesperación por todo el bote... Cosa que irónicamente sólo empeoró todo. Pues el pequeño barco eventualmente se volteó dejándolo caer al agua, obviamente indefenso y sin nada que pudiese usar para defenderse del inminente ataque.

Aún más aterrado que antes, nadó con desespero hacia la superficie esperando poder regresar al velero a su posición actual, claro; sin llamar la atención del peligroso depredador. Rápidamente se apresuró en empujar el bote de modo que intentase regresar lo a su posición... Sin éxito alguno. Puesto que aparentemente no tenía otra opción, el ojiazul decidió subir a la embarcación estando aún volteada.

Tomó asiento como pudo mientras imploraba no resbalar de ahí al estar tan mojado, como si el pánico en Zim no fuera suficiente; pudo ver como la aleta dorsal del animal se asomaba de un modo amenazador sobre la superficie del agua. Su respiración había comenzado a agitarse notoriamente debido al terror que experimentaba.

Repentinamente pudo sentir como un rayo de aparente luz lunar lo iluminaba.

•••

Despertó soltando un sonoro grito de terror, siendo escuchado por prácticamente todos en aquella casa; quienes rápidamente se apresuraron en ir para tranquilizarlo. Eventualmente la puerta de su habitación comenzó a llenarse de pequeños golpes indicando a múltiples personas queriendo entrar.

El chico en el interior de esta se encontraba sentado y abrazando a su pequeño alce de peluche en un intento por recobrar la calma tras esa aparente pesadilla... Sólo que los golpes afuera no ayudaban mucho.

—¡Déjenme sólo, maldita sea!– Exclamó inconscientemente, de repente los golpes en el exterior se detuvieron; los adultos y la adolescente se miraron entre sí un tanto confusos.

Al final (puesto que tanto Zim como ellos querían volver a dormir) optaron por dejarlo en paz, claro, con excepción de Gir. El menor se quedó junto a la puerta para cuando su hermano mayor decidiera salir a hablar.

A•U•T•I•S•M  AU! [Invader Zim]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora