Capítulo XLV

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La Liberación de Ceres dejó impactado a Boric, esto ya que era la más inusual de todas. El demonio se separó en dos mitades, una cuyo cuerpo era de tierra y otra cuyo cuerpo estaba hecho de hierba. Los dos Ceres tomaron distancia uno del otro y atacaron a Boric. Uno golpeó el suelo con su cola, creando picos de tierra que limitaron los movimientos del caballero. El otro lanzó látigos de hiedra, atrapando las extremidades de Boric para inmovilizarlo. El Ceres de tierra saltó y creó un tridente, el cual lanzó contra el caballero con todas sus fuerzas. Boric utilizó todas sus fuerzas para cortar la hiedra, pateando el suelo con fuerza para encubrirse a sí mismo en un cubo de tierra. Los dos demonios rodearon el cubo, buscando atravesarlo para atacar al caballero pero este fue más astuto. Boric cavó un túnel para aparecer detrás del Ceres de tierra. Juntó sus manos formando un martillo y golpeó con todas sus fuerzas al demonio en el cráneo. El Ceres de hierba intentó auxiliar a su otra parte, pero Boric fue más veloz y, tras un gran salto, tomó al demonio de la cabeza y lo azotó contra el suelo, enterrando el rostro de Ceres en el suelo. Boric se alejó y aguardó, dando leves saltos de un pie en otro como un boxeador.

—¡Sé que eso no te derrotará, maldito! —Le gritó a Ceres. Los dos demonios se levantaron, escupiendo sangre negra y volvieron al ataque.

Ambos demonios juntaron sus puños y golpearon al mismo tiempo. Boric envolvió sus guanteletes en un aura café y paró en seco los golpes de los dos Ceres. Los demonios miraron asombrados como el caballero detenía sus ataques, para luego lanzar a ambos al cielo.

—No ganaré si no ocupo esta técnica... —murmuró mientras los demonios desplegaban sus alas para flotar sobre su cabeza. El aura café que rodeaba los puños de Boric se extendió por todo su cuerpo, alumbrando con gran intensidad. La tierra bajo los pies del caballero comenzó a temblar, mientras de su espalda emergían dos enormes brazos hechos de tierra. Boric dio un enorme salto y aprisionó al Ceres de hierba con sus brazos de tierra, y lo lanzó contra el suelo. Descendió a gran velocidad y comenzó a golpear reiteradas veces al demonio con sus puños, mientras sus brazos de tierra mantenían alejado al otro Ceres. Boric siguió golpeando al Ceres de hierba, para luego encerrarlo en un cubo de tierra. Antes de que el otro Ceres pudiese reaccionar, el caballero destrozó el cubo en mil pedazos, despedazando con él al Ceres de hierba. El Ceres de tierra intentó atacar por la espalda a Boric, pero los brazos de tierra del caballero se movían con desenfreno, golpeando a todo lo que se moviese a su alrededor. Boric saltó hacia Ceres, apretándolo desde atrás con sus brazos de tierra. El demonio intentó liberarse sin éxito y giró su cabeza, mirando de reojo como Boric se acercaba a él. El demonio tembló al ver el rostro sin expresión del caballero y se dio cuenta que nunca había sido rival para él. Boric tomó la cabeza de Ceres con sus guanteletes, y sin mostrar una pizca de compasión, se la arrancó de golpe. La cabeza del demonio se desprendió de su cuerpo y salpicó sangre por todas partes. El caballero hizo desaparecer sus brazos de tierra, soltando el cuerpo de Ceres, mientras caía a la superficie. Hincó una rodilla en el suelo y se llevó una mano a su pecho. El corazón del caballero latía desenfrenadamente, como consecuencia de haber utilizado aquella desgastante técnica. Su armadura desapareció y Boric tuvo que apoyar su mano libre en el suelo para no caer de bruces. Apenas consciente, alzó su vista para ver el desarrollo de las otras batallas. En ese momento, una kunai se dirigía velozmente hacia él. El ataque de Vesta iba a dar directo en el centro de su frente, pero Hiro se interpuso y bloqueó el ataque con su escudo. El albino le dirigió una leve sonrisa a su compañero, y luego miró a Vesta con enfado.

—Tú oponente soy yo. 

Los Caballeros de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora