C i e n t o d o c e

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Pablo

Todo lo que empieza, tiene que terminar. El último día de grabación estuvo lleno de emociones encontradas. Al terminar de grabar "Prometo" empecé a llorar, Melissa tuvo que abrazarme.

Y en un abrir y cerrar de ojos, estábamos de nuevo en Madrid. Lo primero que hicimos fue ir a una reunión que Mariola habían programado junto con los ejecutivos de Warner.

—Pablo, puedes regresar a Málaga. Melissa, necesito que te quedes un par de días. Verás tenemos que tratar un asunto urgente —dice Mariola.

—Sí, entiendo.

—Nos vemos en mi oficina —se retira y yo la miro extrañado.

—¿Qué es lo que pasa, Mel?

—No es nada, Pablo —me besa—, voy a ir a verla, luego voy a tu departamento y empezamos a ver la mudanza. Supongo que te regesarás a Málaga pronto.

—Sí, pero ese par de días... te puedo esperar, además, creo que ya es momento de conocer a tus padres.

—Sí... entonces ¿Nos vemos en casa?

—Claro, mi amor —besa mis labios.

Melissa

Entro a la oficina de Mariola, un poco nerviosa. Ella me invita a sentarme, me ofrece una taza de café y se la acepto.

—Lamento haberte hablado así, pero es que este asunto te involucra y tenía que ser tratado con urgencia —respira hondo— he despedido a Mauricio.

Empiezo a sentir que me falta el aire, tengo que ponerme en pie y camino de un lado a otro. No pensé que las cosas terminaran así.

—¿Por qué? —pregunto— no quería que esto nos envolviera a Pablo y a mí en un escándalo.

—No te preocupes por eso, en realidad el mismo se echó la soga al cuello. Empezó a acosar a otra de nuestras compañeras. Solo que con ella sí podía tomar cartas en el asunto, así que por acoso sexual, fue despedido.

—Es increíble —murmuro— no podemos siquiera trabajar en un ambiente tranquilo.

—Por lo mismo, ahora tenemos que buscar a otro ejecutivo. Pero no te preocupes, por ahora ve y disfruta de unos días. Luego, ya sabes, nos toca empezar a organizar todo respecto a Pablo y, también, a lo que harás en los viajes de trabajo. Nos vemos a finales de junio —asiento, termino el café y me encamino a la puerta, pero... una duda surge en mi cabeza.

—¿Tenías miedo de que ellos se reencontraran?

—Sí, un poco. Pero temía más por tu seguridad. Al menos ya podrás trabajar tranquilamente.

—Gracias... —me despido y regreso a la recepción donde me encuentro a Pablo sentado en una de los sofá.

Cuando me ve, se levanta y sonríe.

—Me dije que tal vez sería aburrido regresar a casa solo y decidí esperarte.

—Entonces volvamos a casa.

—Por fin, es hora de irnos. Nos espera una tarde muy larga.

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora