• C. 34 •

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Hacía nueve horas que tenían a Felix en una cama, en el ala médica, y no le hacía ninguna gracia. No había dormido nada pero, a los sanadores, les parecía importante tenerlo en observación durante, por lo menos, veinticuatro horas e, idealmente, hasta setenta y dos, para ver el tipo de síntomas que podía sufrir tras estar expuesto a JeongIn.

Al principio, cuando se lo dijeron, se rio. ¿Setenta y dos horas? ¿Atrapado aquí, en una cama? ¿Sin dormir? ¿Sin otra cosa para entretenerse que una pila de Gatlon Gazette y una pantalla de TV que solo parecía transmitir noticias, que a su vez eran un bombardeo constante de críticas respecto del manejo de los Renegados de la situación de la biblioteca? ¿Sin que siquiera les viniera en gana darle una de sus habitaciones privadas?

No le pareció.

Insistió en que se sentía perfectamente bien, pero no dejaban de recordarle que era imposible saber aún si sus poderes habían sido afectados. Aunque estuviera lleno de energía y despiertp, podía ser el resultado de la adrenalina y del hecho de que su reloj interno estuviera recuperando el equilibrio. La mayoría de las personas se sentía perfectamente bien a la una de la tarde, y la mayoría de las personas podían, a fuerza de voluntad, mantenerse despiertas durante varios días antes de que sus cuerpos las obligaran a tomar el descanso que necesitaban.

Sencillamente, era demasiado pronto para saber si Felix  continuaba siendo un prodigio. Si bien entendía la lógica, no disminuía su frustración. Si solo pudiera salir de aquí, le llevaría alrededor de cinco minutos treparse a un autobús urbano, encontrar algún pasajero desprevenido y emplear su verdadera habilidad para dormirlo. Entonces estaría seguro de si sus poderes seguían o no siendo funcionales. Sería mucho más eficiente que estar atrapado aquí dentro, sin hacer nada.

Encima de eso, Hyunjin no tuvo que permanecer en el ala médica. Dijeron que ya había demostrado que su don seguía intacto, pero Felix sospechó que tenía cierto margen para soslayar las reglas porque era, ya saben, Hyunjin Bang.

Felix se hallaba farfullando para sí, escudriñando el periódico por si acaso
hubiera pasado por alto alguna noticia que, de pronto, se hubiera vuelto más interesante ante su aburrimiento cuando un golpe en la puerta atrajo su atención hacia arriba.

Parada al pie de la cama estaba Monarca, con el puño aún levantado contra el marco de metal del que colgaban las cortinas de privacidad.

—Hola —dijo con una sonrisa pequeña e incierta—. Oí lo que sucedió anoche. Pensé en traerte un paquete con lo que te hiciera falta.

Levantó una bolsa de papel.

Felix se quedó mirándola un buen rato. Más de lo que seguramente resultaba amable. Parecía una trampa. Hasta ahora, la única interacción con Yeji había sido en la sala de entrenamiento, pero cuando se marchó no supo si le caía bien o si Yeji confiaba en él.
Finalmente, se obligó a incorporarse, apoyando la espalda contra las almohadas. Miró la bolsa con desconfianza.

—Gracias…

Yeji comenzó a reír y se acercó, dejó caer la bolsa sobre el colchón, contra las piernas de Felix.

—La comida aquí no es terrible, pero tampoco es la mejor del mundo. Jisung
me mantuvo bien provista mientras me recuperaba, así que quise continuar con la cadena de favores —hurgó en la bolsa, sacando algunos artículos selectos para
mostrarle a Felix—. No sabía si eras de lo dulce, lo salado o ninguna de las anteriores, así que traje un surtido. Algunos pretzels, un poco de chocolate, chips de frutos secos si es lo que te gusta. Y lo más importante: material de lectura. Porque no podemos leer la Gazette durante mucho tiempo antes de terminar amargados y descorazonados —hurgó en las profundidades de la bolsa y sacó cuatro libros de tapa blanda, cada uno con los bordes de las cubiertas dobladas y los lomos endebles. Parecía que habían sido muy amados a lo largo del tiempo—. Un thriller, una novela romántica, un libro de no ficción —levantó el libro de no ficción, con una enorme nave de guerra en la cubierta— por si te gusta la historia. Pertenecía a mi papá. Sinceramente, no sé si es bueno. Y, por último, mi favorito —el último libro representaba a una mujer enfundada en una armadura, que cabalgaba sobre un dragón—. No te dejes llevar por las ilustraciones cursis. La historia es genial.

SUPERHERO   •   [Hyunlix]  •  ADAPTACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora