S e s e n t a i d ó s

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Pablo.

¿Han pensado que con besos se puede llegar a tocar el cielo? Porque eso me pasa cada vez que Melissa y yo nos besamos. Es una sensación que no consigo describir y que me haría falta cientos de canciones sólo para decir que es preciosa.

Toma mis manos con las suyas y las entrelaza. Me está jurando que no la perderé y es lo que necesito ahora... no quiero ser una persona rota, pero tampoco quiero que los fantasmas me ganen.

—Créeme, lo primero que quieren ver ellas es que seas feliz.

—Prometo ser profesional.

—Pues afuera no lo fuiste —besa mis dedos.

—Te estaba obligando a llevarte a quién sabe donde y me estaba consumiendo los celos.

—Te veías adorable... pero no tengas ataques exagerados.

—Es que tienen que entender que...

—No hace falta que me celes, soy tuya y tú eres mío —suelta una de mis manos y acaricia mi muslo.

—Tuyo, cariño —con la mano libre que tengo la acerco a mi boca y vuelvo a besarla.

Quiero pasar la noche con ella, quería estar en ella pero, puede ser en otro momento, sólo necesito tenerla a mi lado.

—¿Estás hospedado aquí?

—Sí, amor, de hecho estoy a cuatro habitaciones más de ti.

—¿Estás cómodo con esa ropa? —asiento— vale entonces ¿Quieres dormir?

La miro buscando una explicación a su pregunta. Me enternece que pregunte si siento ganas de ella, no sabe que siempre las tendré, pero que ahora lo único que necesito dormir en sus brazos.

—Sí, sólo quiero sentirte junto a mí, ha sido un largo día y tú has bebido...

—Pero amor... —es la primera vez que la veo protestar, me encanta, parece una niña. Beso su frente.

—Mañana haremos algo preciosa...

—Entonces quítate la camiseta y así te duermes conmigo.

—Que mandona, Mel —me quito la camisa y se muerde el labio—. Ni se te ocurra pensar que eso me provocará.

La verdad es que estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano para contenerme.

—Sólo estoy apreciando a mi novio.

—Así que tu novio.

—Sí —sentencia— y yo soy tu novia.

—Claro que sí amor, anda vamos a la cama.

Ella es la primera en acostarse, se tumba del lado derecho, por lo que yo tomo el izquierdo. Aprieto mi cuerpo contra el suyo y coloca sus manos sobre mi abdomen y su cabeza en mi pecho.

—Te amo... —susurro.

—Yo también, me gusta escuchar tus latidos. Son como un arrullo —bosteza— buenas noches, Pablito.

El corazón se me ha derretido.

—Descansa mi niña —beso su frente. La miro dormir por unos momentos y mis ojos empiezan a cerrarse. Me siento en paz.

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora