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Felix rio. No pudo contenerse. La incredulidad, acompañada por una sensación de orgullo exaltado, provocó que brotara una carcajada de sus labios en tanto corría escaleras arriba y empujaba la puerta que daba a la planta abandonada.

Marcharse del edificio sería más fácil de lo que había significado escalar el muro. Sus cuerdas aguardaban junto a una ventana abierta, justo donde las había ocultado, preparadas y listas para resistir su peso. Estaría de regreso en la calle en dos minutos. De regreso en el aparcamiento, en seis. Estaría corriendo hacia el tío Ace antes de que Stingray o Taehyung empezaran a revolverse de su letargo. Había terminado incluso antes de lo previsto. Tenía la pica de cromo sujeta a la espalda, y el casco, liviano y tibio, bajo un brazo mientras corría. Imaginaba exactamente la sonrisa de Ace.

Un sentimiento de satisfacción lo invadió por dentro. Lo había conseguido. Lo había conseguido de verdad.

Estaba a punto de alcanzar la ventana cuando algo chocó contra él y lo derribó al suelo. Felix soltó un grito y rodó un par de veces. El casco cayó dando tumbos sobre las baldosas. Se abalanzó para alcanzarlo, pero una mano se envolvió alrededor de su muñeca y la levantó limpiamente del suelo.

Colgando en el aire, Felix jadeó. Le habían quitado toda su alegría.

Gárgola esbozó su sonrisa pedregosa.

Él procuró aplicarle su poder, pero su puño era pura piedra, y sintió que su energía chocaba inútilmente contra él. Gruñendo, movió las piernas de un lado a otro. Intentó patear su espinilla, pero lo retuvo como a un ratón por la cola, mayormente despreocupado, pero de todos modos, con el brazo extendido.

Inclinándose, levantó el casco y envolvió sus gruesos dedos alrededor de su cráneo.

—Ese fue un muy buen intento —dijo—. Pero no fue suficiente.

Gárgola lo arrastró hacia un elevador que esperaba para descender al vestíbulo principal. Felix no se resistió. Sabía que no podía dominarlo valiéndose solo de la fuerza, y era mejor conservarla. Esperar al momento adecuado. Pasaron delante del área de cuarentena de In. No pudo evitar levantar la mirada. Esperaba que las luces estuvieran apagadas y que el muchacho estuviera durmiendo, ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor. Pero esta noche su suerte había acabado. In estaba parado frente a la ventana, con gesto de extrañeza. Tenía las palmas presionadas contra el cristal, y el perfil de su ciudad brillaba detrás de él.

Gárgola le dio un tirón del brazo, dirigiendo su atención hacia el centro del vestíbulo. Frostbite y Temblor estaban allí, con una mueca de suficiencia cruzando sus rostros. El hombre de piedra le arrojó el casco a Frostbite, y ella lo volteó entre las manos, escudriñando los ojos vacíos. Luego se lo pasó a Temblor. Indiferente. Como si no valiera nada. Alzó la mano y chasqueó los dedos. Una brisa escarchada sopló a través del vestíbulo, y el agudo crujido del agua al congelarse resonó en los techos elevados. Felix bajó la mirada: un enorme bloque de hielo empezó a envolverle los pies. Gruñó e intentó emerger pateándolo, pero ya era demasiado tarde. El hielo se cristalizó rápidamente, ascendiendo por sus piernas y sobre sus rodillas. Gárgola soltó su muñeca, y estuvo a punto de caer, pero el témpano la mantuvo erguido. Aunque sus botas lo protegían del frío, los pantalones no, y el hielo le quemaba la piel.

Con un gruñido furioso, buscó el cuchillo de caza en la parte trasera del cinturón. Alzó la mano sobre el hombro, preparada para arrojarlo por el aire hacia Frostbite, pero antes de que el filo abandonara la punta de sus dedos, un nuevo bloque de hielo se formó alrededor de su mano, inmovilizando el puño cerrado alrededor del arma. Frostbite hizo lo mismo con la otra mano, encerrando por completo sus cuatro extremidades, dejándolo no solo inmóvil, sino helado. Sus dientes empezaron a castañetear.

SUPERHERO   •   [Hyunlix]  •  ADAPTACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora