Capítulo XCVI

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Khroro volvió a ser azotado contra la pared con violencia y Valentine no pudo hacer nada para evitarlo. La fuerza física y resistencia de Mefistófeles era monstruosa, ni ella ni el chico de cabello rubio podían hacerle frente. Khroro escupió sangre al suelo y se incorporó alzando la vista hacia el demonio, el cual se encontraba a cierta distancia cargando sobre sus manos una esfera de energía oscura. Antes de que el caballero lograse reaccionar, Mefistófeles ya había lanzado el ataque con todas sus fuerzas. Instintivamente, Khroro cerró sus ojos a la espera de recibir el impacto. Sus piernas ya no le respondían para esquivarlo, y sus energías poco a poco iban disminuyendo. Sin embargo, el ataque nunca llegó a golpearlo. Cuando Khroro abrió los ojos, lo primero que vio fue un vaho gélido congelando el ataque de Mefistófeles, mientras éste era atravesado en sus brazos y piernas por tentáculos de sombra.

—Creí que me iban a dejar solo para siempre contra esta bestia. —bromeó mientras relajaba sus músculos tensados y sonreía al ver la aparición de dos siluetas ante sí.

Lancelot y Draco portaban sus armaduras más poderosas y resguardaban de Khroro, mientras observaban a Mefistófeles. Mientras Lancelot tenía los ojos amarillos de demonios, Draco tenía los ojos blancos celestiales. Ambos estaban dispuestos a utilizar todo su poder para acabar con Mefistófeles. El demonio gritaba de ira y de dolor por los tentáculos atravesando sus extremidades, moviéndose con desesperación para liberarse de aquel ataque.

—Hiciste un gran trabajo manteniéndolo a raya, Khroro. —Lo animó Draco con una revitalizadora sonrisa.

—Sin duda tiene una resistencia endemoniada. —comentó Lancelot, alzando sus cejas mientras mantenía su mano izquierda apretada con fuerza. La fuerza con la que Mefistófeles se resistía era tanta, que Lancelot tenía que ocupar toda su concentración en no abrir aquella mano para que su ataque no desapareciese.

—Mantenlo ahí lo que más puedas. —Le pidió Draco mientras extendía sus alas de hielo y envolvía su espada en un aura blanca. Instantes después, el caballero había despegado el vuelo en dirección a Mefistófeles.

Draco voló a toda velocidad y colocó su espada de costado, envuelta en una enorme cantidad de energía celestial, y lanzó un poderoso corte horizontal hacia el cuello del demonio. Sin embargo, y para sorpresa incluso de Lancelot, Mefistófeles giró su cabeza y abrió su boca para detener el ataque de Draco con sus colmillos. El pelirrojo quedó sorprendido por la acción del demonio, y no logró reaccionar a tiempo cuando este apretó la espada con sus colmillos y lo lanzó con todas sus fuerzas en la dirección contraria. Draco alcanzó a girarse en el aire para quedar de pie y arrastrarse varios metros antes de detenerse.

—Tiene una fuerza monstruosa... —susurró Valentine aterrada mientras tomaba a Khroro y pasaba uno de sus brazos alrededor de su cuello para ayudarlo a ponerse de pie. Fue entonces cuando Mefistófeles lanzó un grito desgarrador que volvió a alertar a los caballeros.

Lancelot, Draco, Valentine y Khroro observaron como un aura purpura comenzaba a rodear el cuerpo del demonio con intensidad mientras este gritaba. Instantes después, el tamaño de Mefistófeles comenzó a aumentar al igual que lo hacían sus músculos. El demonio se hizo más grande mientras su musculatura también aumentaba, provocando que los caballeros retrocediesen instantáneamente. Lancelot no pudo seguir reteniendo su ataque y soltó los dedos de su mano, haciendo desaparecer los tentáculos de sombra que mantenían al demonio aprisionado. Sin esperar un segundo, Mefistofeles embistió a Lancelot, Khroro y Valentine con todas sus fuerzas.

—¡Vale, lleva a Khroro lo más lejos posible y trata de curar sus heridas! —gritó Lancelot rápidamente sin mirar a sus compañeros y colocó su espada de frente, recibiendo el certero puñetazo del demonio con ésta.

Los Caballeros de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora