Capítulo XXV

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—¡No te sobre exijas!

Allen y Khroro se apresuraron a sujetar al caballero de mechones azules, antes de que terminase por caer al suelo. A simple vista se notaba que aún no se recuperaba de sus heridas; el esfuerzo que hacía por mantenerse en pie era conmovedor para todos los caballeros. Allen y Khroro lo ayudaron a sentarse en su asiento, lugar donde Milo descansó breves segundos.

—Tuve una conversación con Apolo mientras luchábamos... A ese maldito se le salieron varios detalles sobre sus planes... —murmuró Milo, reuniendo las fuerzas necesarias para mantenerse consiente mientras miraba a sus compañeros.

—¿Qué fue lo que te dijo? —preguntó Hiro con impaciencia.

—Primero me dijo que seguirían atacando ciudades... —volvió a hacer una pausa, momento en el que todos esperaron con impaciencia las palabras del chico—. Lo hacen con dos intenciones: primero para provocar destrucción y desesperación... segundo para separarnos y capturarnos cuando más indefensos estemos, tal y como lo han hecho con Afrodita y Craneus.

—¿Por qué nos están capturando sin matarnos? —preguntó Boric, mirando a todos.

—Es uno de los tantos enigmas sin respuestas —respondió Nívea murmurando—. ¿Por qué Apolo te daría esa información?

—No hay que darle muchas vueltas a ese tema, Nívea —intervino Draco. Las miradas se dirigieron hacia el pelirrojo, quien se acariciaba la barba despreocupadamente—. Apolo ha demostrado ser una bestia cuyo único propósito es pelear y pelear, claramente nos está provocando. ¿Qué ciudades van a atacar? ¿Y cuándo?

—Santiago en Chile, Johannesburgo en Sudáfrica, Barcelona en España, Sidney en Australia, Vancouver en Canadá y Seúl en Corea... esas son las ubicaciones de los siguientes ataques de los demonios... atacarán en una semana más según las palabras de Apolo...

—¿Ya está claro lo que tenemos que hacer, no? —preguntó Khroro alzando su voz y golpeando la mesa con su puño envuelto en chispas eléctricas. El resto asintió; no había necesidad de trazar un plan, solamente irían a las respectivas ciudades y vencerían a los demonios, esa sería la consigna. Milo se puso en pie con dificultad, para sorpresa de todos, y caminó hacia Valentine. La chica lo miró con el mismo asombro, como todos allí.

—Te suplico que me cures por completo Vale... necesito estar en buenas condiciones en una semana... necesito enfrentar a Apolo sea como sea... —Todos se sorprendieron aún más ante la petición del chico, sobre todo Valentine quien se había quedado muda. El primero en romper el incómodo silencio fue Hiro.

—Milo, no apures los procesos de curación... podemos arreglárnosla sin ti...

—¡No! —gritó Milo, sobresaltando al albino ante la agresividad en la voz del chico—. No... —murmuró otra vez y agachó la cabeza, ocultándose sus ojos entre sus mechones de color azul. Allen miró con preocupación al caballero que consideraba su maestro, y pudo notar como las lágrimas caían por las mejillas del chico. Tras otro momento de silencio incómodo, Milo aclaró su garganta y continuó con voz temblorosa—. Ninguno aquí lo sabe, nunca se lo conté a nadie... Mi motivo para unirme a los Caballeros de la Realeza es, precisamente, Apolo... él asesinó y devoró a mis padres y hermanos frente a mis ojos... él es quién me dejó sin brazo... por eso... por es mi deber acabar con él...

Ninguno supo que decir ante la confesión de Milo. Allen se quedó observando al chico con la boca entreabierta, sin poder creer lo que había escuchado. Nívea y Draco intercambiaron miradas, obligándose tácitamente a tomar la palabra ante el nuevo silencio que se había provocado. Para sorpresa de todos, Valentine se puso en pie y abrazó al chico, acobijándolo entre sus brazos mientras le besaba la frente.

Los Caballeros de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora