Capítulo XXXV

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Mercurio retiró sus espadas del abdomen de Hiro y retrocedió, observando seriamente al caballero. En el momento en que clavó sus espadas, sintió que el ataque no surtiría efecto alguno y se alejó para estudiar al albino. Hiro estaba rodeado por una intensa aura plateada, similar a la que había emitido el demonio momentos antes de su transformación. Las heridas del chico sanaron lentamente gracias a una sustancia plateada que Mercurio alcanzó a divisar. «Acero» fue el primer pensamiento de Mercurio mientras comenzaba a poner una postura defensiva, colocando dos de sus espadas de manera horizontal frente a sí mismo. Hiro en tanto seguía preso de sus dudas, ignorando lo que en ese momento comenzaba a pasar con su cuerpo.

«Eres débil, Hiro» se repetía una y otra vez el chico en su interior. «Creías ser el más fuerte de todos y ahora mírate, en cosa de segundos te dieron una paliza. Das vergüenza. Por eso nunca llegarás a ser el mejor» Hiro luchaba con su yo interno pero no lograba sobreponerse al duro golpe que Mercurio le había propinado a su orgullo. Nunca había perdido una pelea, pero el demonio había logrado desnudar todas sus falencias en una milésima de segundos. Un duro golpe que no lograba asimilar. Su optimismo y su confianza se habían ido; no encontraba la manera de despejar sus dudas. Se estaba hundiendo en su propia oscuridad, cuando una luz comenzó a brillar en su interior.

«Eres fuerte, Hiro» dijo una voz dentro de él. Una voz que pertenecía a alguien que conocía y que quería. Era la voz de su hermano, una voz que despertó una calidez en el interior del chico que nunca antes había sentido. «Eres fuerte» eran las palabras que se repetían constantemente, con un eco. Hiro decidió aferrarse a aquellas palabras. Su hermano Kim era quien le había enseñado a pelear con la katana. Kim era el ejemplo a seguir que Hiro tenía, incluso después de que un accidente en carretera dejara a su hermano tetrapléjico. Aquel accidente le había impedido a su hermano continuar entrenando y luchando; esa razón había llevado a Hiro a hacer lo que su hermano no podía. Desde entonces, no solo luchaba por él, sino que también lo hacía por su hermano. La imagen de su hermano se proyectó en su interior, y Hiro abrió sus ojos con determinación. Entonces, el aura plateada brilló con mayor intensidad que antes y el chico sufrió una transformación que Mercurio no esperaba.

Su armadura azul se había regenerado, luciendo con mayor brillo que antes. Pero el cambio más significativo se había producido en todo su cuerpo: la piel de Hiro se transformó en acero. Toda la piel del chico, incluyendo su rostro, ahora era de acero y brillaba con el sol. El cabello del chico en cambio cambió a un plateado opaco. Mercurio alzó sus cejas sorprendido; no esperaba ese cambio radical en el caballero. Hiro estiró sus brazos y observó en lo que se habían convertido. Entonces recordó las palabras que Nívea le había dicho cuando se conocieron: «Tú verdadero poder no despertará hasta que no dejes atrás tú debilidad mental». Hiro sonrió y alzó su vista hacia Mercurio mientras blandía su katana.

—Creo que ahora sí comenzará la verdadera pelea —Le dijo mientras apretaba la empuñadura de su katana. Mercurio le devolvió la sonrisa, enseñando todos sus afilados colmillos.

Ambos se envolvieron en un aura plateada y batieron sus alas para embestirse mutuamente. Hiro contuvo a tres de las espadas de Mercurio con su katana, mientras que las otras tres chocaron contra el acero del cuerpo del albino sin poder dañarlo. Hiro sonrió ampliamente y lanzó un golpe con su puño de acero, golpeando directamente en el mentón del lobo. Este escupió sangre mientras retrocedía por el ataque y antes de que pudiese reaccionar, Hiro lo pateó para lanzarlo lejos. El demonio desplegó sus alas con fuerza para detenerse pero cuando alzó su vista hacia Hiro, el chico ya había desaparecido. Mercurio buscó con la mirada al caballero sin encontrarlo. Se giró y vio al albino parado detrás de él, dándole la espalda. Mercurio se dispuso a atacarlo pero en aquel momento vio como Hiro enfundaba su katana. En cosa de segundos, diez cortes se produjeron en las extremidades del demonio. Pese a que sus brazos y piernas eran metálicas, los cortes fueron profundos y le hicieron gran daño. Mercurio lanzó un aullido de dolor y trató de atacar con tres de sus espadas, pero Hiro fue más rápido y pasó junto a él y en un pestañear desenfundó y enfundó su katana, cortando cada vez más las extremidades del demonio. Mercurio flotó en el aire mientras sus brazos y piernas sangraban cada vez con mayor intensidad. Apretó con fuerza las empuñaduras de sus espadas y atacó velozmente a Hiro. El choque entre ambos provocó grandes ondas expansivas. Si un humano común y corriente mirase al cielo, solo vería aquellas ondas que se producían con el choque de ambos contrincantes; el ojo de un humano normal no sería capaz de seguir la velocidad del caballero y el demonio. Mercurio atacó con mayor fiereza. Tres de sus espadas chocaron con la katana del caballero mientras que con las otras tres buscó cortar el brazo libre del albino. Para sorpresa de Mercurio, el acero que envolvía a Hiro era tan potente, que sus tres espadas se quebraron cuando intentó cortarlo. Hiro aprovechó el momento de desconcierto en el que se encontraba Mercurio y envolvió la hoja de su katana en acero. En un abrir y cerrar de ojos, Mercurio supo que no podría contrarrestar el nuevo ataque de Hiro. Este utilizó su técnica de desenfundado rápido, con su katana envuelta en acero, y cortó velozmente los brazos y piernas del demonio. Los ojos de Mercurio se desorbitaron cuando sus extremidades se separaron de su cuerpo y aulló con fuerza. Los brazos y piernas del demonio cayeron a la superficie, junto con una gran cantidad de sangre negra. Aun así, Mercurio siguió flotando en el aire gracias a sus alas.

—Remátame... —suplicó el lobo con sus últimas fuerzas. Hiro voló frente a él, cruzando miradas fijamente—. Fue un gusto enfrentarme a ti...

—Fuiste un digno rival. Jamás olvidaré tu gran técnica, Mercurio —murmuró el chico mientras desenfundaba su katana.

—Afrodita y Craneus no están en este mundo, están en el palacio en el Área Sombría... pero solo un demonio puede abrir la puerta entre ambos mundos... —Mercurio estaba utilizando sus últimas fuerzas para hablar—. Suerte, Hiro...

—Gracias...

Hiro volvió a envolver la hoja de su katana en acero, mientras se acercaba y tomaba al demonio por el cuello. No lo apretó, solo lo sujetó. Mercurio cerró los ojos y sonrió ampliamente. Hiro también cerró sus ojos, le devolvió la sonrisa y enterró su katana en el centro del pecho del demonio. La vida de Mercurio expiró instantes después y Hiro comenzó a descender, sin soltar el cuerpo del lobo.

Hiro descendió en el centro de un bosque y dejó caer el cuerpo de Mercurio sobre la tierra. El acero que rodeaba su cuerpo desapareció y volvió a la normalidad; su cabello también recobró su color habitual. Hincó una rodilla en el suelo y cerró sus ojos, como un gesto de respeto hacia el demonio muerto. Tras varios minutos así, en los que solo se escuchó el sonido del viento, el caballero se puso en pie y se dispuso a enterrar el cuerpo de Mercurio. Estaba por empezar, cuando una voz en su espalda lo sobresaltó.

—Detente, Hiro.

El albino se volteó y pudo ver a Lancelot acercarse a él a paso lento. Hiro alzó sus cejas en señal de sorpresa; no esperaba encontrarse con el Caballero Ermitaño en aquel lugar. La negra capa del caballero ondeaba con el fuerte viento que soplaba, mientras su ojo visible apuntaba hacia el cadáver del demonio.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó Hiro sin ocultar su sorpresa.

—Necesitamos la sangre del demonio —contestó Lancelot secamente, dirigiéndole una leve mirada, para luego agacharse ante el cuerpo sin vida de Mercurio.

— ¡¿Qué?! —Hiro no entendía nada de lo que ocurría. Observó con incredulidad como Lancelo sacaba una jeringa y comenzaba a extraer una muestra de la sangre del demonio. Acto seguido, el azabache se paró y se giró hacia Hiro.

—Necesitamos la sangre de Mercurio... o más bien, tú la necesitas. 

Los Caballeros de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora