Capítulo XXXIX

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Draco lanzó un grito de ira al ver la escena del demonio asesinando a su amigo y devorando su corazón. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero eso no le impidió apuntar su cañón hacia Marte, disparándole varias balas. El demonio rio y golpeó el suelo, levantando una muralla de rocas para detener las balas del pelirrojo. Lleno de ira en su interior, Draco embistió contra Marte. Saltó la muralla rocosa y lanzó un corte diagonal con su espada. Marte lo detuvo con su antebrazo izquierdo y con la derecha cogió su enorme hacha, atacando a Draco con todas sus fuerzas. Draco creyó que el ataque lo impactaría, pero entonces la enorme espada negra de Lancelot apareció a su lado y detuvo el ataque del demonio. Ambos caballeros habían saltado al mismo tiempo contra el demonio mitad toro. Draco pudo percibir un rasgo de ira en la mirada de Lancelot mientras ambos saltaban hacia atrás. Marte levantó una de sus manos, de la cual se generaron varias rocas que el demonio lanzó contra los dos caballeros. Draco y Lancelot se miraron de reojo y asintieron. El caballero pelirrojo apuntó su cañón hacia las rocas y disparó, congelándolas una a una. Entonces Lancelot cortó las rocas con su espada envuelta en un aura negra. Ambos caballeros corrieron hacia Marte mientras blandían las espadas de sombra y luz respectivamente. Uno lanzó un corte luminoso de forma vertical, el otro lanzó un corte sombrío, formando ambos ataques una cruz. Marte blandió su enorme hacha y contuvo el ataque, para luego lanzarles una roca de mayor tamaño. Los dos caballeros saltaron a un costado y la roca pasó entremedio, dirigiéndose hacia Nívea. La líder, que había materializado su armadura, esgrimió su fina espada y envolvió la roca en un aura morada, para luego devolvérsela al demonio. Marte cortó la roca sin problemas con su hacha y aguardó. Los tres caballeros se colocaron en posición defensiva y se miraron entre ellos.

—El maldito está en su forma perfecta, no será un rival fácil aun si peleamos los tres —dijo Lancelot mientras materializaba su armadura completa. Empuñaba con fuerza su espada y no despegaba la vista del demonio.

—¿Forma perfecta? ¿A qué te refieres? —preguntó Draco confundido. Miró a Nívea quien le hizo un gesto de negación con la cabeza.

—No preguntes ahora, es un tema largo... solo debes saber que ahora Marte es mucho más poderoso que antes —Le explicó rápidamente la mujer.

—Genial... —murmuró sarcásticamente el pelirrojo.

Antes de que pudiese decir algo más, una ráfaga de viento cortante los sorprendió por su espalda. Vesta había descongelado su pierna y se había posicionado detrás de ellos para atacarlos por sorpresa. Draco se giró rápidamente y disparó contra la ráfaga de viento, congelándola en el acto. Luego Nívea blandió su espada y arrojó un pedazo de muralla contra la demonio felina. Vesta lo esquivó saltando sobre él y les lanzó varias kunais. Marte, por su parte, embistió contra los tres guerreros por el otro lado. Lancelot se movió ágilmente y se posicionó frente a él. La colisión del hacha del demonio y de la espada del caballero provocó que se levantase una gran cantidad de polvo, dificultando la visión de los cinco. Vesta fue la primera en escapar de la polvareda, aprovechando de lanzar otra ráfaga de viento cortante. El ataque golpeó a Marte, sin hacerle daño gracias a su piel rocosa, mientras que los tres caballeros lograron esquivarlo. El humo se disipó y Draco disparó contra ambos demonios, sin hacerles gran daño. Vesta lanzó sus kunais contra Lancelot pero Nívea se interpuso y las bloqueó levantando un bloque de tierra. Lancelot saltó sobre el bloque y lanzó un corte sombrío en forma de media luna. Vesta no logró esquivarlo del todo, recibiendo un pequeño corte en uno de sus muslos. La felina cayó al suelo, sangrando, y los tres caballeros aprovecharon para abalanzarse sobre ella. Los tres esgrimieron sus espadas pero Marte se colocó delante de Vesta, protegiéndola con su coraza rocosa. Lancelot, Nívea y Draco retrocedieron en el momento en que Marte agitaba su hacha buscando golpearlos. Caballeros y demonios tomaron cierta distancia, recobraron el aliento y se disponían a atacar nuevamente, cuando el cielo se nubló y un enorme relámpago golpeó en el centro de la pelea. Los caballeros pudieron ver como un demonio con forma de águila emergía de aquel relámpago. Júpiter hacia su aparición en el campo de batalla.

—Lo único que nos faltaba... —murmuró irónicamente Draco mientras apretaba la empuñadura de su espada y apuntaba su cañón contra Júpiter.

El demonio más poderoso miró a todos, deteniendo su mirada en el cuerpo sin vida de Thomas. Sonrió levemente y luego puso sus ojos en Draco. Júpiter levantó su dedo índice en dirección al pelirrojo y, antes de que lograse reaccionar, un relámpago salió disparado del dedo del demonio y atravesó el hombro derecho del chico.

—Silencio, basura. 

Los Caballeros de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora