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Despertó con el sonido de pájaros. En aquel lugar confuso entre la vigilia y el sueño, parecía completamente normal que el arrullo de las palomas y el chillido de los cuervos hubieran sido reemplazados por el gorjeo y cotorreo de criaturas mucho más exóticas.

La tranquilidad duró solo un instante. Abriendo los ojos con brusquedad, Felix se incorporó hacia arriba, una mano hundida en el musgo y la otra aterrizando sobre un par de auriculares desechados. Una manta cayó alrededor de sus caderas.

—Cielos —dijo Hyunjin. Se hallaba sentado a unos metros, con la espalda contra la estatua. Un enorme cuaderno descansaba a su lado, con un lápiz apoyado en el margen interior. Desde donde estaba, Felix alcanzó a identificar un tucán dado vuelta y a medio dibujar.

Sonrió.

—Para alguien que nunca, nunca, nunca duerme, cuando quieres puedes dormir como un profesional.

Felix palmeó sus ojos, intentando sacudirse la modorra.

—¿Qué hora es?

—Casi las cinco —dijo—De la tarde... Has estado durmiendo casi veinticuatro horas seguidas. Lo cual, según mis cálculos, quiere decir que no estás ni cerca de haberte puesto al día —su expresión se tornó seria, y una pequeña arruga se formó sobre el puente de sus gafas—. Intenté llamar al
número que hay en tu expediente para avisarle a tu tío dónde estás, pero decía que lo habían desconectado. ¿Hay algún otro número que deba probar? Debe estar preocupado.

Lo miró parpadeando, perplejo, incapaz al principio de distinguir entre el “tío” fingido, mencionado en sus papeles oficiales, y Ace. Sentía la cabeza llena de pesada niebla y se preguntó si todo el mundo se despertaba… tan grogui. Esa era la palabra para ello, ¿verdad? ¿Grogui? ¿Cómo lo soportaba la gente?

—No, está bien —dijo, sacudiendo la cabeza—. Está acostumbrado a que desaparezca de noche y no regrese durante varios días. Es difícil estar encerrada mientras todo el resto de la gente duerme. Además, ahora que realizo turnos de patrullaje… —rastrilló los dedos a través del cabello, intentando quitar algunos nudos—. En fin, revisaré… eh… mi expediente. Probablemente, ingresaron mal el número —se volvió a frotar las pestañas y le sorprendió hallar pequeñas secreciones blancas adheridas—. ¿Realmente dormí durante…? —quedó paralizado, una punzada de pánico surcó sus miembros—. ¿Crees que es a causa de In? ¿Será algún tipo de secuela?

—¿Qué, no crees que puedan reconocerse los méritos de mis auriculares mágicamente eficientes y anti-ruidos?

Fel frunció el ceño, incluso mientras sus dedos se posaban sobre ellos. Pero luego advirtió que estaba bromeando.

—En realidad, lo pensé. Podría estar relacionado. JeongIn mencionó estar padeciendo un ligero insomnio desde que estuviste aquel día en el área de cuarentena. Sabemos que obtuvo una pequeña porción de tu poder. Quizás ahora puedas dormir, pero por elección y no por necesidad… O quizás… se deben dar las condiciones adecuadas —dirigió una mirada reflexiva a los auriculares.

Felix los rodeó con los dedos. Incluso ahora, después de tantos años, podía oír los disparos en la cabeza con fuerza ensordecedora. No estaba convencido de que un par de auriculares le dieran paz a su mente tras diez años de terror. O quizás no tuviera que ver en absoluto con los auriculares. Se sonrojó, recordando lo que sintió al reposar la cabeza en el pecho de Hyunjin para oír los latidos de su corazón. Hubo un sentimiento que no recordaba haber experimentado desde pequeño.

La sensación increíble de estar a salvo.

Hyunjin lo observaba con expresión seria.

—No te preocupes, Felix —dijo, inclinándose hacia el—. Hace semanas que entraste en contacto con In, y esta es la primera vez que duermes desde entonces. Estoy noventa y nueve por ciento seguro de que sigues
siendo un prodigio a pesar de ello.

SUPERHERO   •   [Hyunlix]  •  ADAPTACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora