El globo chocó contra un edificio justo al sur de Bracken Way.
Felix saltó fuera de la barquilla antes que golpeara la acera y desapareció entre las sombras de una calle aledaña. Sabiendo que los Renegados estarían rastreando el globo y buscándolo, obligó a sus piernas a recorrer casi tres kilómetros de callejones y patios vacíos hasta que, por fin, pudo caer desplomado detrás de un lavadero y de un restaurante que anunciaba teriyaki y hamburguesas de queso. Se recostó sobre el concreto, mirando a través de las rejillas de la escalera de incendio y de la cuerda para tender la ropa, en la que colgaban interiores y toallas, hacia el ligero destello de cielo entre las fachadas de ladrillo. La grava se hundía en su espalda y le dolían todos los músculos, pero era un alivio quitarse la capucha y el antifaz. Respirar aire fresco, incluso si olía a lubricante viejo y a ajo y, cada tanto, a un tufillo de perro mojado.
Solo cuando vino un perro mojado de verdad y se puso a olisquear alrededor de su cabeza, le apartó la nariz con la mano, se levantó de la acera y comenzó a volver a casa.
A las sombras y a la miseria de la vida cotidiana.
Caminó durante más de una hora antes de llegar a una de las entradas clausuradas del metro. Conectaba con la red de túneles que los Anarquistas habían tomado después de que la victoria de los Renegados los hiciera pasar a la clandestinidad. Durante los últimos ocho años, el Consejo había estado diciendo que iba a volver a acondicionar y poner en marcha el sistema de metro pero, por lo que veía Felix, no había habido ningún avance. Dudaba de que aquello sucediera en el corto plazo.
Pasó con dificultad el tablero de contrachapado y se deslizó dentro.
A medida que descendía las escaleras, quedó envuelto en la oscuridad. Recién
cuando llegó al primer rellano y se volteó hacia el segundo, tomó la delgada linterna del cinturón y la encendió. La luz danzó sobre los trazos familiares de grafitis, los letreros que anunciaban libros que habían estado fuera de circulación hacía mucho tiempo y espectáculos que no habían salido de gira por Gatlon durante más de treinta años.El sistema de metro se había venido abajo con el gobierno, cuando comenzó la revolución de Ace y los túneles se habían convertido en un refugio para quienes buscaban un solaz del caos que había arriba. Como mínimo, ofrecían protección y anonimato, y eso era algo. Ahora los túneles abandonados les pertenecían a los Anarquistas; al menos este rincón del laberinto, con sus vagones desvencijados, sus vías cubiertas de basura y una oscuridad que parecía permear las mismas paredes.
No habían pasado exactamente a la clandestinidad: los Renegados sabían
dónde encontrarlos. Pero hacía años, tras la batalla de Gatlon, Siwon le había ofrecido una tregua al Consejo. Así la llamó él: una tregua. Aunque Yuna dijo que solo era un acto de denigración. Aun así, el Consejo había aceptado sus términos. Los pocos Anarquistas que sobrevivieron tendrían permiso de gozar de este pequeño espacio de autonomía, este simulacro patético de vida subterránea, siempre y cuando no volvieran a emplear jamás sus habilidades contra los Renegados ni contra la población.Felix aún no sabía qué había pasado por la cabeza de los miembros del Consejo para aceptar la oferta cuando aquel día podrían haberlos reunido fácilmente y metido en prisión. Tal vez, el sentido de superioridad moral que los guio, cualquiera haya sido, desapareció cuando observaron al Capitán Chromium emerger de las ruinas de la catedral con el casco de Ace Anarquía ensartado en su lanza. Tal vez, se compadecieron de los Anarquistas que habían perdido todo tan de golpe: la batalla, su líder, su hogar. O tal vez simplemente creyeran que, sin Ace, los Anarquistas ya no representaban una amenaza. Los Renegados seguían visitándolos cada tanto, incursionando en los túneles, para asegurarse de que los Anarquistas no estuvieran ocultando armas ilegales ni “causando problemas” pero, salvo eso, los dejaban más o menos a su suerte.
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SUPERHERO • [Hyunlix] • ADAPTACIÓN
FanficEncontrar amor donde buscaba venganza... Encontrar venganza dónde una vez hubo amor... Felix decidió unirse al equipo de sus rivales con un único objetivo en la mente: Vengarse.