Capítulo XXXII

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Neptuno rio con fuerzas mientras el Liopleurodon cerraba sus fauces alrededor de Khroro. La bestia marítima se volvió a hundir en lo profundo del mar, llevándose consigo al caballero. Neptuno solo reía, sintiéndose triunfador. Comenzó a llover levemente, mientras las carcajadas del demonio retumbaban en el lugar. Neptuno decidió descender, llamando al Liopleurodon para felicitarlo y acariciarlo. Se encontraba descendiendo, cuando un grito sobre él lo hizo detenerse.

—¡No cantes victoria, maldito!

Khroro había desplegado unas exóticas alas doradas y volaba a toda velocidad en dirección a Neptuno. Envolvió su puño en chispas eléctricas y golpeó con todas sus fuerzas al demonio en su cabeza. Tras eso, tomó al demonio de uno de los brazos, giró a toda velocidad y lo lanzó contra el mar. Juntó sus manos y generó una bola de electricidad, la cual lanzó con todas sus fuerzas contra el demonio. Neptuno reaccionó a tiempo y junto sus manos también, creando una bola de agua que lanzó contra Khroro. Ambos ataques chocaron y se anularon mutuamente. Khroro cayó sobre el tejado de uno de los edificios que sobresalían y apoyó una rodilla en el suelo, jadeando levemente. Neptuno se paró sobre el agua y observó al chico, con una visible herida en el lugar donde Khroro lo había golpeado.

—¿Cómo escapaste del Liopleurodon? Vi con mis propios ojos como él te comía... —Neptuno estaba visiblemente molesto, pero trataba de ocultar su molestia mientras secaba la sangre en la herida que el chico le había propinado. Khroro no respondió, simplemente sonrió. Luego se envolvió por completo en chispas eléctricas y dio unos pasos hacia el costado. Donde había estado parado antes se vislumbraba la silueta del chico en forma de chispas eléctricas.

—Duplicado —contestó el chico mientras sonreía. El doble de electricidad de Khroro desapareció momentos después. Neptuno apretó los puños, maldiciendo al caballero por lo bajo. Escupió sangre y se elevó.

Khroro lo siguió con la mirada pero entonces el Liopleurodon volvió a aparecer, atacando al chico velozmente. El rubio caballero se elevó pero entonces Neptuno lo embistió, devolviéndole el golpe en la cabeza con su puño envuelto en agua. Khroro cayó en dirección a las fauces de la bestia marítima, pero el chico volvió a utilizar su técnica de duplicado para evadirlas. Batió sus alas con fuerza y se alejó del demonio y de la bestia para recobrar un poco el aliento. La técnica de duplicado requería una gran cantidad de energía, por eso el chico no podía permitirse utilizarla demasiadas veces en un combate. Jadeaba notoriamente, producto del esfuerzo de usar la técnica de duplicado en un corto periodo de tiempo. Neptuno se posó sobre el lomo del Liopleurodon y aguardaron, analizando al caballero. Khroro tenía la ventaja de su elemento, pero Neptuno lo equiparaba con la velocidad que ganaba en el agua y con la ayuda de su bestia marítima. Tras varios minutos pensando, el demonio se lanzó al mar, sumergiéndose fuera de la vista de Khroro. El Liopleurodon imitó al demonio y ambos se perdieron en lo profundo del mar. «Quieren llevarme donde tienen ventaja» pensó el chico mientras flotaba a cierta distancia del agua. Entrecerró sus ojos buscando reconocer las siluetas del demonio y la bestia, pero se le hacía imposible, sobre todo por la fuerza de la corriente marítima.

Neptuno emergió silenciosamente, detrás de Khroro, y le lanzó su tridente con todas sus fuerzas. El tridente atravesó en el centro del chico, pero este se transformó rápidamente en una silueta eléctrica. Nuevamente había utilizado su técnica de duplicado.

—¡Demasiado obvio!

Khroro apareció velozmente en la espalda de Neptuno y atravesó al demonio en el centro de su espalda con su lanza. Neptuno abrió grande sus ojos por la sorpresa, escupiendo una gran cantidad de sangre negra. Cuando Khroro sacó su lanza, el cuerpo del demonio cayó al mar, el cual se tiñó levemente con la sangre negra del demonio. Khroro sonrió de satisfacción y voló hasta pararse sobre el techo de un edificio. Allí se sentó y descansó, esperando la aparición del Liopleurodon para acabar con su misión. Sentía la presión y el cansancio de la batalla, pero sobretodo del gasto de energía que requería la técnica de duplicado. «Solo falta uno» pensó mientras recobraba el aliento y observaba el cuerpo inerte de Neptuno flotando sobre el agua. Entonces ocurrió lo impensado para el caballero.

Las fauces del Lipleurodon emergieron del agua y se tragaron el cuerpo del demonio Neptuno. La enorme bestia, de un tamaño superior a los 10 metros, salió por completo del agua. Khroro pudo ver, con una mezcla de asombro y terror, como las alas escamosas que antes portaba Neptuno, ahora las portaba la bestia marítima. El tridente que antes utilizaba Neptuno como arma, ahora había aumentado su tamaño considerablemente. La bestia marítima miró a un impactado Khroro, y habló con la misma voz de Neptuno.

—Te presento la Liberación del demonio del mar, Neptuno. 

Los Caballeros de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora