Capítulo LXI

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La mirada de los ocho caballeros se volvió hacia Allen tras oír su pregunta, sin poder creer lo que estaban escuchando. El chico, en cambio, solo tenía su atención puesta en aquel ser frente a ellos, mitad ángel y mitad demonio. Los Caballeros de la Realeza intercambiaron miradas entre aquel ser y Allen, dándose cuenta de lo parecido que eran las facciones faciales de ambos. El ser frente a ellos solo los miraba, al igual que sus siete acompañantes, mientras dibujaba una sonrisa en su rostro.

—¡¿Qué significa esto, Allen?! —Draco fue el primero en salir de aquel estado de confusión y avanzó hacia el azabache mientras apuntaba hacia aquel ser—. ¿Quiénes son ellos? ¿Por qué dijiste que es tu padre?

—Creo que el indicado para contestar esa pregunta soy yo, estimado pelirrojo —El ser habló con una voz suave pero tétrica. Draco se volvió hacia él mientras fruncía el ceño por haberlo llamado "estimado pelirrojo". Los demás aguardaron expectantes—. No sé dónde dejé mis modales, que vergüenza... Me presento, mi nombre es Luzbel, uno de los Ocho Duques de la Oscuridad.

—¿Luzbel? ¿Duques de la Oscuridad? ¡¿Qué diablos significa eso?! —gritó Khroro.

—Realmente he perdido todos mis modales, les presentaré a mis compañeros —continuó Luzbel, ignorando por completo a Khroro. El ser mitad ángel y mitad demonio se alejó, dando paso al resto de los demonios junto a él. El primero en avanzar fue un demonio de enorme tamaño, con aspecto de reptil, con dos largas colas. Sus escamas eran de un azul intenso y tenía dos hileras de pinchos rojos en su espalda. Tenía un hocico alargado cubierto de metal y sus ojos eran rojos. Un aura azul rodeaba toda la silueta de aquel enorme demonio—. Leviathan, la bestia de los mares.

—Luzbel, estos chiquillos se ven más deliciosos de lo que pensaba —exclamó con una notoria sed de sangre, mientras relamía lentamente sus filosos dientes.

—Concuerdo con Leviathan, a mí ya me dio hambre —concordó otro de los seres, colocándose junto a Leviathan. Este demonio tenía aspecto de bestia humanoide muy parecido a un oso. Era al menos tres metros de alto y su piel era completamente negra. Era muy musculoso, unas cadenas rodeaban sus brazos y sus manos terminaban en unas largas garras verdes. Sus ojos también eran verdes y tenía una cicatriz roja cruzando horizontalmente su hocico. Unos enormes cuernos surgían desde su cabeza, mientras que en su espalda tenía cuatro alas demoniacas violáceas. Su cuerpo estaba rodeado por un aura de color índigo.

—Ya tendrás tiempo de comer, Belphegor —Le dijo una voz femenina. Era la única demonio con forma femenina del grupo y se posó junto al bestial demonio. Era una hermosa y joven mujer, de cabello negro y largo, amarrado en una coleta. Sus ojos y labios eran morados y su piel blanca. Vestía unas apretadas mallas negras, con un kimono morado con bordados dorados encima. Cuatro alas negras sobresalían de su espalda y un aura verde la rodeaba.

—Esta es Lilith, nuestra emperatriz —Luzbel la presentó eufóricamente. Lilith sonrió de lado, relamiendo levemente su labio superior mientras miraba a los caballeros. Los ojos de la demonio mujer se posaron en Draco, provocando un leve estremecimiento en el pelirrojo. De alguna forma, Draco conocía aquella presencia. Y Nívea también.

—Los jóvenes de hoy en día están llenos de energía —Una voz desgastada y ronca habló desde atrás de Luzbel. El demonio se giró, dando paso a un demonio con la apariencia de un anciano, con una barba muy larga y canosa. Estaba envuelto por completo en una capa negra, de la cual sobresalía un báculo que terminaba en un cráneo humano, y dos enormes alas rojas. Luzbel se volvió a girar hacia los caballeros para presentar al demonio anciano, el cual estaba rodeado por un aura púrpura.

—El más sabio entre los sabios, Barbatos.

—Y el más cascarrabias —dijo una voz burlesca. Un demonio con aspecto humano y cabello rubio, corto y erizado, apareció junto a Luzbel. Llevaba una chaqueta de cuero y una pañoleta roja adornando su cuello. Tenía tres ojos, todos de color amarillo. Una cola metálica emergía desde atrás, mientras un aura amarilla lo rodeaba. Su sonrisa se agrandó de una manera sádica mientras miraba a los caballeros—. Con ustedes el gran Beelzebub.

El siguiente en presentarse fue un demonio con apariencia de gorila, con un pelaje de color marrón y una melena negra. Tenía dos cuernos enormes y encorvados saliendo desde su cabeza, y dos alas negras terminadas en tres pequeñas garras rojas. Un aura naranja rodeaba todo su cuerpo. Luzbel se colocó tras el demonio, sonriéndoles ambos a los caballeros.

—Les presento a Satán —exclamó Luzbel con júbilo.

Por último, una calavera vistiendo un vestón negro, una corbata roja y con una metralleta en su mano derecha apareció de pronto frente a todos los demonios. Una intensa aura roja rodeaba su silueta, y los caballeros pudieron sentir en él la mayor sed de sangre de entre todos los demonios.

—Yo soy Astaroth —Se presentó en un susurro.

—Esto ya me parece absurdo —expresó Khroro mientras materializaba su armadura y observaba a los demonios, haciendo chocar su lanza contra el suelo—. No me interesa quienes sean, pero no creo que estén aquí para salvar a la Tierra del estado en el que se encuentra.

—Tienes toda la razón —dijo Luzbel mientras le sonreía. Khroro alzó sus cejas por el tono alegre que utilizaba el demonio.

—¡Papá! —gritó Allen, dando un paso hacia el demonio. Dejo a Afrodita en el suelo, quien se quedó observando preocupada la espalda de Allen, mientras este avanzaba hacia el demonio. Luzbel borró la sonrisa de su rostro y miró fijamente al chico. Allen se detuvo al ver la frialdad en su mirada—. ¡¿Qué significa todo esto?!

—Veo que has crecido fuerte y sano, Allen —Luzbel suspiró. Se tomó su tiempo antes de seguir hablando, paseándose de lado a lado frente a los caballeros—. Supongo que no hay problemas en contestar un par de preguntas antes de matarlos. ¿Quiénes somos? Los Duques de la Oscuridad, como ya les dije. Somos los verdaderos emperadores de los ocho infiernos. ¿Qué hacemos aquí? Simplemente estamos aquí para terminar lo que Júpiter y los demás Demonios del Apocalipsis no pudieron: sumir a la Tierra en el reino de la oscuridad. Es más, nosotros fuimos los creadores de los demonios y los mandamos a destruir el mundo terrenal.

—Creí que los Demonios del Apocalipsis nacieron de la maldad de los Caballeros de la Mesa Redonda —interrumpió Hiro.

—¡Silencio! —exclamó Lilith, abriendo grande sus ojos. Hiro, sorprendido, se cayó contra su voluntad al oír a la demonio. Luzbel estiró una mano hacia Lilith.

—Tranquila, los humanos son seres curiosos. Fue una buena intervención la de ese hombre —Lilith asintió y se cayó, mientras Luzbel dirigía su vista hacia Hiro—. Eso es cierto, pero, ¿Quiénes crees que le dieron forma a la maldad de aquellos caballeros? Exacto, nosotros.

—¿O sea que eran ustedes los que estuvieron siempre detrás de todo esto? —preguntó Valentine, con un ligero temblor en su voz. Luzbel la miró y asintió, sonriendo con inocencia.

—Sí, lo siento —contestó con naturalidad—. ¿Alguna otra pregunta, queridos humanos?

—¡PAPÁ! —gritó Allen, mirando al suelo mientras temblaba ligeramente por el enfado. Las llamas escarlatas comenzaron a emanar desde su cuerpo mientras sus ojos cambiaban de color y su cabello se erizaba, prueba de lo enfadado que estaba el chico—. ¡Deja de ignorarme y explícame qué demonios significa esto!

Todos, caballeros y demonios, miraron al chico mientras este alzaba su vista hacia el demonio y una lágrima caía por su mejilla. Luzbel suspiró y se giró en dirección al castillo, siendo imitado por los otros siete Duques de la Oscuridad. Miró con frialdad a Allen por sobre su hombro, mientras se adentraban por las ocho puertas al castillo.

—Están cordialmente invitados a nuestro castillo. Contestaré a todas tus preguntas sí logras llegar ante mí, hijo.  

Los Caballeros de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora