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Hongjoong Kim sostuvo el títere entre ambas manos, escudriñando su rostro entristecido con aparente indiferencia.

Hyunjin no había sabido qué esperar
cuando le trajo el muñeco. La terapeuta había insistido en estar allí, señalando que los objetos que revestían importancia y tenían un valor afectivo para los pacientes podían desencadenar ataques emocionales muy intensos, tanto positivos como negativos. Así que había estado preparado para chillidos exultantes o lágrimas de desdicha. Pero no para la apatía total. O incluso para la confusión.

Hongjoong inclinó la cabeza de lado a lado. Parecía estar examinando el rostro del muñeco, pero Hyunjin no tenía idea de para qué.

—¿Y? —preguntó finalmente. Su paciencia había llegado a su fin. La terapeuta le dirigió una mirada contrariada, que ignoró—. Es Hettie, ¿verdad?

—Sí —respondió Hongjoong Kim—. Es Hettie —frotó con la yema del pulgar la lágrima negra sobre la mejilla del títere, como intentando quitarle la pintura. No funcionó. Sosteniendo el muñeco con ambas manos, lo levantó a la altura de los ojos y susurró:

—Tú me hiciste esto.

Hyunjin echó un vistazo a la terapeuta. Parecía preocupada, como preparada para intervenir y desviar su atención hacia asuntos más alegres ante la primera señal de problemas.

Carraspeando, avanzó un paso con disimulo.

—¿Qué le hizo Hettie, señor Kim?

Hongjoong levantó la mirada, sobresaltado. Parecía haberse olvidado de que estaban allí. Luego torció el labio, irritado.

—Hettie es un títere —dijo, sacudiendo el muñeco de modo que la cabeza de madera se bamboleó de un lado a otro—. No puede hacer nada para lo que no fue hecho.

La terapeuta parpadeó.

—Sí —respondió lentamente—, pero usted dijo…

—Es lo que simboliza —explicó Hongjoong. Su indiferencia desapareció, y de pronto la emoción se esculpió en su rostro. Su ceño se arrugó, sus ojos ardieron. Empezó a respirar con dificultad—. ¡Es lo que él hizo! —con un
alarido, jaló el brazo hacia atrás y arrojó el títere. Golpeó la pared con un sonido hueco y cayó al suelo, sus extremidades extendidas en ángulos grotescos.

Hyunjin observó, paralizado, y se preguntó por un instante si debía regresar en una hora o dos. Pero luego el Titiritero tomó una profunda inhalación y rio, casi tímidamente.

—No quise hacer eso —lo miró—. ¿Podrías devolvérmelo, por favor?

Cuando la terapeuta no objetó, este levantó el muñeco del suelo. Hongjoong lo arrebató de su mano y pasó otro momento intentando quitarle la lágrima, raspándola con la uña. Luego soltó un resoplido irritado y ocultóa Hettie contra el lado de su cuerpo.
Su mirada se volvió a encontrar con la de Hyunjin y encogió los hombros, un poco abatido.

—No debí descargar mi ira en el pobre
Hettie —dijo, palmeando el esponjoso cabello color naranja del muñeco—. En realidad, no es culpa suya.

Hyunjin forzó una sonrisa, sin saber cómo responder. Esperó diez segundos enteros antes de alzar las cejas.

—¿Entonces?

—¿Entonces? —preguntó Hongjoong.

El puño de Hyunjin empezó a crisparse. Lo hundió en su bolsillo intentando que fuera menos obvio.

—Teníamos un acuerdo. El títere, a cambio de información. Prometiste decirme quién mató a mi madre.

Hongjoong chasqueó la lengua.

SUPERHERO   •   [Hyunlix]  •  ADAPTACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora