Capítulo LIII

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Nívea comenzó a levantar grandes rocas desde el suelo con su habilidad, mientras Boric se encargaba de golpearlas con todas sus fuerzas para lanzarlas contra Júpiter. El demonio las esquivó a gran velocidad pero aun así la dupla continuó con aquella estrategia. Lanzó un gran trueno contra los dos caballeros, pero Allen se interpuso en el camino del ataque y lo recibió con Aegis, mientras Hiro pasaba por su lado a una sorprendente velocidad. Había desplegado sus grandes alas de dragón para volar hacia el demonio y había cambiado al modo perfecto, revistiendo su piel en acero mientras cuatro brazos aparecían junto a cuatro katanas. Utilizó su técnica de desenfundado veloz; sus cortes dieron de lleno en Júpiter pero al segundo después, la imagen del demonio se borró. Júpiter apareció detrás de Hiro y descargó uno de sus rayos en la espalda del albino. Hiro cayó, pero inmediatamente después aparecieron Lancelot y Draco para atacar al demonio. Draco disparó desde su cañón y Lancelot lanzó un corte en forma de media luna. Júpiter comenzó a girar sobre su eje, liberando chispas eléctricas para detener el ataque de ambos caballeros. Sin embargo, no logró reaccionar a tiempo cuando Khroro apareció sobre su cabeza. El rubio envolvió su puño en una gran cantidad de electricidad y golpeó de lleno en la cabeza del águila, mandándolo contra el suelo. Júpiter se puso en pie y lanzó un escupitajo al suelo, observando a Khroro con furia. Desplegó sus alas para volar, pero en un instante se vio rodeado por cuatro caballeros. Boric apareció en su espalda, golpeó el suelo con todas sus fuerzas y levantó un bloque de tierra que golpeó a Júpiter en pleno mentón, levantándolo del suelo. Nívea tomó ese mismo bloque de tierra con la punta de su espada y lo lanzó contra el demonio, golpeándolo en el abdomen, volviéndolo a azotar contra el suelo. Desde el aire, Khroro y Allen se juntaron y atacaron al mismo tiempo. Allen lanzó un torbellino de fuego escarlata desde Gram y Khroro lanzó un rayo de electricidad. Ambos ataques se fusionaron en el camino, formando un torbellino de fuego eléctrico, y golpearon de lleno al demonio. Júpiter se puso en pie rápidamente, pese a evidenciar varias heridas, y descargó sus truenos más poderosos contra los caballeros. Los siete esquivaron los truenos de Júpiter y volvieron al ataque. Júpiter se dedicó a esquivar los constantes ataques de los Caballeros de la Realeza, quienes al trabajar en equipo habían logrado equiparar la monstruosa fuerza del demonio. Este, por otra parte, comenzaba a impacientarse al no poder golpear a los caballeros con sus ataques.

Intentó lanzar una esfera eléctrica contra Nívea, pero Boric se interpuso y golpeó el ataque con sus puños, deshaciéndola. Nívea pasó a su lado y comenzó a atacar a Júpiter con su fina espada, obligando al demonio a retroceder. Draco apareció en su espalda y también atacó con su espada. Júpiter se movió a tal velocidad que pudo esquivar los ataques de ambos caballeros sin problemas, pero sin poder atacar. Cuando encontró un hueco, envolvió su mano en electricidad y se dispuso a atacar a Nívea, sin embargo, Khroro apareció de golpe a su lado y detuvo el golpe, sujetando la mano del demonio. Hiro apareció del otro lado y sujetó la otra mano del demonio, mientras Allen aparecía por delante y Lancelot por detrás. Allen envolvió a Gram en llamas escarlatas y amarillas, mientras que Lancelot envolvió su enorme espada en un aura negra. Ambos atacaron con todas sus fuerzas y atravesaron a Júpiter al mismo tiempo, en el centro de su cuerpo. Sin embargo, la imagen de Júpiter se volvió a desvanecer; el verdadero se encontraba flotando sobre ellos. El demonio alzó sus manos al cielo y generó una enorme bola eléctrica, la cual lanzó con todas sus fuerzas contra los caballeros. Khroro saltó de improviso, para sorpresa de todos, contra la bola mientras abría su boca, comenzando a tragarse toda la bola de electricidad que Júpiter les había lanzado. Al terminar, se relamió los labios y miró al demonio mientras avanzaba hacia él.

—¡Gracias por la comida!

El rubio caballero envolvió sus puños en electricidad. Júpiter lo imitó y comenzaron una intensa pelea en el aire. Khroro golpeó la mejilla del demonio, este le devolvió el golpe en el abdomen. Júpiter tomó uno de los brazos de Khroro, giró alrededor de él y lo comenzó a doblar, sin embargo, el caballero realizó una contorsión en el aire y pateó al demonio en la nuca. Júpiter soltó a Khroro, quejándose, y juntó sus manos para crear una bola de electricidad. Khroro realizó el mismo acto y ambos contrincantes se atacaron a corta distancia. El choque de ambos poderes generó una gran explosión el aire. Tanto el demonio como el caballero salieron expulsados hacia atrás. Boric saltó y sujetó a Júpiter desde atrás, se invirtió en el aire y comenzó a descender hacia la superficie mientras sujetaba al demonio con todas sus fuerzas. Júpiter intentó zafarse, descargando una gran cantidad de electricidad, pero Boric se había transformado. En ese momento, el caballero había envuelto su cuerpo en tierra, lo cual anulaba por completo la electricidad de Júpiter. Antes de impactar contra la superficie, Boric soltó al demonio y se alejó a tiempo. Júpiter tardó en volverse a parar, y al hacerlo notó uno de sus brazos dislocados, además de varias heridas repartidas por su cuerpo. El demonio tenía los ojos desenfocados por la ira; no podía creer que los Caballeros de la Realeza le estaban dando aquella paliza. Lanzó un grito desgarrador, pero lo ahogó en cosa de segundos. Hiro y Allen desde el frente, Draco y Lancelot desde su espalda. Los cuatro caballeros habían enterrado sus espadas en el cuerpo del demonio, atravesándolo por completo. Los caballeros retiraron sus espadas y se alejaron, aguardando. Júpiter observó las cuatro heridas, de las cuales emanaban una gran cantidad de sangre negra, y luego lanzó un grito aún más fuerte, mientras ponía sus ojos en blanco, presa de la desesperación. Los siete caballeros, que pensaban que ya habían acabado con el demonio, se alejaron aún más cuando la tierra comenzó a temblar. Unas chispas negras comenzaron a rodear a Júpiter mientras este gritaba. Esas chispas fueron aumentando y comenzaron a transformarse en un círculo negro, el que envolvió al demonio por completo y lo elevó hacia el cielo. Los truenos y relámpagos se arremolinaron junto a aquella esfera, mientras los caballeros en la superficie aguardaban expectantes. La esfera negra se esfumó de golpe, y los caballeros pudieron ver aterrados la nueva transformación de Júpiter.

El cambio que sufrió el demonio impactó a todos los caballeros. Su rostro seguía siendo el de siempre, pero el resto de su cuerpo había cambiado. Sus piernas eran felinas, similares a las de Vesta. Tenía una cola de tierra que pertenecía a Ceres, mientras que su abdomen y pecho eran escamosos, como las del demonio Neptuno. Su brazo derecho era metálico, como el de Mercurio, mientras que su brazo izquierdo era de hielo, como el de Diana. En su espalda tenía seis alas, dos enormes de fuego como las de Apolo, otras dos de menor tamaño similares a las de Juno y otras dos aún más pequeñas como la de Venus. En el centro de su pecho sobresalía un pequeño cráter, igual al del demonio Vulcano, mientras que sobre su cabeza resaltaban dos enormes cuernos como los de Marte. Júpiter abrió su boca y una lengua de serpiente emergió de ella, tal y como la de Minerva. En su mano derecha portaba una enorme y larga espada, similar a la de Lancelot pero con forma de rayo y de color dorado. Júpiter miró su nuevo cuerpo, el cual representaba la fusión de los 12 Demonios del Apocalipsis, y sonrió macabramente.

—Este cuerpo reúne la ira de los Demonios del Apocalipsis... Es el poder definitivo... —murmuró para sí y luego dirigió su vista hacia los Caballeros de la Realeza, quienes miraban asombrados el cambio que había sufrido el demonio—. Ira, sí... ¡Caballeros de la Realeza! —gritó mientras extendía sus brazos—. ¡Tiemblen ante el poder de Júpiter en Modo Ira! 

Los Caballeros de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora