• C. 30 •

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Felix siguió al resto al elevador. Seguía nervioso por la experiencia ante el Consejo. Estaba orgulloso por haber permanecido tan tranquilo durante todo el procedimiento cuando, cada vez que miraba sus rostros, pensaba en la pequeña Olivia, oía los disparos, volvía a recordar que estas eran las personas que habían prometido proteger a su familia y la habían traicionado.

—Bueno –dijo Minho animadamente cuando se cerraron las puertas del elevador tras ellos—, podría haber sido peor. Ellos dicen período de prueba, yo digo vacaciones.

—Es cierto —dijo Jisung, desplomándose contra la pared—. Yo tenía miedo de que nos apartaran de la vigilancia de las calles para siempre y nos obligaran a… no sé… realizar tareas administrativas o algo así —dirigió una mueca a Felix—. A propósito, lamento la tarea que te asignaron. Suena terrible.

Felix encogió los hombros.

—El aburrimiento es mi peor enemigo. Siempre me gusta entretenerme con algo.

En realidad, no se le ocurría una mejor tarea. ¿La posibilidad de ingresar en la base de datos del arsenal y en el sistema informático? Resultaba irresistible. A esta altura, cualquier cosa que acelerara el proceso de descubrir información nueva y valiosa sería bienvenido. Cualquier cosa para sacar a Siwon, Hwa e, incluso, por momentos, a Phobia de “su” casa. No había pasado ni un día y ya le carcomía la ansiedad, seguro de que algún Renegado decidiría investigar al nuevo recluta solo para encontrar su hogar invadido por Anarquistas.

Además, no podían evitar los túneles para siempre, por mucho que disfrutaran de la luz del sol y de la vida vegetal sobre su propia parcela de tierra. Incluso si aquella parcela de tierra fuera más pequeña que una bolsa de dormir y la vida vegetal no fuera más que ortigas y dientes de león. Había escuchado esta mañana a Hwa diciendo que no se valoraba adecuadamente a los dientes de león.

El elevador descendió hasta la planta baja y salieron al vestíbulo.

—¿Alguien quiere almorzar? —preguntó Minho—. Hoy es día de tacos.

—Yo iré a visitar a In —dijo Hyunjin, levantando la mirada hacia el puente colgante—. Estoy seguro de que ha estado toda la noche mirando noticias sobre el
incendio de la biblioteca.

El pulso de Felix se aceleró. Aunque últimamente su foco se había centrado
en el Centinela, seguía sintiendo una gran curiosidad por JeongIn. Él Bandido. Aún sabía tan poco acerca de él, de sus habilidades o del motivo por el cual lo tenían aislado en cuarentena.

—¿Puedo ir también?

Hyunjin lo miró sorprendido, pero a él le pareció que le agradó la idea.

—Claro, si lo deseas.

Al llegar fuera del área de encierro, In martillaba el techo de la biblioteca de Cloven Cross. Trozos de cristal se hallaban desperdigados alrededor de sus rodillas, pero, si temía cortarse, no se notaba. Por lo menos, llevaba gafas protectoras mientras pulverizaba la maqueta.

Hyunjin golpeó el cristal.

Cuando In no dio señales de haberlo oído, Hyunjin golpeó aún más fuerte.

El niño se sobresaltó y miró por encima del hombro, empujando las gafas sobre su mata de cabello. Esbozó una sonrisa amplia, y resultaba tan extraña la combinación de aquella sonrisa brillante, las gafas, el martillo y la biblioteca derruida que Felix no pudo reprimir una carcajada.

—No está mal —comentó Hyunjin, girando un dedo en dirección a la biblioteca—, aunque debes destruir más el lado este. Aquella pared prácticamente ha desaparecido.

—Aún no había terminado —dijo JeongIn, con cierta terquedad. Se puso de pie, cruzó los brazos y observó la ciudad a su alrededor—. Estaba pensando, ahora que la Detonadora ha vuelto a estar activa, seguramente tendré que reestructurar muchos edificios en las siguientes semanas.

SUPERHERO   •   [Hyunlix]  •  ADAPTACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora