Felix prácticamente había terminado de limpiar el desastre cuando se oyó un timbre dentro de la bóveda. Inclinó la cabeza, haciendo una mueca. Parecía la alerta de la recepción, pero… era demasiado temprano para que hubiera llegado alguien, ¿verdad?
Esperó hasta oír el timbre por segunda vez. Suspirando, se dirigió al sector delantero del depósito. Una muchacha se hallaba de pie delante de la mesa de recepción, tamborileando los dedos sobre el mostrador.
Felix demoró sus pasos.
Los ojos color azul hielo de Nayeon fueron al encuentro de los suyos; luego descendieron recorriendo la longitud del trapeador. Sus labios se torcieron levemente.
—Primero te pasaron de las patrullas a las obligaciones administrativas, ¿y ahora te han rebajado de categoría para realizar tareas de limpieza general? Tu familia debe estar tan orgullosa.
Felix apretó los dientes… más por la frívola mención de su familia que por el intento pretencioso de insultarlo.
Durante su tiempo simulando ser un Renegado, se había visto obligado a admitir que muchos Renegados tenían buenas intenciones aunque fueran parte de una jerarquía social que resultaba perjudicial. Pero también había tomado incluso más conciencia de que muchos otros ansiaban ejercer la autoridad sobre aquellos que consideraban inferiores, y Frostbite estaba entre los peores. Allá cuando los Anarquistas vivían en los túneles subterráneos, su equipo había realizado visitas frecuentes, burlándose de los Anarquistas, destruyendo su propiedad, desperdiciando sus recursos… todo con la excusa de “mantener la paz”. Felix la despreciaba, junto a su equipo, más de lo que despreciaba a la mayoría de los Renegados.
—No hay trabajos poco importantes —señaló, apoyando el trapeador contra el escritorio de Snapshot—, solo individuos pretenciosos y mezquinos que buscan exagerar su propia importancia a costa de desalentar a los demás —estampó una enorme sonrisa en su rostro, rodeó el escritorio y encendió la computadora—. ¿Puedo ayudarte con algo?
Nayeon levantó la tablilla sujetapapeles con los datos del formulario de préstamo y lo arrojó en dirección a Felix.
—Necesito el Silenciador de Convulsión.
Felix examinó la primera página de la carpeta y advirtió que Nayeon ya había empezado a rellenar los datos del préstamo.
—¿El Silenciador de Convulsión? —preguntó escéptico—. ¿Qué es eso?
La Renegada la miró en silencio por un largo instante.
Felix la miró fijo a su vez. Habiendo cultivado una reserva de paciencia eterna, era bastante bueno en un duelo de miradas.
Finalmente, Nayeon suspiró, un tanto exasperada.
—¿Su Silenciador de Sonido ? Se supone que la gente de este departamento debe ser útil.
Ahora que Felix lo pensó, el Silenciador de Sonido le resultó conocido: un metrónomo que, cuando el péndulo oscilaba de un lado a otro, creaba un perímetro insonorizado más allá del área donde se oían los pulsos.
—¿Para qué lo necesitas? —preguntó Felix, colocando la tablilla sujetapapeles sobre el escritorio.
—Disculpa —gruñó Nayeon—, ¿se supone que tienes que hacerme preguntas o traerme lo que te pido?
La sonrisa edulcorada de Felix reapareció.
—En realidad, que tengo que proteger a las personas inocentes y defender la justicia. Así que, repito la pregunta: ¿para qué lo necesitas?
Pequeños cristales de hielo empezaron a formarse alrededor de las puntas de los dedos de Nayeon, crujiendo contra las mangas de su uniforme. Felix se dio cuenta de que pensaba que esta conversación era una pérdida de tiempo absoluta. Le provocó cierto placer.
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SUPERHERO • [Hyunlix] • ADAPTACIÓN
FanfictionEncontrar amor donde buscaba venganza... Encontrar venganza dónde una vez hubo amor... Felix decidió unirse al equipo de sus rivales con un único objetivo en la mente: Vengarse.