N o v e n t a i n u e v e

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Melissa

—¿Qué? —respondo sorprendida.

—Lo que oíste ¿Te alejarías de él con tal que sea feliz?

Ni siquiera puedo responder a su pregunta. Sonaré muy egoísta pero no podría separarme de él, a menos que nuestro amor se haya desgastado. Si alguien quisiera separarnos, lucharía hasta con las uñas.

—¿Qué es lo que insinúa? —espeto. Sonríe cínicamente.

—Lo único que estoy diciendo es que quizás su felicidad no sea contigo —me contengo de darle una bofetada y quitarle esa maldita sonrisa. 

—Si piensa que puede hacer algo para que yo desista de estar con él, le digo de una vez que está muy equivocada. Aún si él me pidiera que me marche de su vida, yo lucharía hasta que me convenza de que no hay segunda parte.

Estoy furiosa ¿Por qué está tan a la defensiva? ¿Acaso ella sigue en contacto con Claudia? Tengo unas inmensas ganas de gritarle lo mala mujer que fue ella con su hermano, que fue capaz de jugar con sus sentimientos, pero el sonido de la puerta irrumpe en la habitación. Casilda se queda sin habla, me giro y veo a un Pablo molesto.

—¿Qué es lo que pasa? Hermana, creo que ya te había comentado que no quería que hostigaras a mi novia.

—Y no lo estoy haciendo, sólo quería saber un poco más sobre ella.

—Pues que bueno que soy tu hermano, porque si fuera tu futuro cuñado saldría corriendo de la casa.

—¿Tú lo harías, Melissa? —pregunta Casilda.

—Por supuesto que no. No voy a negar que me estoy sintiendo incómoda. Pero cómo le dije en un principio, no voy a permitir que nada ni nadie me aleje de él. Aún sea su familia.

—Muy bien, entonces no diré más. Te dejo, Pablito, tengo unas cosas que hacer. Nos vemos más tarde.

Cuando escuchamos el portazo, él se acerca a mí, estrechandome entre sus brazos. El silencio reina en estos momentos, pues se queda acariciando mi cabello.

—Lamento la escena que produjo mi hermana, ella sólo quiere lo mejor para mí y no le agradó mucho que el me fuera a México por ti.

—En cambio, yo lo veo como lo más romántico que han hecho por mí —susurro contra su pecho.

—Que romántica eres...

—Me gusta serlo —me suelto muy a mi pesar— dejemos de pensar en Casilda, mejor... llévame a pasear por Málaga.

—Mmm... pero mamá quiere hablar contigo.

—Vaya... eso no me lo esperaba.

—Te prometo que no será tan dura como mi hermana, al contrario. Ya le conté nuestra historia.

—¿Incluso el que... bueno...? —me ruborizo.

—Hemos estado juntos tantas veces... ¿Y aún te ruborizas por eso? —me escondo en su pecho— mi dulce niña. Vamos a verla y luego... te llevaré a un lugar que me encanta. Te quiero.

—Yo también te quiero.

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora