Q u i n c e

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—No puedo creer que haya hecho eso —comenta Lolo, al escuchar lo que realmente sucedió ese maldito día, lo cual ya me parece una de esa típicas frases de consuelo— de todas formas, creo que esa chica no era la adecuada para ti.

—¿Y eso lo dices tú? ¿Y ella? ¡¿En dónde maldita sea quedo yo?! Debí ser yo, quien considerara eso ¡No los demás! —respondo hecho una furia. Miro a mi amigo y me percato de que me he pasado de la raya. Suspiro fuertemente—. Lo siento, pero es que esto me enoja ¿Por qué fue ella la que dijo que no? No es justo que haya decidido por los dos y me enoja, me molesta porque tampoco tuve el valor de decirle ¡Mierda! ¡Te iba a pedir que te cases conmigo! 

—¿Sin pensar en los demás? 

—Manuel... 

—Es mejor que las cosas se dieran así. Sé que en este momento estás que ni el sol te calienta y que te hayas ido a acostar con una monja pues tampoco sirve, pero tiene que recapacitar, analizarte y ver qué acciones tomar para seguir adelante con tu vida, esto no es el final. 

—¡Tres años! ¿Cómo quieres que siga adelante si tres años de mi vida se fueron al carajo! 

—Sin contar que a la semana siguiente te acostaste con alguien que no tiene ni la mínima idea sobre las ganancias que podría generar al ir a la prensa, en venganza de que por tu culpa terminó con su novio, y decir: ¡Me acosté con Pablo Alborán! —espero que se detenga el auto en el semáforo y golpeo con todas mis fuerzas su brazo— ¡Auch! 

—Por idiota ¡Qué iba a saber yo que...! —creo que le debo una disculpa a la pobre chica, ella tampoco estaba consciente de lo que estaba pasando. 

—El caso es que.. 

—Que debo seguir con mi vida.. ya lo sé.

—Y para eso... irás al estudio mañana, empezarás a ver unas cosas sobre el nuevo disco y luego te irás de vacaciones... ¡Rayos! 

—¿Ahora qué? —refunfuño.

—Hope y Mariola van a decirte el lunes que viene sobre quién es la nueva integrante del equipo. 

—¿Y si me lo dicen mañana y después que empiece a trabajar? 

—También... pero... bueno, después te mando un mensaje. 

Minutos después llego a mi departamento y llamo a una tienda de flores. 

—Diga... 

—Ehm... ¿Soy muy discretos con la información de sus clientes? —pregunto a sabiendas de que doy por sentado que la que me atendió el teléfono ya sabe quién soy. 

—Por supuesto, señor Moreno —sonrío al darme cuenta de su discreción 

—Entonces quiero que mande de mi parte, un ramo de... violetas.

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora