Asistente:
Miré la hora a través del computador, pasé la mirada hacia la pareja que estaba en espera por su consulta, se les veía un poco ya impacientes… La mujer se puso de pie acercándose hacia donde me encontraba.
Mujer: Señorita, ¿faltará mucho?
Miré hacia la puerta de la doctora, por más larga que sea la llamada, ella ya debió avisarme que se había desocupado.
Asistente: ahora le informo.
La mujer asintió rodando los ojos, hasta yo me hubiera molestado casi 20 min que la doctora estaba en llamada, tomé el comutador marcando a su consultorio. La pareja se decía algo entre labios, le sonreí tratando de que se tranquilizaran. Me daba llamada pero no contestaba… asenté el comutador, volviendo a marcar. Respiré un poco, ya hasta me había dejado impaciente. Negué con la cabeza ella no me contestaba. Dejé el auricular poniéndome de pie, me acerqué a la puerta…
TOC!! TOC!!
Asistente: Doctora, tenemos unas citas pendientes.
Tragué saliva acercándome hacia la puerta, quería escuchar que realmente estuviera en llamada, hasta pena me daba por si escuchaba algo que pudiera ser demasiado privado, sonreí al pensar la manera tan linda que se lleva con el Señor Angel, tan lindo que siempre la procura.
Abrí y cerré mis ojos al no escuchar ni una sola palabra. Mordí mi labio inferior, pudiera estar tomándose fotos o algún video para mandárselo a su marido. Lo sentía y me moría por la pena.
TOC!! TOC!!
Asistente: doctora Siena. Voy a entrar.
Sostuve la perilla girando, la miré que tenía seguro, la doctora Siena jamás cierra con seguro… Miré hacia la pareja, ellos ya estaban atentos viendo llegar a las otras dos parejas que tenían cita programada.
Caminé hacia mi escritorio, abrí el cajón tratando de buscar las llaves.
Darío: Celia, donde están mis documentos.
Pasé de las palabras del doctor Darío, me puse de cuclillas, revisando hasta el fondo pero no hallaba las benditas llaves.
Darío: Celiaaa…
Levanté la mirada hacia el doctor, me puse de pie reposando mis manos en mi cintura.
Asistente: Doctor, la doctora no los ha firmado.
Darío: Dijiste que era urgente, sin su firma de autorización no puedo avanzar.
Asistente: Pues vaya usted y se lo dice.
Darío negó con la cabeza, levantó las carpetas que me había dejado caminando hacia la puerta, abría los demás cajones… en algún lado tenían que estar, nunca he tenido la necesidad de usarlas, hoy que las necesito no las encuentro. Escuché el tremendo golpe del cuerpo de Darío con la puerta al querer entrar y no poder.
Darío: ¿Esta cerrada con seguro?
Asistente: Ves por que no se los he entregado.
Darío se acercó sonriendo hacia las parejas que ya solo veían lo que estábamos haciendo…
Darío: Siena, jamás, cierra con seguro. ¿estas segura que se encuentra dentro?
Asistente: si, atendió a una pareja, justamente los que estaban cuando me entregaste los documentos.
Se dio la media vuelta acercándose hacia la puerta, giraba una y otra vez la perilla. Como si eso hiciera que la abriera…
Darío: Doctora, Siena, necesito unas firmas.