•: C. 86 : • [43]

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Hyunjin miró la oscura cavidad, rodeada de los vestigios de la catedral. Jisung y Minho se hallaban parados junto a él, sumidos en el mismo silencio. Jamás habrían descubierto la escalinata si las mariposas de Yeji no se hubieran agrupado en torno a ella, formando una guardia muda y trémula en la entrada. Las escaleras eran invisibles hasta que se estaba justo encima de ellas, disimuladas hábilmente entre una serie de paneles caídos y mampostería derruida. Parecía una mera casualidad, pero tras el combate con Phobia, Hyunjin supo que no lo era.

¿Cuánto tiempo habían estado los Anarquistas custodiando este lugar?

¿Desde que los echaron de sus túneles o incluso antes?

¿Y qué podía haber abajo para que evitaran trasladarse a un lugar menos insalubre?

¿Un arma?

¿Un depósito de mercadería robada?

¿Una pensión para prodigios rebeldes?

—Bueno —dijo Minho, disimulando su temor bastante bien—, supongo que yo iré primero.

Avanzó un paso, pero Hyunjin le dio una palmada en el hombro, apartándolo con cuidado. Minho no se opuso.

—Oh, claro —golpeó su bastón suavemente sobre la espalda de Hyunjin, que sonó como un repiqueteo metálico—. Tal vez tenga más sentido que vayas tú. Pero si cambias de parecer…

—Minho… —dijo Jisung, con tono de advertencia.

Hizo silencio.

Hyunjin empezó a descender la escalinata. El hueco era tan estrecho que tuvo que girar el cuerpo al avanzar. Un tramo terminaba en un descansillo corto de piedra. Volteó y continuó descendiendo. En la oscuridad, su visor se ajustó a la visión nocturna, tiñendo el sector inferior de la catedral de un verde siniestro. Podía oír a Minho y Jisung descendiendo tras él, pero su presencia le provocaba más inquietud que tranquilidad. Se juró a sí mismo que después de contarles a sus padres acerca de su identidad secreta, insistiría en que empezaran a incorporar armaduras a los uniformes de los Renegados. Por momentos, resultaría pesada y aparatosa, pero se habría sentido mejor si sus amigos, al menos, tuvieran aquella protección.

Un segundo descansillo se abría a una escalinata apenas más amplia, y a una entrada en forma de arco, con una inscripción en latín antiguo. Pasaron a través de un enorme recinto. Un sepulcro. Sarcófagos de mármol blanco se alineaban a lo largo de muros opuestos, custodiados por figuras de piedra envueltas en telas de araña y polvo. Hyunjin intentó desplazarse con sigilo, pero sus botas retumbaban contra el suelo, reverberando a través de la fosa vacía. Una enorme puerta de madera remachada con piezas de hierro fue a su encuentro al final de la tumba. Alrededor de sus bordes, detectó el débil brillo de luz dorada.

Minho hizo girar una nube de vapor alrededor de sus dedos. A la menor señal de peligro, llenaría la recámara con neblina para desorientar a potenciales enemigos. Jisung desenganchó la gema de su muñeca.
Hyunjin hizo surgir el delgado cilindro sobre su antebrazo. El confinamiento excesivo lo inquietaba. Inutilizaba sus resortes. Además, era probable que una bola de fuego en un espacio tan cerrado lastimara a sus aliados por igual. Sospechaba que cuando abriera aquella puerta, vería a la Abeja Reina y a Cianuro. Su traje lo protegería de ambos, al menos durante un tiempo, y sería una batalla veloz con Minho y Jisung a su lado. Especialmente, si tomaba a los Anarquistas por sorpresa, aunque cada golpe de sus pisadas lo volviera más improbable.

Colocó una mano sobre la puerta y respiró hondo. Detrás de él, imaginó a Cortina de Humo y Red Assassin tomando posiciones.
Cuadró la mandíbula, y abrió la puerta de un tirón. Del otro lado había un esqueleto.
Jisung emitió un chillido y le arrojó su gema… un acto reflejo, supuso Hyunjin. El heliotropo golpeó el esqueleto entre dos costillas, y todo el conjunto de huesos quedó destrozado. Al desplomarse sobre el suelo de piedra, sonó como los golpes de piezas de madera. El cráneo rodó hasta chocar con el pie de Hyunjin. Con el corazón palpitando, levantó la vista hacia arriba. Estaban en las catacumbas. Más ataúdes, rodeados de muros de huesos y estanterías de cráneos. Dos candelabros de pie sostenían cirios blancos prácticamente consumidos, y una cortina de fémures y clavículas colgaba a través del espacio, oscureciendo lo que había detrás.

SUPERHERO   •   [Hyunlix]  •  ADAPTACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora