Capítulo XLVII

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—¡Draco, tranquilízate!

Nívea gritaba con desesperación mientras el pelirrojo abatía contra Marte con todas sus fuerzas. En más de una ocasión tuvo que intervenir para salvarle la vida. Draco, como poseído por la ira, atacaba desenfrenadamente al demonio, sin escuchar los gritos de súplica de la líder.

El caballero disparó a los pies de Marte, congelándolos y aprisionándolo contra el suelo. Saltó y desenfundó su espada de luz para cortar al demonio, pero este, sin moverse, detuvo el ataque con su antebrazo rocoso. Intentó asir su enorme hacha pero Draco fue más rápido y le congeló aquel brazo, para luego dispararle al otro brazo para también congelarlo. Saltó por sobre el demonio y le disparó por detrás, congelando el resto del cuerpo de Marte. Solo faltaba la cabeza, no obstante, el demonio utilizó todas sus fuerzas para destrozar el hielo de Draco. Con un giro veloz, el demonio lanzó su hacha hacia el caballero, que se había quedado inmóvil al ver como su técnica no había sido efectiva. El hacha giró a gran velocidad hacia Draco, pero Nívea se interpuso y blandió su fina espada, aumentando el peso del hacha para que cayese al suelo antes de golpear al pelirrojo. Draco, molesto, avanzó y apartó de un empujón a Nívea.

—No interfieras... —Le murmuró con frialdad.

—P-pero... —Nívea intentó reclamar pero la gélida mirada que le lanzó Draco la silenció.

—¡No interfieras! —Le volvió a repetir, ahora gritando, mientras desenfundaba su espada de luz. Nívea observó la espada y se dio cuenta de que algo estaba cambiando. Con terror se percató que un aura oscura había comenzado a rodear la espada de Draco, extendiéndose lentamente por ella. Sin embargo, el caballero parecía no percatarse de aquello. «Es el rastro de su ira y odio» pensó la mujer mientras estiraba su mano para detener el caminar de Draco, pero antes de poder tocarlo, unas chispas eléctricas de color negro le impidieron tomar al chico del hombro.

Marte tomó su enorme hacha y embistió contra Draco; el caballero hizo lo mismo y chocaron sus armas, provocando una explosión. Ambos saltaron hacia atrás para alejarse del humo, y Marte aprovechó para crear una enorme roca, lanzándola contra Draco. El pelirrojo disparó contra la roca, congelándola, para luego cortarla en dos con su espada. Al cortar la roca, Marte apareció frente a él, sorprendiendo a Draco y apretándolo con sus brazos rocosos. Pese a portar armadura, Marte apretó con tal fuerza, que estuvo a punto de quebrarle la columna al caballero. Nívea intentó auxiliarlo pero entonces ocurrió lo que nadie esperaba. El aura negra que rodeaba a la espada de Draco, pronto se extendió con gran intensidad por todo su cuerpo. Marte, sorprendido, lo soltó en el momento en que la blanca armadura de Draco tomaba una tonalidad oscura. Los ojos rojos de Draco se tornaron de negro al igual que su espada. Marte, sin entender lo que estaba ocurriendo, decidió embestir con su hacha. La alzó sobre su cabeza y trató de lanzar un corte vertical, sin embargo el hacha no alcanzó a golpear a Draco, ya que unas chispas eléctricas oscuras contuvieron el ataque del demonio. En ese momento, ambos intercambiaron miradas y Marte pudo notar un vacío en los ojos del caballero. La oscuridad en la que estaba sumido el caballero era incluso más grande que la de los demonios.

Draco comenzó a avanzar, a paso lento, hacia Marte. Este, inconscientemente, retrocedió. Intentó escapar tras sentir el peligro en el que se había vuelto Draco, pero fue envuelto en una electricidad oscura, la misma que protegía al caballero, que le impidió moverse. Aterrado, vio como Draco se acercaba hasta estar frente a frente. Sin previo aviso, el caballero atravesó el centro del pecho de Marte con su espada. Pero no se detuvo ahí. Sacó su espada y la enterró reiteradas veces en distintas partes del cuerpo del demonio. Para rematarlo, alzó la espada y lo corto verticalmente en dos mitades. Draco se dispuso a seguir cortando a Marte, pese a que ya estaba muerto, pero unos brazos lo rodearon desde atrás y lo detuvieron. Nívea, aterrada por el comportamiento de su compañero, se abalanzó sobre él para detenerlo.

—Ya basta... —dijo entre sollozos mientras lo apretaba.

Draco reaccionó al oír la voz de la mujer y la oscuridad que lo había aprisionado, lentamente se fue disipando. Sin embargo, Nívea logró sentir una presencia que nunca antes había sentido. Aquella oscuridad que había manipulado a Draco provenía de un ser cuya procedencia no logró descubrir. Una sombra se retiró del cuerpo de Draco, pero Nívea no alcanzó a notarlo ya que en ese momento el cuerpo de Marte se iluminó. La imagen de Thomas apareció, para sorpresa de ambos, desde el cuerpo del demonio.

—T...Thomas... —murmuró el pelirrojo al ver la imagen de su amigo, mientras una lágrima caía por sus mejillas. El robusto hombre alzó su mano y la posó sobre el hombro de Draco, mientras le sonreía. Ambos se miraron, hasta que momentos después la imagen de Thomas desapareció. Draco cayó de rodillas y lloró desconsoladamente. Nívea se arrodilló junto a él y lo envolvió en un suave abrazo.

La sombra que había manipulado a Draco, que estaba viendo aquella escena, desapareció entre la bruma del Infierno. 

Los Caballeros de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora