Capítulo LXXXVIII

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Una vez más, el silencio se apoderó entre los Caballeros de la Realeza. Ninguno entendía lo que estaba ocurriendo, pero sí había una cosa cierta: Había dos Khroro. O, como rápidamente dedujeron Lancelot, Hiro y Allen, uno de ellos era un impostor. La pregunta que los tres se hacían ahora era: ¿Cuál de los dos lo era? Lancelot llegó a pensar en la posibilidad de que ninguno de los dos fuera el verdadero, y que todo fuese una trampa.

Los ojos de todos los caballeros estaban puestos en el Khroro que se encontraba herido, a penas en pie mientras se apoyaba del marco de la puerta. A diferencia del Khroro con el que habían estado peleando, este llevaba su armadura del Modo Perfecto, aunque solo Allen reparó en aquel detalle.

Por otra parte, Beelzebub miraba inquieto al otro Khroro. El aura maligna alrededor de este comenzaba a incrementar a una velocidad considerable y pronto se saldría de control. "Solo faltaba un poco. Justo ahora que teníamos las dos piezas que necesitábamos reunidas..." pensó el demonio mientras apretaba sus garras. Tenía que ponerse en acción antes de que su plan se arruinase por completo.

El Khroro en el umbral de la puerta respiraba con dificultad, muestra del gran esfuerzo que realizaba para mantenerse en pie. Siguió observando con suplica a sus compañeros, hasta que volvió a elevar la voz lo más que pudo.

—¡Por favor, créanme! ¡Él no es el verdadero, tienen que matarlo!

—¿Cómo podemos saber que realmente eres el verdadero y no es una trampa? —preguntó Nívea dubitativa, pero antes de que alguien más pudiese intervenir, una figura pasó corriendo junto a la líder en dirección al rubio.

Valentine se abalanzó sobre Khroro y lo besó en los labios con fuerza, casi con desesperación. El chico rodeó rápidamente a Valentine con sus brazos y le devolvió el beso de la misma manera, aunque momentos después ambos cayeran al suelo de bruces. Al ver aquella escena, los demás caballeros ya no tenían dudas: Él era el verdadero Khroro.

Sin perder el tiempo, Allen y Hiro se volvieron hacia el impostor, mientras Lancelot tomaba posición de pelea frente a Beelzebub, aunque, al ver la mirada del demonio, también dirigió sus ojos hacia el otro Khroro. Todos se llevaron una nueva sorpresa.

El aura maligna alrededor del impostor de Khroro se había salido de control y emanaba desde su cuerpo en distintas direcciones. La piel de este se había vuelto de color violeta y sus ojos se volvieron de color amarillo, mientras que su tamaño había incrementado hasta alcanzar los tres metros y su musculatura había aumentado hasta alcanzar el doble de su tamaño original.

El impostor desapareció de golpe de la visión de todos, para luego aparecer sobre Hiro y Allen. Tomó las cabezas de ambos caballeros con sus gruesas manos y los aplastó a ambos contra el suelo, agrietándolo profundamente para luego elevarse en el aire. Ni Allen ni Hiro se habían esperado ese ataque y ambos quedaron momentáneamente sin aliento, mientras el impostor de Khroro juntaba las palma de sus manos por sobre su cabeza y comenzaba a abrirlas lentamente, formando una enorme esfera de energía maligna.

—¡Bastardos! —gritó con desesperación mientras sus ojos se desenfocaban más de lo que ya estaban.

Sin esperar más, lanzó la enorme esfera de energía maligna contra Allen y Hiro. Pero la esfera siguió absorbiendo la energía del impostor de Khroro y se fue haciendo cada vez más grande y daba la impresión que abarcaría toda la habitación en cosa de segundos. Pero entonces, la esfera se congeló de golpe y se detuvo, para luego ser cortada en miles de pedazos por una serie de sombras con forma de tentáculos filosos. Hiro y Allen no tuvieron que incorporarse para saber quiénes los habían salvado.

Draco se había incorporado y estaba de pie junto a Nívea, apuntando con su cañón al impostor de Khroro mientras que Lancelot se había separado de su sombra para ir en ayuda de sus compañeros, sin descuidar a Beelzebub. Esta vez, los dos demonios estaban acorralados.

Los Caballeros de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora