• C. 133 • [44]

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Felix apoyó su mejilla contra el suelo áspero de madera y comenzó a llorar. No era consciente de nada más que del ardor, el calor y el dolor. Deseaba poder dormirse a sí mismo. Preferiría estar inconsciente y vulnerable a tener que soportar esto.

Preferiría estar muerto.

Algo hizo ruido en el suelo y aterrizó en su estómago.

Temblando, Felix abrió sus ojos hinchados y vio el cuchillo. Hyunjin estaba acercándose a él de rodillas. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, se acostó para que sus rostros quedaran a centímetros de distancias. Había tanta preocupación en sus rasgos que Felix comenzó a llorar con más fuerza.

—Felix —dijo. Gentil. Amable—. Puedo ayudarte, pero tienes que desatarme. ¿Puedes hacer eso?

El chico inclinó la cabeza y tosió sobre el suelo de madera. Las palabras de Hyunjin parecían lejanas. Imposibles. Felix no creía que pudiera sentarse, mucho menos manipular un cuchillo. Ni hablar de hacer algo útil. Pero tenía que hacer algo. No podía simplemente quedarse allí llorando.

—Lo sé —susurró Hyunjin, rozando su frente con la de él —. Lo sé.

Felix esnifó. Con dificultades para respirar, asintió temblorosamente. Aunque su piel estaba en llamas y sus músculos estaban tan tensos como una cuerda, colocó sus codos debajo de su cabeza y se obligó a incorporarse, luego volvió a apoyarse sobre su cadera. Se mordió la lengua para contener un grito de dolor, cada movimiento hacía que el veneno ardiera en sus venas.

Hyunjin se sentó para que él pudiera ver sus manos. Felix miró fijamente a las cuerdas por lo que parecieron siglos. Su visión estaba borrosa. Su mente se negaba a funcionar.

—¿El cuchillo? —preguntó Hyunjin.

Felix lo tomó y se aferró a él tan fuerte como pudo con una mano. Con la otra, sostuvo la muñeca de Hyunjin mientras comenzaba a serruchar las cuerdas.

Tardó una eternidad, pero Hyunjin fue paciente y hasta inclinó su cuerpo lo mejor que pudo para facilitarle las cosas, aunque las ataduras deberían estar enterrándose en sus brazos.

Cuando cayó la última soga, felix soltó el cuchillo y colapsó con un gruñidos Hyunjin lo volteó y lo sujetó en sus brazos. Felix no pudo devolver el abrazo, solo pudo hundir su cabeza en el espacio entre su garganta y su pecho.

Estaba llorando otra vez.

Manteniendo un brazo alrededor de él, Hyunjin llevó su otra mano a la cintura de Felix, buscaba algo en su cinturón. Felix estalló en una risa histérica cuando se le ocurrió que esto, todo esto, podría ser Hyunjin preparándose para traicionarlo. Podría matarlo con facilidad o atarlo con sus propias cuerdas o levantarlo y lanzarlo por la torre.

Probablemente, se lo merecía.

En cambio, sintió un bolígrafo sobre la piel detrás de su oreja. Hyunjin se movió levemente y Felix sintió cómo dibujaba algo en su nuca. Después de un momento, sintió algo húmedo, frío y tranquilizador sobre la
herida punzante. Suspiró, prácticamente en éxtasis por semejante alivio.

—El Talismán de la Vitalidad te está protegiendo —dijo Hyunjin—. Caso contrario, probablemente estarías muerto por tener todo este veneno en tu cuerpo.

—Siento como si me estuviera muriendo —respondió, las palabras se mezclaron entre sí en algo casi coherente.

—Lamento que no haga más para ayudar al dolor, pero créeme, sería peor sin él.

Hyunjin bajó el cierre de la chaqueta de Felix y se la quitó, removió cada manga con cuidado. El chico gimió cada vez que la tela rozaba contra las ronchas hinchadas.

SUPERHERO   •   [Hyunlix]  •  ADAPTACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora