Capítulo XCVII

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 Una estruendosa explosión terminó por destrozar el techo del castillo. Hiro, Afrodita y Nívea lograron escapar hacia el exterior sin problemas, mientras que Valentine tuvo que cargar a Khroro entre sus brazos y Draco tuvo que crear un escudo de hielo para ayudar a Lancelot. Ninguno se esperaba aquella repentina explosión de poder debido al choque de energías entre Luzbel y Allen. Mientras los siete caballeros escapaban del castillo para reagruparse en el campo frente a la casona de Lancelot, dos haces de luz, uno negro y otro blanco, se elevaron en el cielo. El castillo, en tanto, comenzó a caerse a pedazos y a desmoronarse frente a los Caballeros de la Realeza.

—Esto no me lo esperaba... —murmuró Hiro mientras abría grande sus ojos al ver el castillo destruido.

—¿Qué fue lo que ocurrió? —preguntó Valentine, preocupada, mientras dejaba a Khroro recostado en el suelo.

—Allen comenzó a jugar con Luzbel y este se enfureció, y terminaron ambos expulsando todo su poder y destruyendo todo. —contestó Afrodita, con la mirada fija en los dos haces de luz.

—Dijiste... ¿Dijiste que Allen estaba "jugando" con Luzbel? —preguntó a su vez un incrédulo Draco. Afrodita no contestó, sin embargo Draco pudo ver cómo le tiritaba ligeramente el labio inferior. Quien sí contestó, acercándose a él y a Lancelot, fue Nívea.

—Allen se ve extraño... Se ve demasiado confiado en su poder y por eso comenzó a jugar con la paciencia de Luzbel, enseñándole su poder como si fuese el nuevo juguete de un niño. —contestó la líder, observando a Draco con preocupación.

—¿Por qué...? —Se preguntó a sí mismo el pelirrojo mientras alzaba la vista. Lancelot, a su lado, apoyó su enorme espada en el suelo y se incorporó.

—Le falta madurez para controlar tanto poder. —comentó el Caballero Ermitaño, mirando el haz de luz que representaba a Allen con preocupación, la misma que evidenciaban todos los Caballeros de la Realeza.

—¡Creo que el "Dios" más poderoso no era gran cosa!

El grito de Allen alertó a todos los caballeros en el suelo, quienes pusieron de nuevo toda su atención en la pelea. Los haces de luz desaparecieron, dejándolos ver nuevamente las figuras de Luzbel y Allen. Mientras el rostro del chico solo reflejaba calma y confianza, el rostro del demonio comenzaba a distorsionarse por la rabia y la frustración. Desde que la pelea había comenzado nuevamente, Luzbel no había conseguido tocar a Allen. El chico estaba haciendo uso hábilmente de las nuevas habilidades que tenía y mantuvo al demonio a raya, presionándolo constantemente.

—No pensé que serías tan arrogante. —susurró casi en un escupo el demonio mientras miraba con rabia a Allen.

Concentró la energía maligna alrededor de sus dos espadas y lanzó cortes en diagonal, formando una equis, en dirección a Allen. El azabache sonrió de lado, completamente confiando, y colocó al nuevo Aegis frente a sí. El escudo comenzó a rodearse por un aura plateada hasta revestirse a sí mismo en un acero indestructible. Hiro, en el suelo, no pudo evitar sentirse alegre al ver como el chico utilizaba su poder para contrarrestar el ataque de Luzbel. Aegis recibió el ataque sin recibir un rasguño, y entonces Allen cambió el aura que rodeaba a su escudo para envolverlo en un aura amarilla. Acto seguido, en el centro del escudo se formó una esfera de energía eléctrica que Allen lanzó inmediatamente contra su padre. Luzbel se sorprendió por la velocidad con la que el chico había cambiado de poder y agitó sus alas para elevarse y esquivar el ataque, sin embargo, Allen había utilizado la velocidad extrema de Hiro para colocarse en la espalda de su padre. Antes de que el demonio se diese cuenta de la presencia de Allen detrás de él, este había vuelto a exhalar su vaho gélido para congelar los brazos y espadas del demonio. Luzbel quiso reaccionar pero Allen no le daba tiempo. Velozmente, el chico lanzó un ataque fusionando la ventisca cortante de Craneus y la descarga eléctrica de Khroro que golpeó de lleno al demonio y lo inmovilizó por completo. Aprovechando los segundos de inmovilidad de Luzbel, Allen se alejó para lanzar desde la punta de Gram un ataque de llamarada con flamas de color negro y blanco. Luzbel recibió aquel ataque de espaldas, aunque logró contrarrestarlo con su poder para reducir el daño, además para aprovechar aquel ataque para que el hielo que aprisionaba sus extremidades se derritiese. Luzbel se alejó flotando y tomó distancia de un Allen que en aquel momento se reía a carcajadas.

Los Caballeros de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora