Capítulo XCI

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Allen dio un salto hacia atrás y juntó a Gram y a Aegis delante de él para lanzar un torbellino de llamas mezcladas contra Luzbel. El demonio ni siquiera pestañeó al ver el ataque del chico dirigirse hacia él. Levantó su mano derecha, la humana, y chasqueó sus dedos. Allen pudo ver con asombro como su ataque se detenía tal y como antes se habían paralizado Lancelot y Hiro. Luzbel sonrió y levantó entonces su mano izquierda, la demoníaca, para chasquear los dedos de ambas manos al mismo tiempo. Acto seguido, el ataque de Allen se volvió contra él.

El chico, confundido por lo que Luzbel acababa de hacer, se quedó inmóvil mientras su ataque se dirigía peligrosamente hacia él. Fue entonces cuando un dragón de agua se interpuso entre Allen y su ataque, chocando contra este para disolverlo. Allen alzó sus cejas por la impresión y rápidamente desvió la mirada hacia el lugar desde el que había surgido aquel dragón de agua, al igual que Luzbel.

Afrodita portaba su armadura más poderosa mientras apuntaba su lanza en dirección a Allen y Luzbel. La chica sonrió, pese a que se notaba a distancia el agotamiento reflejado en sus facciones.

—¡Allen, yo seré tu escudo! —gritó la chica con fuerza para hacerse escuchar.

El chico se quedó mirándola unos segundos con la boca entreabierta, pero poco después formó una sonrisa en su rostro y asintió con decisión, volteándose hacia Luzbel una vez más. «Gracias Afrodita» fue lo único que pensó antes abalanzarse contra su padre. Agitó las alas en su espalda para impulsarse con mayor velocidad mientras tenía la mirada fija en el rostro inexpresivo de Luzbel. Allen apretó su mandíbula con rabia y lanzó un corte diagonal con Gram, cargado con sus llamas escarlatas.

Sin siquiera pestañear, Luzbel volvió a chasquear los dedos de su mano humana para detener el ataque de Allen a centímetros de la punta de su nariz. Allen pudo ver al demonio sonriendo momentos antes de desaparecer.

Al mismo instante en el que Luzbel desaparecía de la visión de Allen, su ataque retomaba la misma velocidad y potencia con la que lo había lanzado. El chico se dio cuenta que su ataque se dirigía hacia Draco, Khroro y Nívea, quienes no se habían apartado de Mefistófeles.

Los tres caballeros, al verse sorprendidos por la cercanía del ataque llameante de Allen, se apresuraron en alejarse, dejando que Mefistófeles recibiese el ataque pero volviese a tener libertad de acción. El ataque de Allen le hizo un pequeño corte en la espalda al demonio, pero a cambio había vuelto a moverse. Eso era lo que Luzbel buscaba.

Mefistófeles se puso en pie haciendo caso omiso a las heridas en su espalda y se abalanzó con toda su fuerza contra Nívea. Iba a golpear a la líder con su puño derecho, pero esta se agachó en el momento preciso para esquivar el ataque, al mismo tiempo que Draco lanzaba su ataque gélido con forma de lobo para congelar toda la extremidad diestra de Mefistófeles. El demonio lanzó un gruñido de enfado y se volteó hacia Draco, pero Nívea utilizó ese momento de distracción para golpearlo en el abdomen con su báculo. El ataque le cortó levemente el aire a Mefistófeles, dándole segundos necesarios a Khroro para colocarse en su espalda y, colocando sus dos manos sobre los hombros del demonio, descargó una enorme cantidad de electricidad. Khroro se estaba alejando de Mefistófeles, observando el resultado de su ataque, cuando el demonio se giró impensadamente y lo tomó de la cabeza con la mano que tenía en condiciones para apretársela. La electricidad seguía rodeando el cuerpo del demonio, sin embargo, se movía como si no le afectase.

Mefistófeles apretó con tanta fuerza la cabeza de Khroro, que el chico mientras se removía buscando liberarse pensó que se la reventaría. En eso, Draco y Nívea atacaron en conjunto para ayudar a su compañero, pero Mefistófeles se percató por el rabillo del ojo y se volvió a girar velozmente para lanzar a Khroro contra los dos caballeros. Ninguno de los dos reaccionó a tiempo y recibieron el impacto del cuerpo de Khroro, el que los hizo retroceder hasta chocar con una de las paredes.

En ese momento, Allen agitó sus alas para dirigirse en dirección de Mefistófeles para ayudar a sus compañeros, no obstante, un fuerte dolor en el abdomen le hizo detenerse. Tras pestañear una sola vez, la imagen de Luzbel se formó frente a sus ojos. El demonio había aparecido ante Allen en aquel momento de desconcentración y le había dado un fuerte golpe en la zona abdominal. Había utilizado su mano demoniaca, y la fuerza había sido tal, que había atravesado la armadura del chico, haciendo un orificio en ella, hasta llegar directamente al abdomen de Allen. El golpe directo dejó al chico instantáneamente sin aire, pero se obligó a sí mismo a mantenerse firme. Luzbel lo notó y sonrió, moviéndose para golpear a Allen en el mentón con su mano humana. Otro golpe directo y poderoso que casi le hace perder el conocimiento al chico. Mientras se obligaba a sí mismo a reaccionar, pensó en como Luzbel podía tener tanta fuerza solo en sus manos. Otro golpe en el mentón, esta vez con la mano demoniaca, devolvió al chico a la realidad. Luzbel se giró en su propio eje el aire y se tomó de las manos, utilizando toda la potencia de la voltereta para golpear a Allen nuevamente en el abdomen con su codo izquierdo. Allen escupió saliva mezclada con sangre por la boca con ese nuevo golpe, y sus ojos parecieron desvanecerse por un momento. Si seguía así, perdería el conocimiento pronto y Luzbel lo mataría.

Allen sintió como un nuevo ataque se acercaba a ellos desde abajo. Notó inmediatamente que se trataba de otro ataque de Afrodita, pero escuchó como Luzbel chasqueaba sus dedos para detener el ataque, y luego una vez más para devolvérselo. Al segundo, sintió otro fuerte golpe de los puños de su padre, esta vez en pleno pecho. Luego sintió otro golpe en su mentón; Luzbel lo atacó con un uppercut utilizando su mano demoniaca. Antes de que el chico se elevase debido a aquel golpe, Luzbel lo tomó desde el cuello con su mano humana y comenzó a apretar con todas sus fuerzas. Allen había perdido tantas fuerzas y había quedado tan adolorido por los golpes de Luzbel, que apenas opuso resistencia. Afrodita, desesperada, intentó ayudarle lanzándole al demonio una serie de rosas filosas hechas de agua, pero Luzbel detuvo todos los ataques y se los devolvió sin prestarle atención.

Luzbel sonrió ampliamente mientras miraba a su hijo y apretó su cuello con la intención de arrancarle la cabeza, pero en el último momento se detuvo. Su expresión cambió a una más seria y su agarre se aflojó. El aire volvió a los pulmones de Allen y con un grito ahogado, abrió los ojos para mirar a su padre. Otra vez, la expresión de Luzbel cambió y volvió a sonreír; ahora con una sonrisa más sádica adornando su rostro mitad angelical, mitad demoniaco. Soltó a Allen en el aire y se dio una nueva voltereta en su propio eje, golpeando esta vez el abdomen del chico con uno de sus pies. El golpe llevaba más fuerza que los anteriores y mandó a volar a Allen, estrellándolo contra la pared, sobre la entrada a la habitación.

—¿Qué pasa hijo? Hasta ahora, solo he utilizado mis manos y pies para pelear contigo —Luzbel se burló mientras se tele transportaba para aparecer frente a Allen nuevamente.

El chico no podía creer lo que oía mientras entreabría uno de sus ojos para mirar a Luzbel. El solo hacer ese pequeño acto requería un gran esfuerzo para el chico, quien estaba recibiendo una paliza por parte del demonio. Y sí lo que Luzbel decía era cierto, hasta ahora no había utilizado todo su poder. Luzbel tenía a Allen contra las cuerdas solo utilizando sus manos y pies. El demonio sonrió al ver la expresión en el rostro de su hijo y se alejó levemente, mientras un aura mitad negra y mitad blanca rodeaba su silueta.

—A mí también me gustan las espadas, Allen —susurró el demonio mientras estiraba sus brazos.

Desde las palmas de ambas manos comenzaron a aparecer lentamente dos espadas. Allen miró con asombro como su padre liberaba desde su interior sus armas, incapaz de hacer nada más que observar. Tras unos segundos, Luzbel había liberado ya sus dos espadas. La mano demoniaca de Luzbel tenía sujeta una espada completamente blanca envuelta en un aura negra. La mano humana del Emperador del Inframundo tenía sujeta una espada negra envuelta en un aura blanca.

Luzbel amplió su sonrisa y sus ojos brillaron, mientras levantaba ambas espadas, listo para darle el golpe de gracia al chico. Allen solo cerró sus ojos, esperando sentir el ataque final de su padre. El viento pareció rasgarse, pero entonces un grito de dos voces al unísono hizo que Luzbel se detuviese.

—¡A nosotros también nos gustan las espadas!

Una fuerte presión se sintió en el ambiente, mientras Allen hacía un esfuerzo por abrir sus ojos para ver lo que estaba ocurriendo. Un poderoso torbellino de sombras en forma de media luna atacó a Luzbel desde la espalda. El demonio se giró y colocó sus dos espadas en forma de equis para contener aquel ataque. Allen vio con asombro como el ataque hacía retroceder unos centímetros a Luzbel antes de que este lograse disolverlo con sus dos espadas. Tras eso, Allen pudo ver a Lancelot y a Hiro portando sus armaduras más poderosas y apuntando a Luzbel con sus dos espadas. 

Los Caballeros de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora