C i n c u e n t a i d ó s

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Pablo 

Seguro en estos momentos Mel se está enterando de la agenda que debe cumplir en estos días. Y sé que me querrá matar, pero no me importa... sólo quiero estar el tiempo que pueda con ella. Me hace tanto bien.

—¡Loco! Vayámonos, tenemos que despedirte como se debe —sonrío y me voy con ellos. Lolo me mira como si buscase algo. 

—A ti te pasa algo.... y no nos has contado. 

—¿Qué es lo que podría estarme pasando? 

—Algo tiene que ver con nuestra nueva compañera de trabajo... aún recuerdo lo que pasó el día en que nos la presentaron... ¿No será ella con la que pasaste la noche el día del bar? —empiezo a reír, ni loco le diré lo que estoy viviendo. Lo conozco, seguramente lo hace para luego molestarme. Es un gran amigo, pero de momento no le diré nada. Necesito estar seguro de lo que vivimos ella y yo. 

—No te lo diré Lolete. 

—Que amargado... sólo quería felicitarte. 

—¿De qué? 

—Pues de lo que sea que estés viviendo, digo... la cara de estúpido enamorado nadie te lo quita. 

Los efectos de la noche con Melissa. Siento que ha pasado mucho tiempo, pero sólo han sido unas horas desde que ella estaba entre mis brazos, disfrutando del otro.

—Deja de decir tonterías... 

—Vale... —caminamos hacia la puerta— ¿Sabes...? Estoy pensando mucho en Melissa... no sé, es muy guapa y sé que no tiene novio. Tú que ya la conoces más de cerca ¿Crees que podría tener una cita con ella?

No puedo creer lo que estoy escuchando. Mi guitarrista saliendo con mi publicista, mi mujer... oh no amigo, eso sí que no. 

—No te lo recomiendo... es muy gruñona, un poco ácida... la verdad es que no. 

—¿Acaso te cae mal? Pero si tú te fuiste detrás de ella la otra vez y además... estuviste en su casa esta mañana. 

—Pero no tenemos nada, además... lo nuestro es sólo laboral. 

—Ya... ¿Aun así, no puedes negar que es muy hermosa? 

—Tienes razón —se me ocurra una idea para apartar las ideas que tenga en su cabeza—. Pero... ¿Crees que con ser hermosa basta para entablar algo con ella? Simplemente es una mujer de una noche... o eso me da a entender. 

—Mmm... —antes de que dijese algo más, escucho algo caerse. Ambos nos giramos y miro a Melissa, con sus mejillas sonrojadas y sus ojos que empiezan a tornarse rojos. 

—Perdón por interrumpir... sigan en su conversación. Lolo, señor Alborán —cierra de un portazo. 

¡Qué clase de idiotez acabo de cometer! 

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora