Maximo:
(Escuchen- Inmortal, Thomas Bergersen)
Empujé las puertas, muchos médicos, enfermeras, personal del hospital estaban esperando mi entrada, muchos con lagrimas en los ojos, tragué saliva al sentir la mirada de cada uno de ellos, caminaba mirando hacia la puerta del quirófano donde estaba Siena…
Me detuve mirándolos…
Máximo: SI ESTAN AQUÍ, ES POR QUE CONOCEN A LA DOCTORA SIENA Y SABEN COMO ES ELLA, LES PROMETO… LES JURO… QUE LO VAN A PAGAR MUY CARO QUIEN LO HAYA HECHO. ¿QUIEREN AYUDAR?
Todos asentían con la cabeza, podía reconocer esas miradas que por mucho tiempo me habían acompañado desde mis inicios, otras miradas que se habían ganado la confianza de nosotros.
Máximo: ESTO ES PROVENIENTE DE NUESTROS ENEMIGOS… SI ALGUIEN SOSPECHA DE ALGUIEN DE LOS NUEVOS O DE LOS QUE ARRIBARON HACE DOS AÑOS, MÁS VALE QUE EMPIECEN HABLAR. HOY FUE SIENA, MAÑANA PUEDE SER CUALQUEIRA DE USTEDES.
Caminé pasando de ellos, me detuve en la puerta, le di un golpe donde la puerta se deslizó, todos parecían estar preparados, muchos paquetes de sangre le habían puesto a su disposición, miré hacia Darío que ya le había puesto la anestesia, le sostenía la cabeza dejando caer sus lagrimas, pasaba sus antebrazos por sus ojos tratando de apartarlas. Darío y Siena uno de los mejores equipos forenses y más que ella fue quien lo alentó a no dejar de prepararse.
Respiré con un fuerte dolor en mi corazón, nunca pensé que estas personas, si son las que estoy pensando se hayan atrevido a tanto.
Me acerqué a la tarja empezando a quitarme la ropa, me puse el chemise, una de las enfermeras, me asistió, me iba poniendo las botas quirúrgicas, hacia el amarre, mientras me ponía el gorro, le hice el amarre evitando que ni un solo cabello quedara libre.
Enfermera: Lista las botas.
Me acerqué e la tarja empezando a lavar mis manos, podía ver como el agua caía, la enfermera estaba cerca evitando que tocara ya nada y no contaminarme, las humedecí quitando todo la espuma. Cerró la llave entregándome unas sanitas, secaba mis manos mirando hacia Siena, negué con la cabeza recordando la vez que vi de la misma manera a Beida, su cabello cubierto de sangre, los golpes con tanta saña, no había manera de salvarla, pero Siena, tenía pulso, aunque débil, pero era una mujer fuerte que había pasado por mucho y luchar por su vida también era un gran lucha para ella.
Miré hacia la enfermera que sostenía la bata quirúrgica, tragó saliva dejando caer sus lagrimas. Me miró bajando la mirada, extendí mis manos metiendo por las mangas, ella se giró atando la bata, tomó unos guantes me puso el primero, luego el segundo. Se acercó sosteniendo el cubrebocas, me tuve que bajar un poco mientras ella lo iba acomodando.
Enfermera: Listo Doctor.
Máximo: Ve por las porciones de Células madres.
Enfermera: ¿Qué cosa?
Miré hacia Siena, sería la primera en usarla para regeneración si algo sería mal. La miré fijamente, la enfermera tragó saliva asintiendo con la cabeza, se acercó oprimiendo el botón la puerta se deslizó, las miradas ahora estaba en mi. Nadie me desviaba la mirada, Darío asintió con la cabeza, otra enfermera puso mis segundos guantes.
Máximo: ¿Estas listo Darío?
Se apartó de Siena quedando frente a mí, esto sería una larga operación.
Darío: ¿Cuándo usted ordene?
Extendí mi mano, la enfermera quirúrgica me miraba como si fuera su salvador… sonreí tranquilamente. Me acerqué al oído de Siena…