•: C. 88 :• [45]

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Quería ir tras él.

Una parte enorme y furiosa de él quería perseguirle. Arrancarle la máscara, obligarle a enfrentarlo, a mirarlo a los ojos, a decirle por qué haría algo así. Destruir el hogar de JeongIn, su ciudad de cristal, su vida, y luego atacarlo… ¡atacar a un niño!

¿Qué propósito…? ¿Qué diablos creía poder
conseguir…?

Pero no fue tras él.

En parte porque ya conocía la verdad. JeongIn había ayudado a derrotar a Ace Anarquía, y ahora Nightmare intentaba cobrarse venganza contra él.

Y no fue tras él porque… Porque…

—In —dijo. Un sollozo ahogó la palabra.

Cayó de rodillas sobre el cuerpo del niño e hizo lo posible por recordar el entrenamiento que habían recibido. Cómo lidiar con diferentes heridas para mantener a sus camaradas a salvo el tiempo que hiciera falta hasta que un sanador pudiera llegar hasta ellos.

Pero jamás había visto algo así.

Alguien ya había levantado la camisa de JeongIn, dejando expuesto un profundo corte bajo las costillas. Había sangre, pero también había hielo. Escamas de escarcha quebradiza y blanca se extendieron sobre su piel, formando una barrera protectora sobre la herida. Sin duda, arrebatada a Im Nayeon. Pero incluso con el hielo, la sangre bajo su cuerpo era pegajosa y espesa. El corte era profundo; quizás hubiera perforado un órgano… el riñón, el estómago, los intestinos.

¿Cuánto tiempo le quedaba?

Los brazos de Hyunjin temblaron al ahuecarlos bajo el cuerpo de JeongIn y levantarlo con la mayor ternura posible.
Nightmare había desaparecido. A pesar de su furia, apenas recordaba su partida. Solo estaba JeongIn. Cuya piel parecía tan delgada como papel de seda. Cuyo pecho apenas se elevaba con cada aliento.

Abrazando al muchacho con fuerza, salió corriendo del edificio. Afuera, a la calle, donde incluso ahora podía oír las sirenas acercándose. Y también, el Consejo, el resto de los Renegados, habiéndose enterado del ataque de Nightmare, acudieron a toda prisa a la escena del crimen. Habían llegado demasiado tarde. Hyunjin solo esperó que él no.

Dándoles la espalda a las sirenas, echó a correr. No… voló. Los sanadores estaban todos en la gala. Todo el mundo estaba en la maldita gala, y el hospital estaba a diez kilómetros de distancia. Hyunjin solo podía pensar en la sangre que tenía en las manos, en los débiles alientos de JeongIn que sacudían su pecho delgado, y en el hecho de que ninguna cantidad de puntadas que dibujara alcanzaría para impedir que la vida se le terminara escurriendo. El hielo le había ganado tiempo, pero de todos modos estaba muriendo.

JeongIn estaba muriendo.

Y el hospital quedaba a diez kilómetros. Hyunjin jamás se movió tan rápido en su vida. Su mundo entero se transformó en un túnel, angosto y oscuro. Solo vio obstáculos… los edificios a su paso y las calles atestadas de tráfico. Solo vio el hospital aguardando en la cima de la colina, demasiado lejos, luego más cerca, y más cerca, mientras saltaba de un tejado a una escalera de incendios, a una torre de agua, a un viaducto. Todo el tiempo aferró con tanta fuerza el cuerpo de JeongIn que percibía el leve revoloteo de los latidos de su corazón, incluso a través del traje acorazado. No, probablemente estuviera imaginándolo. O fueran sus propios latidos, erráticos y desesperados.

Oyó el viento y el golpe duro de botas sobre el concreto. Otro salto, otro tejado, otro edificio, otra calle que se desdibujaba abajo, y el hospital… cada vez más cerca, pero nunca lo suficiente.

No mueras, resiste, nos falta poco para llegar. Yo te llevaré allí, no mueras

Y luego había llegado, habiendo transcurrido toda una vida en los minutos –¿o fueron segundos?– desde que salió a toda velocidad del cuartel general. Tan rápido salió que las puertas automáticas no tuvieron tiempo de registrarlo y se estrelló contra ellas, protegiendo el cuerpo de JeongIn lo mejor que pudo en medio de una lluvia de cristal a su alrededor. Gritos y exclamaciones. Cuerpos huyeron a toda velocidad del infame prodigio que acababa de irrumpir en el área de espera de la sala de emergencias.

SUPERHERO   •   [Hyunlix]  •  ADAPTACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora