Capítulo XXXVIII

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La batalla en el centro de Barcelona se había desatado con ferocidad. La gente corría despavorida en distintos lugares, mientras los edificios caían uno a uno y el humo se adueñaba del lugar. El cuerpo de Thomas atravesó varias casas antes de detenerse con un muro, tras haber sido golpeado por el demonio Marte. Draco en tanto lanzaba disparos desde el cañón en su brazo izquierdo a una veloz Vesta.

La demonio felina utilizaba su gran velocidad para aparecer y desaparecer de la visión de Draco, lanzándole kunais desde sus puntos ciegos. Draco cerró sus ojos y, dejándose guiar por el sonido, dio varios giros desviando las kunais con su espada de luz. A medida que desviaba una kunai, lanzaba un disparo desde su cañón en esa misma dirección. Cuando abrió los ojos, no encontró a Vesta, solo marcas de hielo allí donde sus balas habían golpeado. Un torbellino de viento apareció de repente y se dirigió hacia él velozmente. Draco alzó sus cejas y disparó varias balas contra el torbellino. Este se congeló, pero el caballero no se dio cuenta que un segundo torbellino avanzaba hacia él por su espalda. Draco se vio envuelto en la corriente de aire, la cual lo cortó en las partes en las que su armadura no cubría. El viento cortante desapareció momentos después, dejando al caballero lleno de heridas en algunas partes de su cuerpo. Con gran velocidad, Vesta apareció en su espalda y colocó una kunai en el cuello de Draco, rozándolo hasta sacarle una gota de sangre.

—Eres uno de los Caballeros más molestos, Draco... —Le susurró la gata al oído. Draco la miró de reojo y sonrió levemente—. Tú eres el único capaz de utilizar dos elementos... luz y hielo, verdaderamente impresionante... lo mejor será que te aniquile aquí mismo...

—Veamos si puedes —murmuró el pelirrojo.

Acto seguido, pasó su brazo izquierdo por sobre su hombro y apuntó hacia Vesta. Disparó a quemarropa contra la demonio, pero con su velocidad se alejó en un pestañear del caballero. «Debo pelear a larga distancia contra ella» pensó mientras se volteaba y volvía a disparar contra Vesta. La velocidad de la demonio le impedía enfocar bien antes de disparar; como resultado las balas chocaban en distintos lugares. Varias ráfagas de viento cortante aparecieron de repente frente al pelirrojo. Este utilizó su espada de luz para bloquear las ráfagas de viento, pero entonces Vesta apareció desde arriba y le lanzó una kunai. Draco alcanzó a moverse lo suficiente como para que el filo de la kunai le rozase la mejilla. Un corte rojizo apareció en el pómulo. Draco buscó asestar un disparo, pero nuevamente la velocidad de Vesta le impidió acertar.

Draco cerró sus ojos y se tranquilizó. En su mente comenzó a visualizar la pelea con la demonio; era una extraña habilidad que siempre había tenido: adelantarse unos minutos a lo que va a ocurrir. Vio a Vesta lanzándole una kunai por la izquierda, desplazándose por su espalda y atacando directamente por la derecha. Después la demonio saltaría y atacaría con su viento cortante desde al aire. Draco abrió sus ojos, decidido a terminar la pelea en ese momento, y blandió su espada de luz frente a sí.

Como calcada a su visualización, una kunai apareció desde su izquierda. Draco se giró en 180° y bloqueó la kunai con su espada. Acto seguido, apuntó su cañón hacia la derecha y disparó tres balas. De reojo pudo ver el rostro lleno de sorpresa de Vesta al ver las balas que disparaba el pelirrojo. Vesta dio un salto en el aire pero una de las balas impactó en una de sus piernas, congelándosela por completo. Draco aprovechó ese momento de desconcierto, saltó y dio un corte diagonal con su espada. Vesta sacó dos kunais y bloqueó la espada del caballero, pero este fue más veloz y con su cañón le disparó otra bala a corta distancia. La bala dio en uno de los hombros de la demonio, atravesándolo y congelando todo el hombro de Vesta. Esta cayó al suelo, hincando su rodilla congelada en el suelo mientras se sujetaba el hombro congelado. Draco cayó cerca de ella y le apuntó a la cabeza con el cañón. La demonio lo miró con sus amarillentos ojos, le sacó la lengua de forma burlona y se rio.

—¡¿Qué es tan gracioso?! —preguntó gritando el caballero, ya sin paciencia.

—Que tú amigo está acabado —susurró con malicia la demonio mitad gata. Draco abrió grande sus ojos y se giró rápidamente. Lo que vio lo petrificó por completo.

Marte, quien había sufrido una ligera transformación, tenía tomado a Thomas del cuello y lo ahorcaba. Marte había crecido al igual que sus músculos y su cuerpo completo se había vuelto de unas rocas doradas que Draco no reconoció. Un tercer cuerno había aparecido en su frente y en su mano derecha tenía una hacha dorada de gran tamaño. Marte soltó el hacha y antes de que Draco pudiese reaccionar, atravesó a Thomas en el pecho con su mano. Draco lanzó un grito desesperado y vio horrorizado como en la mano, aquella que el demonio ocupó para atravesar la armadura y el cuerpo de Thomas, sostenía el corazón del caballero. La sangre caía por el brazo del demonio mientras este reía a carcajadas. Retiró el brazo con fuerza, salpicando la sangre de Thomas por todo el suelo, y observó el corazón en su mano mientras dejaba caer el cuerpo sin vida del caballero.

—¡Thomas!

En ese mismo instante, Nívea y Lancelot habían aparecido en el campo de batalla atravesando uno de los portales de la líder. Se quedaron congelados al ver el acontecimiento ante sus ojos. Marte los miró de reojo con una sonrisa maliciosa y acto seguido, mientras reía, se llevó el corazón a la boca y se lo devoró. 

Los Caballeros de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora