O n c e

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—Es una pena que hayas despreciado mi desayuno. Pude haber cocinado algo mejor para ti—refunfuño mientras veo a la chica ya vestida...  aunque ¿Será que era la misma mujer que me cautivó anoche? 

Viste unos vaqueros desgastados y una camisa, que en realidad parece bata, su cabello recogido en una coleta y sin maquillaje. 

—Prefiero esto a vivir minutos de tensión por la posibilidad de que quemes mi casa—la fulmino con la mirada. 

—Eres muy amable con la persona que te quitó la vir...—antes de terminar la frase, me tira una botella de plástico. 

—¡Imbécil! 

—¡Pero si hace cinco minutos teníamos la fiesta en paz! 

—Y recordaste lo que sucedió hace un rato ¡Ni siquiera recuerdo cómo fue! 

—Bueno...—veo que tiene otro objeto en la mano, dispuesta a lanzármelo— ¡Iba a decir que yo tampoco me acuerdo! 

—No te creo

—Mira... ni siquiera recuerdo si eras la maravillosa mujer rubia que tenía a un lado y, con la que suponía, pasé la noche. 

 Se levanta y se lleva sus cosas a la cocina. Luego miro que camina hacia la puerta y la abre. Genial... ya me está echando de su casa. 

Resignado a lo que va a pasar, repito la acción que ella hizo momentos antes y me quedo en la puerta. Ella mira extrañada la situación. 

—¿Qué demonios haces? 

—¿Irme? Digo estás abriendo la puerta y creo que eso significa que no quieres ver mi careto nunca más. 

—Eso de nunca más lo dudo, una noticia tuya y ¡Tu cara por todos los telediarios, revistas y redes sociales! Además de que muchas de mis amigas te adoran —intento decir algo pero pone su dedo en mis labios, un escalofrío recorre mi cuerpo— y no te odio, simplemente, me das igual. 

—Creo que no es así tomando en cuenta que hicimos el amor anoche —retrocede.

—Digamos que eso fue un erróneo encuentro casual, que nunca se va a repetir. No puedo decir que fue un placer, pero te conocí así que... que tengas un buen día —intenta cerrar la puerta pero pongo un pie en ella. 

—Pero para mí fue un placer... por cierto... me encanta tu nombre —sus mejillas enrojecen y me empuja, cerrando la puerta en mis narices. Empiezo a reírme. 

Al menos lograste que me olvidara de mis desgracias por una mañana. 

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora