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—Vaya —dijo Hyunjin, acercándose para situarse junto a el—. Quién hubiera creído.

Parecía tan asombrado como se sentía Felix, pero era imposible. Este era su sueño, pero la pintura de Hyunjin. Su visión. Su magia.

¿Su estrella?

Felix hizo un gesto de desconcierto. Era realmente una estrella. Por lo menos, creyó que debía serlo. Una única esfera fulgurante flotaba entre las manos de la figura. No era más grande que una canica, y no más difícil de mirar que la estrella más brillante del cielo nocturno. Su luz iluminó sutilmente el mundo fantástico que los rodeaba.

Era magnífico, y era exactamente como el sueño de Felix. De niño, en su estado de delirante inconsciencia, había sabido que era una estrella, y ahora lo sentía igual de poderosamente, aunque todo lo que sabía de astrofísica le decía que no era posible. Pero vamos, muchas de las cosas que hacía Hyunjin no parecían posibles.

Una estrella.

Ni Felix ni él dijeron una palabra durante un largo rato. El recinto se hallaba en silencio, pero había algo acerca de la jungla que él había creado, la jungla, pensó Felix con perplejidad, la jungla que creo, que daba la impresión de vida y ruido, de tibieza y crecimiento, de fértil permanencia.

Por fin, Hyunjin carraspeó.

—Eso no estaba en el mural.

—Lo sé —dijo Felix, recordando la estatua en la pintura, y de cómo la había dibujado de modo que solo se pudieran ver su espalda, no sus manos.

—¿Fue intencional? —preguntó el tras otro momento de reflexión.

—Tal vez —respondió él—. Estaba pensando en tu sueño cuando lo hice.

—¿Qué hace? —preguntó, lo cual pudo haber sido una pregunta extraña.

¿Qué hacía cualquier estrella?

Pero Hyunjin solo encogió los hombros.

—Es tu estrella. Dímelo tú a mí.

El se mordió el interior de la mejilla. ¿Era su estrella?

—No lo sé. Desperté antes de que ocurriera algo.

Una parte de el quería estirar la mano y tocarla. La estrella emanaba una tibieza reconfortante, y no creía que la quemara como un sol real en el universo real. Pero le preocupaba romper el hechizo si la tocaba. Quizás se desvanecería. O, peor, quizás no sucedería nada. No sabía cuál de los dos era más responsable de darle entidad a esta estrella a través de un sueño, si él o Hyunjin, y no quería arriesgar un desengaño descubriendo que no era más que un bonito efecto visual.

Inhaló el aroma de las hojas empapadas de rocío y las flores embriagadoras. Cerrando los ojos, se hundió en el suelo y se sentó con las piernas cruzadas sobre el suave musgo. Era fácil ceder a la tranquilidad de este lugar. Creer que este era el mundo real dentro de cientos de años. La ciudad había caído, y ya no había más villanos ni superhéroes. No más Anarquistas, no más Renegados, no más Consejo. No más luchas por el poder. Sencillamente, se había acabado todo.

Abrió los ojos en el momento en que Hyunjin descendió al suelo junto a él, con un poco de rigidez, intentando no doblar el cuerpo alrededor de la herida en el costado.

—¿Es terrible —preguntó— que tenga que caer la humanidad para que me sienta tan relajado?

Le llevó un momento responder, pero parecía serio al hacerlo.

—Un poco.

Felix rio, esta vez una carcajada de verdad.

Él también soltó una risita.

SUPERHERO   •   [Hyunlix]  •  ADAPTACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora