Capítulo LXXVIII

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Al mismo tiempo, en la quinta habitación...

Draco interpuso su espada de luz entre él y el hacha de doble filo de Thomas. Allen bloqueó la cola-espada de Milo con Aegis. Lancelot enterró su enorme espada negra en el frío suelo de la habitación para que las balas que Astaroth le disparaba desde su metralleta golpeasen contra ella. Nívea agitó su báculo para levantar un bloque de hielo, con el cual bloquear el ataque del filoso aguijón en el dedo índice de Lilith.

La batalla cuádruple se desarrollaba con gran intensidad, mientras Valentine miraba todo a lo lejos, incapaz de interferir en la pelea. Se encontraba impotente, hasta que Nívea fue la primera en sufrir una herida de gravedad.

Lilith superó en velocidad a la líder de los Caballeros de la Realeza y atacó con su aguijón venenoso directo al rostro de la chica. Nívea solo alcanzó a colocar su brazo izquierdo en el camino del aguijón, sintiendo como este se incrustaba en su brazo, atravesando sorprendentemente su armadura. Nívea se alejó y sintió inmediatamente el dolor recorriendo toda su extremidad, pero entonces la visión de su brazo le hizo aterrarse. El brazo izquierdo de la chica se comenzó a pudrir y a desintegrar, mientras un humo de color violeta emanaba levemente de este. El dolor era insoportable, pero era más terrorífica la visión de su brazo desintegrándose. Lanzó un alarido de dolor, pero inmediatamente un aura celeste rodeó su brazo herido. Nívea no necesito voltearse para saber que Valentine se encontraba de pie detrás de ella, utilizando su poder para sanarle.

Lilith mordió con rabia su labio inferior al ver a la rubia curando las heridas de Nívea, y decidió atacarle. No había dado más de un paso, cuando una ventisca de hielo mezclada con un torbellino de fuego cruzó frente a sus ojos, deteniendo su andar. Allen y Draco le habían atacado al mismo tiempo, fusionando sus ataques, para detenerle el paso hacia Valentine.

—¡No tocarás a nuestra curandera! —gritó el azabache para luego volver a blandir a Gram para lanzarle un torbellino de fuego amarillo. Lilith chasqueó sus dedos y Milo se interpuso entre ella y el ataque, recibiéndolo por completo.

Allen alzó sus cejas al ver el cuerpo de Milo quemado, y como momentos después se regeneraba al ser rodeado por un aura verde. Lilith se paró junto al cadáver de su antiguo maestro y amigo, y le besó la mejilla mientras miraba provocadora a Allen.

—Son un gran escudo, ¿No crees? —preguntó la demonio, provocando al azabache. Allen estaba por abalanzarse contra ella, cuando Nívea pasó a su lado y atacó a Lilith.

—¡No te perdonaré nunca, maldita! —gritó la líder mientras esgrimía su fina espada.

Lilith bloqueó el ataque de la líder con su aguijón, y entonces chasqueó nuevamente su dedo para manipular el cadáver de Milo. El antiguo caballero se giró y alzó su brazo-espada, con la intención de cortar a Nívea en dos, pero Allen logró interponerse a tiempo para bloquear el ataque del chico de mechones azules.

—Yo te cubro la espalda —Le indicó el azabache mientras utilizaba todas sus fuerzas para empujar a Milo lo más lejos posible de Nívea.

Una vez más, la líder y la demonio se encontraron cara a cara. Ambas con la intención de matar a la otra y acabar con aquella batalla. Lilith la miró y le dedicó una coqueta sonrisa, mientras llevaba su aguijón a sus labios y lo lamía lentamente.

—Mientras ustedes agotan cada vez más sus energías, mis marionetas tienen energía ilimitada —Lilith señaló con la cabeza a Milo y a Thomas, provocando mayor ira en Nívea.

—Es por eso que te mataré aquí y ahora —La líder no se intimidó y volvió al ataque, alzando su bastón para levantar bloques de hielo en forma de prisión alrededor de la demonio.

Sin embargo, la velocidad de la demonio era mayor de lo que Nívea se esperaba, y escapó antes de que la chica cerrase la prisión de hielo. Lilith apareció en la espalda de Nívea, acercando su boca al oído de la líder.

—Me encantaría matar a ese pelirrojo para transformarlo en una de mis marionetas.

Aquel susurro, aquellas palabras llenas de perversión de la demonio, terminaron por inundar a Nívea en la ira que sentía. El aura a su alrededor se intensificó de una manera que ninguno de los demás caballeros había visto antes. Era como sí el verdadero poder de Nívea hubiese estado aprisionado todo el tiempo en una cárcel de cristal, la cual ya no aguantaba más la enorme presión. Lilith llegó a retroceder al sentir el verdadero poder de Nívea siendo liberado. Incluso Lancelot y Draco miraron impresionados todo el poder que la líder liberaba sin parar. Nívea se volteó lentamente y miró a Lilith con fiereza, haciéndola retroceder un par de pasos más por la impresión y el temor.

—No volverás a tocar a ninguno de mis hombres...

Aquel susurro fue apenas audible para la demonio, quien presa del terror seguía retrocediendo. Nívea alzó su bastón y su espada al mismo tiempo y distorsionó el campo de batalla, creando dos lanzas de hielo desde el suelo que atravesaron desde atrás y desde adelante a Lilith sin que esta pudiese moverse. Los ojos de Lilith se abrieron de par en par, mientras de la comisura de sus labios comenzaba a caer un hilo de sangre negra, misma sangre que comenzaba a derramarse por las lanzas de hielo que la atravesaban. Draco respiró levemente, aliviado de que Nívea se hubiese deshecho de la demonio, aunque aquel alivio solo duró un segundo.

Lilith alzó lentamente sus ojos hasta Nívea y, para sorpresa de todos, dibujó una enorme y burlesca sonrisa en su rostro. La líder de los Caballeros de la Realeza frunció el ceño al ver el rostro de su enemiga, y luego cambió su expresión por una de confusión al ver como el cuerpo de Lilith se desintegraba, dejando en su lugar una cortina de humo verde. Al hacerlo, los cadáveres de Milo y Thomas cayeron al suelo nuevamente sin vida, sin aquellos hilos con los que Lilith los manipulaba. Habían logrado liberar los cadáveres de sus amigos, aunque la demonio seguía con vida.

—No es tan sencillo acabar con nuestra emperatriz, una profesional en el arte del engaño.

Todos se giraron de improviso al oír la voz de Astaroth, quien por fin había dicho una frase completa desde que habían llegado a la habitación. El demonio cadavérico levantó su metralleta, apuntando a Nívea, y disparó en un pestañeo.

La líder no se esperaba aquel ataque y se quedó estancada, sin poder reaccionar a tiempo, pero entonces Draco se interpuso entre ella y el ataque, y agitó sus alas para congelar las balas de Astaroth antes de que impactasen contra él. Nívea vio como Draco echaba fuego por los ojos, furioso, mientras un aura blanca comenzaba a rodearlo y sus ojos se volvían también de color blanco; "los ojos del arcángel". Miró de reojo a Lancelot y ambos, sin hablarse, se entendieron mutuamente. El azabache tomó a Nívea del brazo y la jaló, mientras Allen tomaba a Valentine, y los cuatro se dirigieron hacia las escaleras que guiaban a la siguiente habitación. Astaroth dirigió su metralleta hacia los cuatro caballeros, pero entonces Draco se interpuso en su visión. El caballero pelirrojo estaba notoriamente enfurecido, aunque su susurro llevaba un tono suave y tranquilo.

—Intentaste matar a la mujer que amo, no te lo pienso perdonar. 

Los Caballeros de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora